Cuando entré sólo noté un golpe de calor brutal y la figura de un hombre joven, muy musculoso, bien formado, con las piernas duras y unos bíceps y abdominales de esos de gimnasio que se supone vuelven locas a las mujeres. La verdad es que el chico estaba de buen ver. Cerré la puerta y me puse a un lado del banco dejando sitio entre él y yo. Inmediatamente dijo, ¿te molesta si le doy un poco más de caña? Y se levantó a echar un poco de agua en el carbón. Se sentó a mi lado, lo cual me violentó un poco, pero no dije nada. Mi piel empezaba a llenarse de gotitas de sudor a medida que el calor de la sauna iba en aumento.

Me miró y poniendo su mano en mi pierna tocó la toalla, ¡ ah esta es de esa de microfibra ! No secan nada pero pesan muy poco, son buenas para venir al gimnasio. No apartó su mano, la dejó sobre mi pierna, mientras yo estaba tan alucinado que me quedé sin decir ni hacer nada.

Después comenzó a acariciar mi pierna, primero por encima de la toalla, después al entreabrió un poco y siguió con mi piel. Yo estaba como paralizado, habría salido corriendo pero no me respondieron las piernas, además sin tener claro por qué había algo en la situación que me llenaba de morbo.

El calor se hacía sofocante y el sudor intenso. Soy un hombre casado, nunca he imaginado tener relaciones con hombres, pero noté como mi polla empezaba a estirarse. Entonces como si adivinase lo que estaba pasando se puso de rodillas delante de mí, me quitó la toalla y me agarró los huevos con su mano. Era suave, una caricia cálida y afectuosa. Agradable. Cogió mi polla con la mano izquierda y se la llevó a la boca. A pesar del calor, un escalofrío recorrió mi espalda al notar su lengua jugando con mi miembro completamente tieso. Siguió metiéndosela hasta dentro, una y otra vez. Siempre he oído que los hombres la chupan mejor que las mujeres, pero es que lo estaba comprobando de verdad. Ese tío me estaba poniendo como loco.

Creí a punto de correrme y se paró de golpe. Se levantó dejando su enorme polla delante de mí y me dijo ¿te atreves? Le miré a la cara y el ardor que me corría por dentro hizo el resto, agarré sus caderas y empecé a chupar. Nunca lo había hecho antes, pero no me desagradó, el sudor de mi frente caía sobre su miembro y sobre mis labios. Enseguida noté cómo arqueaba un poco las piernas y con un fuerte gemido soltó un borbotón de semen sobre mi boca y mi cara. Lo tragué, pero una nueva carga se vino encima de mí.

Con el sabor de su leche en mi garganta me levanté y de golpe le di la vuelta, lanzándole contra la pared, agarré su culo, eché un escupitajo sobre mi polla, y busqué su ano, no me costó penetrarle. Era una sensación magnífica, el calor y la presión de su esfínter sobre mi polla hizo que después de sólo dos o tres empujones y varios golpes de mis huevos en su culo, estallara llenándole de mi leche su culito depilado. Me separé de él viendo como mi semen se derramaba de su culo. Me senté completamente exhausto en el banco y cerré los ojos. Un beso en los labios me sacó de mi aturdimiento. Abrí los ojos y sólo vi a mi alrededor el calor de la sauna y la puerta que se acababa de cerrar.