El profesor
David es mi profesor de contabilidad, además de ser asesor de la empresa. Nos vemos lunes y viernes en la oficina para la clase. El tiene como 40 años, de más o menos 1.90 m. cabello rubio, ojos cafés. Su piel es blanca pero por el calor se ve más roja, su cabello es corto y su cuerpo muy velludo. Tiene buen físico y una pancita delatadora de su edad, labios delgados pero bien definidos y una cara de tentación. Me encanta ruborizarlo mostrándole mi escote, dejandolo ver mis piernas, sugiriendole mi hermoso trasero, disfruto provocarlo pues no puede evitar ponerse como jitomate cuando le soplo mi aliento en la oreja. El pasado lunes se me ocurrió llevarlo al límite. En horario de clase nadie puede interrumpirme son órdenes. Ese día asistí a trabajar con minifalda pero está vez me anime a llevar un liguero para mis medias. Prepare el escote de mi blusa como siempre pero hoy iba por todo. David había estado en mi pensamiento los últimos días ya no podía más. Así que desabroche mi sostén y encendi el aire acondicionado me puse el saco y maliciósamente subí mis manos por debajo de mi falda para hacer bajar mi pequeña prenda íntima. En medio de los libros coloque mi prenda interior y tomé mi lugar para esperarlo. Cuando al fin tocó la puerta me levante para recibirlo, lo invité a pasar como todos los días. Espere un segundo, escuché como se dirigía hacia el dispensador de agua y cuando dijo -hace calor no?? Lo mire y sonreí -sí bastante calor! Al mismo tiempo que me quitaba el saco, sus ojos se abrieron en toda su órbita y casi se ahoga con el sorbo de agua… Mis tetas se podían ver tras la blusa blanca, se podían notar lo erectos que estaban mis pezones. -pero toma asiento! Comencemos. Entonces tomé el lugar frente al escritorio. -… Co… Como vas con los balances bancarios? Pregunto aún sorprendído. – bien; pero hoy quiero que me expliques sobre facturas. No me quedó claro! En ese momento pase a su lado los libros donde había «guardado» mi ropita interior. Ingenuamente abrió los libros y accidentalmente halló mi cosillas. Se puso rojo totalmente y no acertaba a decir una palabra. -lo siento… No pensé que estuvieran aquí… Dije cinicamente retirando lentamente mi ropa de los libros. Que estaría pensando entonces? Se había quedado mudo, tal vez me estaría imaginando desnuda. Astuta me acerqué a el para calmarlo, me senté en el escritorio casi frente a el, sin hablar le toque el rostro y observé – oh… Por dios! Aún sentado se podía ver que debajo del pantalón tenía una anaconda encerrada… Que vergota se le notaba. Estando cerca de el se percato del aroma de mujer que mi coño expedia. Pero seguía paralizado sin hacer nada. Tomé su mano y la coloque sobre mi pecho ardiente reaccionó un poco y comenzó a manosearme lo deje juguetear y dirigí su otra mano a mi vulva palpitante. Fue ahí cuando despertó, me haló hache él y busco mi boca húmeda para azotarla a besos y lenguetazos, subió mi falda a la cintura y recorrió mi piel, mientra yo abría mi blusa para ofrecerle la miel de mis senos. Al mismo tiempo sobre él podía sentir su pene rozar mis piernas que enorme se percibia a la vez su enorme pito pulsaba como un corazón, parecía que tenía vida y que estaba desesperado por salír y devorarme. Aún seguía sin decir nada pero ya lo tenía debajo mío caliente, ansioso y loco por poseerme. Despejó brusca y rápidamente el escritorio y sobre el me acosto todo su rasposo cuerpo estaba a mi merced se despojo de su vestimenta inmediatamente después de desnudarme cuando lo hace dirijo mi mirada picara a su zona de placer y puedo observar un pene majestuoso, grueso, de cabeza ancha y con un gancho a la derecha muy tentador. Está muy rojo y casi a punto de escupir… Se ve húmedo y delicioso. Sobo su pene sobre mis labios vulvares acaricio mi clítoris de manera suave y enbistió sobre mi como un salvaje. Mis nalgas rechinaban sobre el vidrio del escritorio y lujuriosa mi lengua jugaba dentro de su boca. Su cuerpo exsuberante se exhibía frente a mi… Parecía un sueño contoneandose danzando su miembro dentro de mis cadenciosas entrañas. Cansado de que el escritorio entorpeciera su vigorosa penetración me tomo de la cintura para cargarme emocionada por su arrebato apasionado envolvi mis piernas en su fuerte cadera. Me enloquecia todo él su cabello y su corpulento físico mi cuerpo le absorbió la caliente, desenfrenada y desmedida pasión. David me jugueteaba como balero me hacia rebotar en su verga como en un trampolín. Que delicia tan exagerada término hasta que me recargo sobre el escritorio y por detrás me dió duro. Que calientes estabamos sus empujes se podían escuchar y sentir. Escupio su pasión en mi finalmente exhausto besa mi espalda y muerde mi oreja… -eres genial… Comenzamos a trabajar?
2 respuestas
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