Por

Anónimo

enero 17, 2014

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La esposa del socio de mi padre

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La posición acomodada de su

marido,10 años mayor que ella,le había permitido no tener que trabajar

nunca y dedicar ese tiempo a su propio cuidado.

Tenía 46 años

y un cuerpo excepcional. Alta, como de 1,75 metros, era esbelta y bien proporcionada.

Su

 

cabello era rubio y corto. Su rostro poseía el atractivo de una modelo

entrada ya en la madurez .

Ojos

celestes, nariz perfectamente respingada fruto probablemente de un hábil

bisturí, senos abundantes, caderas exactas, glúteos firmes y piernas

para el infarto.

Pero eso se potenciaba con su buen gusto al vestir y sus finas

maneras.

Escogía vestidos cortos, escotados,y remataba el conjunto con

altos zapatos de tacón o sandalias altas de finas tiras.

Era verdaderamente

una hermosa hembra.

Tal vez como

esas mujeres hermosas que suelen acompañar a los gangsters gordos y viejos

de las películas y que uno sabe que sólo lo hacen por el dinero.

Pero

Sofía era la esposa del socio de mi padre.

A

mis 26 años, yo ya había asumido desde hacía muchísimo

tiempo que estaba enamorado de ella. La deseaba.Y la deseaba tanto, que desde

mi adolescencia temprana me masturbaba imaginando que la hacía mi amante.

Pero

claro. Eso era imposible. Sin embargo con los años muchas cosas empiezan

a verse mas claras. Si de pequeño el sólo hecho de pensar en insinuarle

mis intenciones era una locura, ahora,que acababa de recibirme de abogado,la opción

ya no me parecía tan lejana.

Yo

me había transformado en un adulto.En mis años de Universidad,mi

cuerpo privilegiado me había permitido ganar algo de dinero por sólo

posar como modelo en algunas revistas de modas. Jamás había dejado

de tener a las mujeres que me proponía conquistar ,con excepción

de Sofía, con la que sólo me frenaba el pudor familiar.

Sin

embargo,desde la fiesta que mis padres ofrecieran en honor de mi graduación,eso

ya no me estaba importando demasiado.

Entiendanme.Durante años su maduro

esposo,Genaro,había sido como mi padre sustituto. Pero durante aquella

fiesta empezaron a suceder cosas.

La primera fue que Sofía asistió

vestida como para violarla.Su corta falda blanca y sus zapatos de finísimo

tacón habían sido cuidadosamente elegidos para mostrar la belleza

de sus largas piernas ,a las que había cubierto con un par de finísimas

medias de seda. Casi era imposible resistirme a estirar las manos para acariciarlas.

La

segunda fue que viendo a Genaro,gordo,calvo y siempre con un vaso de whisky en

la mano,me di cuenta de que la hembra de su esposa se estaba exhibiendo para que

alguien la follara como ya el borrachín de su esposo obviamente no podía

hacerlo.

Y entonces ocurrió

la tercera cosa. Había mucha gente esa noche en la mansión de mi

padre.Todos me saludaban y todos bebían.Incluso Sofía, a la que

yo no perdía de vista ni por un segundo. Avanzada ya la noche, noté

que Genaro estaba sentado,muy borracho como para mantenerse en pie.También

noté que Sofía caminaba con pasos inseguros que se esforzaba en

disimular y que se dirigía a los toilettes de la planta alta.

Ese

era sin dudas mi momento.La fiesta me había calentado y la verdad es que

no moriría sin intentarlo.Dejé que Sofía entrara al toilette,si

perderla de vista ni un segundo. Mi plan se consolidaba sobre la marcha. Ningún

sitio era mas perfecto que ese toillete.Nadie,salvo Sofia y Genaro , que eran

casi como los dueños de la casa,se atrevería a usarlo. Y Genaro

no estaba en condiciones de subir esa escalera.

Además

había una ventaja adicional: ese toillete tenía una puerta directa

a mi dormitorio,al cual, nadie,ni siquiera mis padres ,se atrevía a entrar

desde hacía mucho tiempo atrás.

Subí

la escalera distraídamente sabiendo de antemano que Sofía,en su

borrachera, no habría trabado la puerta. Así que directamente tomé

el picaporte,abrí, entré y la cerré tras de mí para

encontrarme frente a una escena que jamás habría estado preparado

para ver. Simplemente quedé atónito.

Sofía

estaba propinándose un » saque» erguida sobre la mesada del lavatorio.

Su

dedo índice tapaba un orificio de su nariz,mientras que con la otra mano

sostenía el tubito para aspirar una prolija línea de polvo blanco.

Sus

piernas rígidas por el toque,nunca me parecieron más bellas.

Ella

giró su vista hacia mí con rostro asustado, mientras sus manos intentaban

nerviosamente de ocultar lo obvio. Yo sonreí al mirarla como para infundirle

tranquilidad y descargué mi espalda sobre la cerrada puerta.

«Bien,bien,bien,dije.¿Qué

tenemos aquí?.Parece que la preciosa «tía Sofía »

es una viciosa.Me pregunto si el bueno del tío Genaro sabrá las

aficiones de su querida esposa…»

Ella

,sintiendosé descubierta,detuvo los nerviosos movimientos de sus manos

y,arreglando su precioso cabello rubio intentó en forma tambaleante de

erguirse frente a mí ates de ensayar una súplica:

«¡Por

favor,no se lo digas!.Me matará si se entera de esto».

Y comenzó

con un amago de sollozo.

Yo me acerqué

a ella y levanté su rostro con mi mano hasta que logré que sus ojos

celestes se clavaran en los míos. Mi cerebro trabajaba a mil revoluciones

por segundo.

«Está bien.Quédate

tranquila… No se lo diré.Pero…¿Sabés una cosa?: A cambio

te pediré que me ayudes a conseguir algo que hace mucho que deseo».

Sus

ojos brillaron.Era evidente que en su nebulosa no pensaba con claridad.

«Haré

lo que me pidas».

Yo sonreí.

«Picó»

«Entonces

todo va a estar bien.»

Dicho

esto,la tomé de la mano y la conduje a mi habitación cerrando con

llave la puerta a nuestro paso. Una vez dentro, volvió a mirarme a los

ojos .

«¿Qué cosa

vas a pedirme?»

Esta vez lancé

una corta y leve carcajada. Y cuando le hablé,mi tono había cambiado

de condescendiente a imperativo y calmo.

«Quiero

que te arrodilles frente a mí y me comas la polla como si fueras una puta

sedienta de leche»

Ella abrió

sus ojos enormemente. No esperaba ese tono de su «sobrino».

«No,no.¡Por

favor no me pidas eso!.Jamás le he sido infiel a Genaro.Esto lo mataría».

«Vamos

perrita, ¿que tan malo no ha de ser?: Te he deseado mucho tiempo y no voy

a dejarte escapar ahora.Hazlo bien,y tal vez te dé unas pelas para que

compres tus polvos.No lo hagas y Genaro sabrá de tus vicios».

«¡Eres

un hijo de puta!»,me dijo y se dió vuelta escondiendo el rostro entre

las manos.

Yo me acerqué a

ella por detrás y apoyé mi ya dura polla sobre su trasero.

«Anda,mirá

cómo me has empalmado.Te deseo desde hace años muñeca»

Y

al decir esto tomé sus senos ,cuyos pezones respondieron irguiéndose

instantáneamente. Ella emitió un debil jadeo.Y al hablar,su tono

ya no era el mismo.

«No me lo

hagas Juan.Hace tiempo que no tengo sexo.No podré resistirlo.»

«Si

fueras mi hembra no pasarías hora sin sentir la polla dentro de tu cuerpo».

Levanté

su falda, y para mi placer,pude ver la tanguita de hilo dental que durante tantas

pajas había imaginado. Sin dudar metí mis dedos para tocar su rajita.Estaba

muy húmeda y muy caliente.

«Ah

perra,así que esto te calienta, ¿eh?».

Comencé

a besar su cuello suavemente y a pasar toda mi lengua lentamente desde su base

hasta el lóbulo de su oreja.En la que me entretuve penetrándola

y salivándola en su interior. Ella gemía cada vez más.Su

cuerpo vibraba espasmódicamente. Metí mis manos en su vestido y

con mis dedos apreté suavemente sus durísimos pezones. Eso fue el

factor que quebró su resistencia.

Giró hacia mí y sus

labios se abrieron para que chocaran las lenguas.

Sus manos abrieron mi pantalón

y nerviosamente sacaron mi durísima polla.

La sentía tocarla.Apretarla.

Lo estaba gozando. Al fin,se dejó caer de rodillas y la introdujo en su

boca. Mi placer era inmenso: tenía a la hembra mas hermosa del mundo hincada

ante mí,comiendo mi polla como una hambrienta. Pero yo no quería

acabar en su boca.Quería su coño.Y quería hacerla adicta

a mis caricias.

La levanté,nuevamente la besé, la acosté

en la cama, y apartando el hilo dental que cubría la rajita, la penetré

con fuerza descomunal. Ella gritó su placer en mi oído.

«¡Hazmelo,hazmelo

duro!»,me decía.

Yo bombeaba

con fuerza desde mis pelotas hasta la glande y ella parecía acabar sin

parar. Sentía su leche inundar mi polla.Me la bebería luego.

Con

mis labios pegados en su oído le murmuraba:

«Perrita,eso

vas a ser: mi puta perrita.Te follaré hasta que ni tú puedas creer

lo puta que eres. Y te llevaré conmigo donde me plazca.Serás mi

mujer.Si no lo haces terminarás tus días como una prostituta adicta

en algún burdel de mala muerte…»

Ella

contestaba entre gemidos de placer.

«Ssí,sí…Haré

lo que digas.Sólo no me quites esa polla..Rómpeme el culo.Quiero

sentirla en mi culo».

Al oírla,tuve

que hacer un esfuerzo descomunal por no llenarla de leche.

Me controlé.La

puse en cuatro patas y sin preparación previa,la penetré por el

culo de un solo golpe. Tuve que taparle la boca para ahogar su grito mezcla de

dolor y de placer. Y ahí ya no aguanté más.Mi lechazo llenó

su recto.

Sus jadeos y los míos fueron decreciendo mientras nos relajábamos.

Al

fin, ella tomó mi polla y la succionó hasta dejarla reluciente.

Finalmente

lo había conseguido:Sofía era mi mujer.

Habría que manejarlo

un poco,pero era mi mujer.

Cuando

después de arreglarse salió del baño,me regaló un

profundo beso coronado con un «Te amo».»No sé qué

estoy haciendo,pero no me importa.Necesito esa polla tuya dentro mío todo

el tiempo» .

Yo salí

a la fiesta minutos mas tarde. Nadie había notado nada.

Sofía

estaba sentada junto a Genaro, espléndida con sus piernas cruzadas.Era

el ideal de señora respetable que yo deseaba.Trataba de acompañar

a su «amado maridito» como su rol le exigía. Sólo yo sabía

que la perra era mi puta viciosa.

No importaba la diferencia de edades,veríamos

más tarde cómo llevarlo.

Esa hembra estaba tan sola que se acomodaría

a mí tan bien como lo había hecho con Genaro años antes.Lo

haría con gusto porque polla no le faltaría.

Genaro

estaba tan borracho que pugnaba por no dormirse.

Mi

padre,observando el estado de su amigo, se me acercó y me dijo:

«Sé

que es tu fiesta y discúlpame, pero Genaro y Sofía no podrán

guiar hasta su casa en ese estado.¿Podrías llevarlos en tu auto?…»


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2 respuestas

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