Por

Anónimo

enero 13, 2025

498 Vistas

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El amante de mi mujer

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Como pareja nos gustaba fantasear muchísimo y aunque siempre habíamos planeado intercambio de parejas y demás siempre venía el fantasma de que aquello lo fuese para nosotros así que teníamos mucha imaginación en la cama y jugábamos diferentes roles. 

Yo había aceptado ser el más de una ocasión penetrado por ella al principio por algún objeto de diferentes tamaños y luego ya por el típico arnés acoplado a su cintura. 

No era lo que más me gustaba pero sí que daba juego en nuestros fines de semana que teníamos más tiempo ya que prácticamente todos los días disfrutábamos del seso, lo que empezó por un juego se convirtió en el día de las chicas en la que yo asumía ese papel. 

Cuando acepté el inicio de mi desvirgación anal era el principio de los caprichos de mi mujer me hacía poner primero sus braguitas y poco a poco me transformaba con más ropa y complementos, algo que a mí sin darme cuenta me empezaba a gustar exceptuando en cierta medida las penetraciones pero siempre he intentado agradar a mí señora. 

Ella no era virgen cuando la conocí perdió su virginidad con catorce años por lo que era insaciable en la cama y yo tenía que mantener aquello.

Ella medía un metro setenta de altura una talla noventa y cinco de pecho culo hermoso y aquel coñito de grandes labios clítoris grande y sensible al igual que sus pezones pesaba alrededor de los sesenta y cinco kilos por lo que no estaba ni delgada ni gorda media melena que le gustaba teñir de diferentes tonos como solíamos hablar una auténtica puta en la cama y una señora en la calle. 

Ella trabajaba a media jornada y yo tenía un trabajo más o menos bueno del que por desgracia fui al paro y comenzó los problemas en casa con una hipoteca y lo que cobraba del paro más lo suyo lo llegábamos a final de mes y comenzamos a notar como nuestros ahorros disminuyan mis ganas de sexo también y las pequeñas discusiones aumentaban.

Nos daba vergüenza  pedir ayuda a la familia y nuestra alimentación había sufrido en categoría y calidad ambos habíamos adelgazado y yo cada vez lo llevaba peor todo el asunto. 

El sexo casi a diario se había convertido en algo ocasional los sábados en los que ella soltaba toda su rabia insultándome de diferentes formas y follándome con su arnés más bruscamente ( aquí voy a tener que poner el coño para alimentar esta casa y tú vas a tener que poner el culo maricón ) ( tendré que deja de follar contigo y buscarme un amante con pasta) algunas cosas como estas es lo que me soltaba más de un día peor eran los sábados. 

Su carácter hacia mí había cambiado profundamente y le gustaba tratarme mal y humillarme al punto de que cogió como hábito hacerme llevar las bragas que ella se quitaba usadas y no usar mi propia ropa interior y vestir en casa con ropa femenina. 

Mi masculinidad mi ego por los suelos y al borde de una depresión Lucía parecía disfrutar con aquello yo era el encargado de la casa y prácticamente lo sabía de ella. 

Era sábado sobre las 11 de la mañana Lucía salía de casa muy bien arreglada un vestido cortito que no dejaba mucho a la imaginación y un conjunto de lencería ya que estuvo paseándose con él antes de vestirse maquillada recién duchada y perfumada y sus tacones. 

No le pregunté a dónde iba por si la respuesta no me gusta ser y hice algo de comida y a las tres de la tarde comí solo sobre las seis y algo de la tarde regresó yo me encontraba en el salón llegó hasta donde me encontraba haciendo sonar sus tacones con un aire de mal genio. 

Se quitó sus bragas con sumo cuidado dejándolas en uno de los brazos del sofá y abriéndose bien de piernas me soltó, hazme una buena comida de coño. 

Desde luego que no lo dude un segundo y me puse entre sus piernas y comencé a comerme aquel ansiado coño que no había catado hacía tiempo. 

Enseguida percibí un extraño sabor pero continué con mi labor mientras ella se había sacado el vestido por la cabeza dándome cuenta al instante que no llevaba el sujetador con el que había salido.

No pregunté nada en absoluto seguí comiéndome aquel coño encharcado con aquel sabor que no reconocía imaginando que el sujetador se lo habría quitado porque se viese las tiras con el vestido o le hiciese daño. 

Conseguí darle dos buenos orgasmos y sentir aquel torrente de jugos con el que me solía regalar luego comencé a comer sus pechos sus muslos su cuerpo entero sintiendo que el cuerpo olía y sabía distinto hasta que cuando decidí intentar penetrarla ella se levantó y se fue hacia la ducha sin decir nada. 

Cuando regresó me hizo una pregunta que me dejó un tanto desorientado( te ha gustado el sabor de mi coñito ) que le iba decidió por supuesto cariño riquísimo como siempre ( me alegro que te haya gustado lo tendrás más veces así ) esto me dejo pensativo y algo preocupado acaso su coño había estado follado. 

Lucía me dio las bragas que había traído puestas ofreciéndome la parte que había estado en contacto con su coño tenían una gran zona en las que se veía una mancha de flujo diciéndome esta que pasase mi lengua por allí y luego como de costumbre me las pusiera, eran las braguitas de raso por lo que no habían absorbido toda la humedad y en las que sentí un sabor que me desagrado Unido a qué que era la primera vez que me obligaba a hacer aquello. 

Mi gran sorpresa fue cuando volvió a prepararse para salir comenzándose por maquillarse y enseñándome un conjunto de lencería me preguntó sí se lo ponía o iba sin nada. 

Yo le contesté que lo normal sería que llevase lencería, ella volvió a añadir sujetador casi como que no, contestándole yo que me parecía bien. 

Se puso un vestido blanco con unas braguitas de encaje del mismo color que se notaban tanto por delante como por detrás dejando evidencia de que era un tanga. 

Me comía los celos la intriga y un montón de sentimientos de todo tipo, no me esperes levantado ya te despertaré cuando llegue. 

A las nueve de la noche salió por la puerta de casa y no regresó hasta las siete de la mañana la sentí con sus tacones y al calentó la habitación se puso de cuclillas sobre mi cara separando la braguita de su coño me ordeno que se lo comiese que estaba muy cachonda. 

Estaba dormido casi no tenía saliva en la boca cuando comencé a tragarme los jugos que despedía su coño con un olor y sabor parecido a aquella misma tarde en aquel momento no tenía muchas dudas de que me estaba comiendo su coño follado dándome repugnancia seguí con mi labor hasta conseguir sus ansiados orgasmos después se quitó las bragas y me ordenó abrir la boca donde las introdujo. 

Cariño déjalas en tu boca imagínate que es el sobrecito de una infusión en este caso de lo que va a pagar la hipoteca. 

Intenté hablar para preguntar a que se refería pero ella no me dejó hacerlo y así dormimos juntos sintiendo el olor a sudor de ella y yo un desagradable sabor en mi boca entre orina y sus flujos que iban desprendiendo aquellas braguitas a medida que mi boca las humedecía. 

A la mañana del domingo me levanté con las bragas todavía en la boca y Lucía lo hizo tras de mí dándome permiso para que me las sacase de la boca, me preguntó directamente si tenía que hacerle alguna pregunta, tenía miedo a contestarle por supuesto que quería hacerle preguntas donde habías toda la tarde y a la noche de aquel sábado pero tenía miedo a su respuesta tanto que me quedé mudo. 

Después de salir de la ducha me ordeno ir al salón donde me hizo sentarme frente a ella que se mostraba diminuto camisón con sus piernas abiertas para mostrarme su rajita donde podía ver aquellos labios de su coño bien abiertos, mira está claro que la hipoteca hay que pagar y con mi sueldo y lo del paro no es suficiente por consiguiente tendremos que poner esto a trabajar, pasando sus dedos por su coño me dijo esto. 

Yo seguía mudo y a la vez cabreado insultado humillado, tranquilo seré discreta. 

Mi mujer me había puesto ya los cuernos o lo había intentado lo que había comido de su coño eran sus jugos mezclados con meados o la leche de algún hombre. 

Lucía cada vez tenía más ocupadas las tardes y yo había entrado ya en un estado completamente depresivo sin pedir más explicaciones y sin que ella mostrase ninguna empatía por mí. 

Habíamos empezado a comer otra vez bien y los billetes se veían por casa sin ocultarlos había comprado incluso más ropa provocativa y prácticamente todas las tardes se ausentaba hasta el final del día o incluso algunas veces de madrugada. 

Sus bragas era casi a diario lo que me introducía la boca o me hacía chuparlas y al igual que su coño. 

Lucía ya no se cortaba en decirme que si ella ponía el coño yo tendría que poner mi boca para satisfacerla y hacer la primera limpieza de su coño y sí no estaba de acuerdo tendría que pensar en separarme. 

Aquel sábado iba a ser especial según Lucía me lo había anunciado por la mañana me ordeno rasurarme a conciencia dándome a continuación lencería y ropa que me pondría a la tarde. 

También estuvo trabajando me un buen rato mi recto follándome con su arnés cuando le apetecía al igual que me decía insultándome que tenía culo de maricón y cosas que se parecían a eso.

A las cinco de la tarde ella se duchó y me ordenó hacer lo mismo vistiéndose provocativamente con lencería liguero y medias con sus tacones yo a su vez me tuve que poner un minúsculo vestido lencería y unas calcetas por encima de la rodilla que me daban un aspecto a colegiala una peluca y me maquillo a conciencia. 

Yo me mostraba nervioso pero no preguntaba como siempre y ella estaba la madre contenta paseando su cuerpo provocativamente por la casa. 

Lucía me preguntó directamente te sientes femenina, yo lo sé por qué asentico la cabeza para luego tímidamente contestarle que sí. 

A las seis en punto tocaron el timbre, no era el de abajo sino el de la puerta de arriba yo me quedé quizo mientras Lucía me dijo no pensarás que abra la puerta yo así. 

Yo le contesté rápidamente habrá que mirar quién es por la mirilla, mientras ella rápidamente me dijo vete y abre la puerta sin tonterías mientras ella se colocaba frente a la entrada al principio del pasillo. 

Le replique cómo voy a abrir la puerta vestido así, vestido no vestida así habla en femenino tienes tres segundos, a las claras sabía que venía ya que ella estaba en lencería y a mí me obligaba a abrir la puerta vestida de mujer así que lo hice. 

Cuando abrí la puerta encontré a un tío más o menos de mi estatura sobre un metro ochenta y unos noventa kilos maduro tendría sobre 50 años y este entró casi al instante dentro saludando a Lucía y acercándose hacia ella delante de mis mismísimas válices la agarró de las vergas dándole un morreo durante unos segundos mientras la sobaba tanto el culo como sus tetas. 

El hombre cogiendo mi mujer por la cintura comentó bueno no está nada mal me gusta mucho todo esto dirigiéndome la mirada hacia donde yo me encontraba con mi culo pegado a la puerta ya cerrada. 

Ven me ordenó Lucía acércate este es Alfonso me acerqué hacia él y extendí mi mano para saludarle. 

En ese momento me cogió del brazo y me llevo hasta la puerta de la calle abriéndola me dijo al oído, mira maricón tienes dos putas opciones o te muestras lo más mujer posible o te vas a la puta calle hasta que termine. Me has entendido Cristina. 

Me dirigí hacia aquel hombre y una vez allí, hola Alfonso soy Cristina encantado de conocerte cuando fui a darle dos besos de este ya me tenía cogido o mejor dicho cogida por la cintura y lo que yo quería hacer lo convirtió primero en un beso en la comisura de mis labios para luego comenzar a besar estos con pequeños mordiscos de sus labios hasta abrirse paso con su lengua en mi boca mientras sentía pegada a mi mujer a mi espalda animándome a entregarme Alfonso. 

Así cariño te quiero ver así has entendido quiero ver cómo disfrutamos los tres de una buena tarde. 

El beso de aquel hombre se hizo eterno mientras ya no solo hurgaba con su lengua y boca sino que la mía se había entregado a la suya, mi pene se había endurecido dentro de mis braguitas y nos dirigimos hacia el salón donde él se sentó en el medio y mientras mi tía malo a mi mujer y la besuqueaba yo observaba con aquella sensación de cornudo delante de mis narices podía ver como mi mujer disfrutaba de aquellos dedos purgado su coñito mientras la manoseaba las tetas y la besaba apasionadamente. 

Mi pene seguía duro y sentía como ahora me dedicaba sus halagos entre besos y caricias sintiendo como su mano atrapaba mi polla que se encontraba completamente dura anunciando a Lucía que estaba claro que me gustaba. 

Mi mujer comenzó a desabrocharle el pantalón mientras yo sentía la mano de el hombre acariciar mi polla por encima de mis braguitas y su lengua bien dentro de mi boca jugando con la mía.

Estaba siendo metido mano y besado por un hombre esto era lo que tantas veces mi mujer había deseado hacer ahora yo estaba cumpliendo su fantasía. 

Lucía terminó de quitar los pantalones y su slip y se afanaba en chúpasela cuando Alfonso abandonó mi boca y me dirigió la cabeza hacía abajo donde pude ver cómo lucía pasaba la lengua a las pelotas de este subiendo por su tronco. 

No estaba todavía su capullo a la vista y ya tenía un tamaño mayor que mi polla, mi mujer se apartó y me indicó que comenzase a sentir lo que ella o cualquier otra mujer sentía al chupar una polla. 

Me daba asco repulsivo el pensar lo que tenía que hacer mientras la presión de la mano del hombre me acercaba a su entrepierna comencé a pasar la lengua como lo hacía mi mujer sintiendo que ya estaba todo humedecido por la salida de esta ella fue diciendo cómo lo tenía que hacer, chupa sus pelotas y vete mojando bien su tronco pasa la lengua por su punta para que veas salir su capullo así lo estaba haciendo para disfrute de mi mujer y su amante. 

Mientras mi lengua ya solo jugaba con la punta de aquella polla vi como comenzaba a sobresalir el capullo ocultó hasta dejando ver como de su punta sobresalía líquido preseminal. 

Mi mujer me indicó que lo recogiera con mi lengua sintiendo un sabor dulzón luego por indicaciones de esta comencé a chupar su capullo cuando me quise dar cuenta me di cuenta de que aquel pollón veía algo más de 18 centímetros con un diámetro bien gordo mientras me dedicaba a hacer aquella mamada mi polla se encontraba tiesa y cuando mi mujer se unió a mí en aquella mamada me sentí todavía más excitado. 

El hombre sujetaba nuestras cabezas para que la siguiésemos mamando y fue mi mujer la que se puso encima de él separado braguita pude ver en primer plano como sus grandes labios se amarraban aquel pollón y este como buen trabajo hasta sus huevos comenzando a estar a cabalgar veía sus nalgas bien abiertas y por puro vicio deje al descubierto su raja y comencé a pasar mi lengua por todo aquel calor incidiendo en su esfínter que tantas veces había chupado en nuestras sesiones de sexo. 

Enseguida tuvo su primer orgasmo mientras seguía cabalgando aquel pollón y yo le comía el culo cuando sintió segundo orgasmo se apresuró a salir de él y poniéndose sentada sobre el sofá levantó sus piernas y me indicó que se lo comiese pude sentir sus jugos como siempre aquel sabor maravilloso y en el acto pidió a su amante que la follase. 

Desde donde encontraba podía ver aquella penetración brutal que estaba disfrutando mi mujer su amante y ahora yo viéndolo. 

Ella tuvo otro orgasmo y cuando anunciaba otro más el también tuvo el suyo viendo como de su coño deslizaba aquel líquido blanquecino él salió de ella presentándose en el sofá y ordenándome que el coño de mi mujer. 

No voy a decir que no me diese asco el empezar a hacerlo pero a su vez ya sabía que lo había hecho anteriormente y ahora era para satisfacer los deseos de mi mujer así que comencé a recoger toda aquella leche que se deslizaba hasta su esfínter subiendo y sorbiendo el interior de su coño durante un buen rato hasta conseguir limpiarlo y darle otro orgasmo a mi mujer. 

Aquella polla permaneció tiesa completamente humedecida por el interior de la vagina de mi mujer y en su punta todavía se apreciaba algunas gotas de leche que el hombre me indicó limpiar. 

Cuando chupé aquella polla el sabor de la familiar jugos con leche mezclados y luego terminé de él limpiar lo que podía tener por salir.

Alfonso se mostraba muy satisfecho besándolos a más y diciendo frases como que ahora ya tenía dos putitas a quien follar. 

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