Lecciones Privadas con Amanda
Amanda Vidal era una distinguida mujer sumamente activa en la comunidad y en la cultura, ya estaba; “felizmente divorciada” a sus 42 años, y gozaba de una reputación intachable tanto en la ciudad como en el vecindario, con los años se ganó el favor y la simpatía de toda la gente, pues tenía un gran carisma y mucha facilidad para entablar amistad con todas las amas de casa de la zona, quienes le profesaban un gran afecto, entre ellas se encontraba mi madre, quien tenía una fuerte amistad, desde hace muchos años con Amanda, ambas llegaron a profesarse un gran afecto a lo largo del tiempo.
Amanda demostró una gran generosidad luego de ofrecerse amablemente a conseguirme una entrevista, para obtener un sitio en el examen de admisión de la universidad más prestigiada en el estado.
Dicha entrevista era algo sumamente importante en el proceso de admisión, pues de este paso dependía si yo obtendría un lugar en el examen que me daría una plaza, para así realizar mis estudios universitarios.
Recuerdo aquella tarde cuando Amanda pasó a visitar a mi madre para darle la noticia, ella poseía un gran atractivo clásico muy similar al de Vivien Leigh o Hedy Lamarr, y siempre vestía de una forma recatada y de gran elegancia. Debo confesar que durante años admire su porte y lo bien formado de su figura, en secreto disfrutaba del sonido de su voz, con el tiempo desarrollé el hábito de inventarme algún pretexto para bajar a la sala y encontrarla sentada majestuosamente con las piernas cruzadas en la estancia conversando con mi madre sobre cosas de gran interés cultural, algo que me daba el placer de saludarla y que mostrara algo de interés por mí, cuando me preguntaba sobre mis estudios.
Aquella tarde recuerdo entrar a la estancia y encontrar a mi madre tomando el té con Amanda quien iba ataviada con un traje Chanel de color negro con botones dorados en el saco y una blusa blanca, de una fina tela que insinuaba sutilmente las copas con encaje de un bello sujetador, su cabello negro impecablemente peinado y con un elegante prendedor como remate, algo propio de una dama destacada y aristocrática, sus manos lucían suaves y tersas con las uñas inmaculadamente bien cuidadas.
Para mi deleite ella estaba sentada con sus piernas cruzadas, la falda por efecto del sillón subía un poco hasta el muslo haciendo evidente y de un modo sutil, la presencia de un liguero sujetando aquellas finas medias que cubrían sus piernas, y no olvidaré el aroma de su perfume cuando me acerqué a saludarla.
“Amanda accedió amablemente para ayudarte a preparar tu entrevista y tu examen para la universidad”. –Dijo en un tono muy alegre mi madre.
“¿No te parece una maravilla hijo? Es una gran oportunidad que una destacada autora literaria y académica pueda ayudarte.” la alegría de mi madre era desbordante y educadamente le agradecí a Amanda por su inmensa amabilidad.
Mi madre y Amanda acordaron que las próximas 8 semanas yo acudiría todas las tardes a partir de las 17:00 horas a la casa de Amanda, qué me daría una asesoría intensiva para mejorar mis habilidades gramáticas, pues ese factor sería el decisivo para aprobar mi ingreso a la universidad.
La fecha de la primera asesoría llegó, mi madre me apresuró tan pronto llegué de la escuela y todo se volvió tan incómodo cuando ella estaba de pie en la puerta de mi habitación sosteniendo un traje azul con un corbatín rojo colgando de un gancho.
“Mamá, ya tengo 18 años y ese traje es excesivo para tomar una tutoría con una amiga de la familia que me conoce de toda la vida.” –Dije en un tono burlón. (Yo deseaba ir con algo más cómodo y estaba hasta cierto punto, un tanto ansioso de acudir a la tutoría. La idea de estar a solas con Amanda me hacía sentir cierto nerviosismo.)
“Es la primera de tus tutorías y quiero que te veas respetable, ve acostumbrándote a ello cariño. El proceso de admisión, deberás realizarlo vistiendo formalmente, además te ves tan lindo con esa corbata de moño.” –Dijo mi madre con un resplandor de orgullo inundando su mirada.
A regañadientes no tuve más remedio que usar esa estúpida corbata de moño, la cual mi madre amorosamente anudó en mi cuello, me miró de una forma muy amorosa, besó mi mejilla y luego me apresuró a salir. Mi padre ya me esperaba afuera en el auto para llevarme a casa de Amanda.
Papá tenía un poco de prisa aquella tarde, él debía estar en una reunión de negocios antes de las 17:00 horas, así que en cuestión de pocos minutos estábamos afuera de la casa de Amanda, se podía ver su Ford Mustang estacionado afuera, lo cual indicaba que ella se encontraba en casa, algo que era bueno, dado que yo estaba llegando 25 minutos antes de la cita y me sentía un poco fuera de lugar, una mujer con esos modales y toda esa cultura además de su belleza. La hacían un poco imponente para mí.
Caminé hacia la puerta para tocar el timbre, este pareció no sonar y me resultó muy extraño todo ello, luego descubrí que la puerta no tenía llave por dentro, así que entré y cerré normalmente como si estuviera en mi casa, avisando que me encontraba ahí. Escuché música en la cocina, unos riffs y unas percusiones que me eran sumamente familiares, me detuve por un instante sonriendo con cierto júbilo. Eso me sonaba a Pink Floyd, la batería me remitía a; “One Of These Days.” No podía creer que una dama tan recatada y distinguida, con una gran amistad con mi madre estuviera disfrutando de algo así y con el volumen un poco alto.
El sonido me llevó hasta la cocina en donde entré justo en la parte donde las percusiones se intensifican y Nick Mason parece estar poseído dejando el alma plasmando ese ritmo post psicodelia, al cruzar la puerta no pude creer lo que veía, pues nada me había preparado para aquello.
Las redondas caderas de Amanda eran presa de la cadencia de aquellas percusiones balanceándose sobre sus largas y bien formadas piernas, su negra y abundante cabellera suelta se mecía libre con sus movimientos y era impresionante lo bien que Amanda podía moverse con esos tacones altos, era hipnotizador verla conducirse sincopadamente al ritmo de la música, al grado que pensé que esto le restaba al menos unos 20 años a su edad y me dejó mudo con los ojos fuera de sus órbitas, el hecho de que Amanda, se encontraba completamente desprovista de prenda alguna de ropa, ahí estaba ella en su cocina, bailando desnuda e ignorando por completo mi llegada.
Me quedé congelado en la fascinación de la hermosa y juvenil Amanda en una faceta inédita para mí, entregándose con devoción al encanto de esa música, y de pronto se detuvo al percibir mi presencia en su cocina.
“Oh cielos… ¡Hola! ¿Acaso ya son las 5?” –Dijo sorprendida Amanda, mientras intentaba procesar la incómoda situación recientemente suscitada.
Me quedé congelado por un instante, mi respiración luchaba por no agitarse, mis ojos no deseaban apartarse de aquella monumental visión de proporciones divinas.
“Lo siento, llegué un poco antes y encontré la puerta abierta. No creí que hubiera algún inconveniente debido a ello. Pero puedo volver en otro momento, si así lo deseas.” –le respondí con cierta timidez.
Por mi cuerpo pasaban sensaciones que iban desde la incomodidad a la fascinación, estaba desconcertado y en el fondo me sentía extasiado.
Amanda me observaba con cierto aire inquisidor, a pesar de lo sorprendida que estaba no daba muestras de querer cubrir su desnudez, no accedió a mi ofrecimiento de retirarme, no quiso que cerrara mis ojos. De algún modo pensé, que ella no tenía ningún problema en que la viera desnuda.
“Bien, llegaste antes y las galletas están casi listas. Tu antelación ocasiona ciertas cuestiones que debemos afrontar.” –Dijo ella mientras colocaba sus manos en aquella bien definida cintura.
Era imposible no verla con desbocada sensación de júbilo en mi interior, y no pude evitar detener mi atención en su vello púbico, el cual estaba perfectamente acicalado y recortado cuidadosamente en una línea que lucía armónicamente con sus bellos muslos y toda su generosa anatomía.
En verdad parecía una mujer completamente distinta a la que había visto en todos estos años, siempre impecablemente vestida de Chanel y tomando el té con mi madre varias veces por semana.
Amanda caminó hacia mí. “Ya éstas aquí, ¡Puedes ver todo lo que quieras!” Me dijo mientras ella caminaba y giraba para acercarse permitiéndome ver la majestuosidad que tenía mucho tiempo rondando más allá de mi imaginación.
“Estoy desconcertada, y admito lo inesperado que me resulta, ser encontrada así, ¿Sabes que llegar antes de tiempo es tan malo como llegar tarde? “ –Dijo ella con gran seriedad.
“¡No sabía eso!” –Le respondí tímidamente.
“Pero elegiste llegar antes. ¿Sabes que tenía pensado subir a mi habitación para peinar mi cabello y vestirme con algo lindo para recibirte a las 5 de la tarde, según lo acordé con tu madre?”.
“Lo siento mucho, no tenía idea. Puedo volver más tarde.” –Respondí apenado.
“No es necesario. Ya estás aquí y me estás viendo, me sentiría mal si te fueras a causa de esto, pero. Podría ir a mi habitación e imaginar que no estás aquí, omitiendo que me sorprendiste desnuda en mi cocina. O ¿Puedo quedarme así, en toda mi gloria? ¡Te permito elegir!” –Dijo Amanda en un tono amable, pero con cierta autoridad.
“Lo que te haga sentir más cómoda, no deseo causar molestias.” –Le dije.
Ella caminaba a mi alrededor y me veía como si me estudiara, mi respuesta fue un tanto vaga, pero a ella le resultó de gran interés cuan abierta resultaba la misma, según lo expresaba el brillo de sus grandes ojos cafés y el modo en que se erguían sus redondos senos.
“¿Lo que me haga sentir más cómoda, ¿eh? ¿A ti que te gustaría elegir? Me resulta muy grato saber que te preocupa cómo puedo sentir mayor comodidad. ¿Sabes que tus elecciones te definen? Y que, desde luego, éstas tienen consecuencias.” –Me dijo en un tono serio, pero evidentemente juguetón.
“Me estás dando una elección como respuesta y eso me agrada. ¿Tú quieres que me sienta cómoda? ¡Pues que así sea!”
Yo seguía de pie observándola moverse, como si ella estuviera impartiendo una cátedra sobre disertaciones retóricas.
“¡Elijo quedarme desnuda! Ya te habrás dado cuenta que me gusta disfrutar de mi cuerpo cuando estoy en casa. Gozo el hecho de vestirme para mí cuando salgo de casa y voy a realizar mis actividades dentro de la sociedad, pero disfruto de un mayor placer cuando me desvisto para mí al llegar a casa.”
“Hoy tenía pensado vestirme de cierta forma para ti, arriba me esperaban una hermosa falda lápiz y una bella blusa blanca, en cambio las circunstancias han determinado que ahora mi desnudez sea para ti. Te podrás dar cuenta la diferencia entre lo que planeamos y lo que sucede. Esa es una constante, pero tomaste la situación en tus manos al ofrecerme elegir la absoluta comodidad”.
Ella empezó a caminar elegantemente por la cocina mientras me veía con seriedad. Yo me sentía un tanto excitado, pero intentaba mantener un semblante tranquilo, ella al parecer lo notó desde un principio, de un modo similar a leer en un libro.
“Bien. Tú has hecho tu elección y amablemente me has dado a elegir y también dándome cierto control. ¿No es así?”
“Claro, no me gustaría incomodarte. Después de todo estamos en tu casa y son tus reglas.” –Le dije plenamente convencido y en el fondo sentía una profunda gratitud por ese regalo visual.
“¿Así que son mis reglas?” –Dijo ella en un tono juguetón.
“Bien, ya que me otorgas eso, ve a la entrada de la casa, haz favor de poner el seguro en la puerta, pues odiaría que alguien interrumpa nuestra tutoría. ¿Estás de acuerdo?” –Dijo Amanda.
Yo asentí y estaba por dirigirme hacia la entrada cuando me detuvo;
“Junto a la puerta de entrada hay un armario, por favor toma un gancho y cuelgas tu saco y ese pantalón antes de volver, no quiero que se arrugue ese traje tan lindo.”
“Solamente deja el traje de 2 piezas colgado en el armario, vuelve aquí sin demora. ¡Las galletas que he horneado están listas!”
La petición me pareció un tanto extraña, pero obedecí de todos modos.
Volví a la cocina y desde la puerta vi a Amanda poner una charola con galletas recién horneadas sobre el desayunador mientras ella estaba sonriendo radiante.
“¡No te muevas! “–Exclamó ella, a lo cual me quedé quieto justo en la entrada de la cocina, mientras Amanda me recorría detenidamente con sus grandes ojos cafés.
El sonido de los tacones de Amanda era lo único que podía oírse mientras ella caminaba por la cocina y se detenía por instantes, me observaba desde un ángulo y se movía para otro punto del lugar. El espectáculo que me proporcionaba esa elegante mujer desfilando desnuda por su cocina definitivamente tuvo repercusiones en todo mi torrente sanguíneo, y se reflejaron de inmediato en mi anatomía.
“¿Así que mis reglas? Creo que estamos frente a la norma de atuendos, la cual tendrás que trabajar para conservarla. Ahora estás obligado a mantener cierto nivel, diariamente realizarás ciertas lecturas, las cuales discutiremos y esto llevará un ritmo progresivo, si tu nivel baja o simplemente no avanza. Subiré a mi habitación y me pondré un traje de lana con una falda hasta los tobillos y me peinare como mi abuela, mientras que tú, usarás nada más ese lindo corbatín y quizás te permita usar otra prenda, pero si mantienes mis estándares, yo me quedare desnuda y tú podrás ganar el derecho de usar aquel traje que acabas de colgar en el armario, y empezarás por ganar el derecho de usar un pantalón, supongo que siempre usas esa clase de calzoncillos blancos. ¡Quiero verlos todos los días, y por favor que estén limpios!”
“Mantienes el contacto visual, eso me agrada. Estás postergando la gratificación, tienes disciplina y creo que podremos trabajar bien, desde luego nuestra discreción sobre este acuerdo es imperante, una sola palabra tuya de esto fuera de aquí, y yo lo negaré todo.”
“Ya hay desnudez en nuestras reuniones, ¡Y no esperes obtener más!” –Dijo ella con extrema seriedad.
Mi nerviosismo apenas era contenido y me daba cierta dosis de placer culpable mi involuntaria firmeza, que deseaba ser vista en ese mismo momento mientras me encontraba de pie siendo analizado por una connotada autora académica ampliamente apreciada por la comunidad, que para colmo tenía una gran amistad con mi madre y que, además; ¡Era 24 años mayor que yo!
Amanda se irguió frente a mí, por un instante sus pezones parecían levantarse con ella, como si se encendieran con la firme intención de saludarme.
“No te pongas nervioso, nos estamos reconociendo. Tus calzoncillos requieren acostumbrarse a esta situación. Como recordarás, estas sesiones tienen como objetivo prepararte para tu proceso de admisión universitario, hoy estamos aprendiendo sobre hacer elecciones y como estas repercuten para el futuro, el cual puede ser el inmediato y a largo plazo, el inmediato se convierte en el presente. ¿Estamos de acuerdo?”
Asentí sin dudar y estaba un poco desconcertado sobre el rumbo de las cosas.
“El día de hoy me encontraste desnuda en mi cocina. Esto fue algo imprevisto para ambos y pudo llegar a ser algo más incómodo, e incluso bochornoso para mucha gente. Tuviste una reacción y yo tuve la mía. En consecuencia, nos dimos opciones mutuamente. Me gustó la forma en que reaccionaste y el modo en que te has conducido hasta ahora, eso demuestra cierta templanza de tu parte, lo cual es un rasgo que te puede llevar muy lejos. “
“¿Sabes por qué elegí quedarme desnuda? Además de todo lo que te dije que es verdad.” –Dijo Amanda.
“Entiendo que disfrutas de tu cuerpo, tienes una visión muy amplia al respecto.” –Respondí.
“En parte es verdad. Tú al llegar me encontraste desnuda y no importa lo que me pusiera hoy, para tu mente yo estaría desnuda todo el tiempo, y apenas hoy comenzamos a trabajar. Así que prefiero tener tu mente ocupada en tu preparación. Y por momentos tus ojos ya se están ocupando de mi cuerpo. ¿Podrías definir en 3 palabras que es una vivencia?”
“No exactamente.” –Le respondí con timidez.
“Te lo diré de esta forma. Es; Realidad para mí. En este caso para nosotros dos y esa realidad, nadie más la entendería. ¿Estamos claros?”
Asentí con seguridad.
Escuché atentamente aquello que decía Amanda y respondí a varias de las preguntas que me hacía mientras ella recorría majestuosamente su cocina. Ella se aseguró de que mi atención estuviera centrada en el diálogo y se encargó de mantener mi mente activa y ágil mientras conversábamos en su cocina.
Amanda me sirvió un té helado indicando que la esperara ahí, la vi salir de la cocina y escuché sus pisadas por el pasillo, estas eran un poco más fuertes cuando volvía con un libro en la mano.
“Por la noche leerás la apología de Sócrates y mañana la discutiremos. Ahora vamos a que te des una ducha, tu cuerpo requiere de un alivio, y sé perfectamente que me vas a imaginar tal como estoy mientras lo haces. ¡Así que no vamos a hacernos tontos! Por esta ocasión hazlo mientras me ves, llena tus ojos y desahoga tu cuerpo. No voy a mentirte; ¡Me resulta muy halagador el hecho de que te hayas mantenido tan erecto las últimas 2 horas! Por hoy vamos a permitirnos algo de voyerismo mutuo, después veremos algo de televisión como buenos amigos para que te relajes un poco, luego nos vestiremos y te llevaré a casa”.
Una respuesta
-
Stop jerk off. I know a site where thousands of single girls are waiting to be fucked. Look at them: http://xnice.fun/rt
Deja un comentario
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.