
Por
Anónimo
El poder despoja a quien no lo tiene.
Siendo este mi último año en el liceo, me encontraba castigado en detención desde la última semana. Este día, me tocaba realizar aquellas labores despreciadas por el área de intendencia, en la ignorada bodega que se encontraba ubicada de forma contigua a la dirección escolar, para ser exactos; Me asignaron a ordenar un área que llevaba décadas sin que siquiera sacudieran el polvo y las telarañas, en especial un gran anaquel que está ubicado al fondo. Pronto descubrí que aquel muro comunicaba a la oficina de la señora Winter. Mujer que está a cargo de la dirección académica y administrativa del plantel.
Mi labor consistía, en acomodar las cajas que se encontraban contenidas en una serie de repisas, apoyadas en dicho muro. Nunca esperé que al mover una de esas cajas ubicadas en la parte superior, hallaría una rejilla de ventilación que comunicaba a la oficina de la señora Winter. Desde la misma, hay un punto donde se puede apreciar una vista general de ese despacho. Estamos hablando que si ubicaras una cámara de seguridad en el punto al que me refiero, cubrirías todo lo necesario para obtener una buena vigilancia.
Grata fue mi sorpresa, al ver que la directora Winter ingresaba a su oficina. En silencio observé el modo en el cual se desplazaba muy propia con elegancia felina, inmediatamente después de haber cerrado la puerta, se levantó la falda por encima de la cintura, con intención de acomodarse las medias que estaban sujetas a un liguero, que llevaba puesto por debajo de sus bragas.
Me impresionaba el poder comprobar, aquello que hubo rondado durante mi estancia en el liceo respecto a lo que ella, elegía llevar por debajo de la formalidad de su atuendo para desempeñar sus funciones como directora. Mis ojos pudieron recrearse al notar, que en efecto ella es poseedora de un lindo par de muslos, pálidos y rozagantes en contraste con las relucientes medias, que le daban ese aspecto de sensual sofisticación que adquieren las mujeres al usar dichos artículos, como parte de su arreglo personal.
Ella parecía estar muy interesada en resaltar lo impecable de su habitual apariencia. Parecía no estar satisfecha con el modo en que lucía particularmente en ese momento, se dirigió a la puerta para correr el pestillo de la misma, sacó de su armario un aparato el cual segundos después de haberlo encendido, despedía vapor de una manguera.
Cuidadosamente, sus manos retiraban la falda de su bien formado cuerpo, ubicando la prenda en cierta posición en un gancho que tenía dispuesto aquella máquina de vapor, con la cual recorrió diligentemente el has que provenía de la manguera, hasta que la tela estuviera completamente lisa. Al terminar con la falda, se despojó de la sobria blusa que vestía con la intención de aplicarle el mismo tratamiento, el cual observé detenidamente mientras ella lo realizaba majestuosa en bragas y sujetador. ¡No podía creer mi buena suerte al estar contemplando aquello!
Mi respiración parecía detenerse, al captar cada instante con la cámara de mi teléfono móvil. En cuanto ella, se tomaba unos minutos para acomodar cada prenda, que aun llevaba puesta, alineó cuidadosamente la pretina de sus bragas, sus delicadas manos alisaban la sobria prenda para que esta adquiriera la misma tersura de su piel. Enseguida, ajustaba sus senos dentro de aquel sujetador, éstos tenían un espléndido aspecto bajo la cobertura de esas delicadas copas de encaje.
Luego se inclinó, sus manos se ocupaban de sus piernas rozagantes y bien tonificadas, poniendo especial énfasis en la correcta tensión y simetría, de los tirantes sujetos a su liguero y sujetaban sus medias. Tras haber asegurado a su entera satisfacción, el que toda su lencería se encontrara en perfecto orden. Enseguida estaba armada con un espejo de mano, con el cual empezó a retocar su maquillaje y se aseguraba que su cabello luciera perfectamente bien peinado.
Las acciones continuaron sobre su escritorio de una forma sistemática. Pude notar en ella, cierto fanatismo por el orden, lo cual me explicaba una buena parte de su comportamiento marcial, que rayaba en lo obsesivo en su gestión como directora del plantel.
Se tomó unos breves instantes para apreciar frente al espejo, que toda su apariencia mostrara un alto nivel de pulcritud y sofisticada sensualidad. Enseguida, comenzaba a vestirse y al terminar, guardó con delicadeza aquella máquina de vapor con la que su atuendo parecía haber sido recién recogido de la tintorería.
Pocos minutos después de haber retirado el pestillo, mientras revisaba unos documentos que había sacado de su archivero, apareció en la puerta Nancy, la dulce asistente administrativa. Una mujer de mediana edad que parecía ser parte de los activos de la escuela, muy entregada a su trabajo y que siempre tenía una cálida actitud para quien tuviera la mala suerte, de haber sido enviado a la dirección escolar por cuestiones de conducta.
Nancy anunciaba la llegada de un peculiar sujeto, cuya presencia parecía ser de gran importancia, ya que eso explicaba el motivo por el cual, la directora Winter había estado reparando en todos esos detalles que he mencionado.
Mis sentidos no daban crédito a lo que atestiguaron; la mujer se encontraba sentada en su escritorio, mientras del otro lado se encontraba aquel misterioso hombre con facha de ejecutivo de alguna corporación. Hasta ahí, no hay nada irregular, ni fuera de lugar. Pero el diálogo era perfectamente audible para mí. Básicamente, este elegante sujeto de impecable apariencia y finas maneras. Le entregaba un sobre amarillo, repleto de billetes que había sacado de su costoso portafolio, mientras la conversación giraba en torno a unos contratos relacionados, a la compra de mobiliario nuevo y de la próxima remodelación del gimnasio escolar.
La señora Winter se comprometió a darle preferencia ante la próxima reunión de la junta escolar, a la compañía que este sujeto representa. Con una arrogante sonrisa iluminando su rostro, argumentaba;
” No te preocupes por ese grupo de imbéciles. ¡Están bajo mi entero control! Llevo años haciéndolos comer de mi mano, al igual que a esos entrometidos del comité de padres de familia.” –Dijo ella con tanta seguridad.
Vi como el rostro del hombre se iluminaba ante esas palabras, y le prometió a la señora Winter una suma, que doblaba la contenida en el sobre, una vez que se firmara el contrato con la aprobación de la junta escolar, que tendría lugar la próxima semana.
El tono de la directora, se tornaba inusualmente amigable con aquel sujeto, que sugería una formal invitación a cenar. Con el único motivo de aclarar ciertos detalles y presentarla formalmente con los altos directivos de la firma involucrada en este asunto. La directora estaba de pie frente a él, recargada en su escritorio, enseguida adoptaba cierta postura sugerente y juguetona.
De inmediato vi una transformación en aquella estricta mujer, su rostro pareció iluminarse mientras se inclinaba para susurrarle algo al oído de aquel hombre, que suavizaba su postura. Solo pude imaginar que además del contrato, habría alguna clase de postre muy especial tras aquella cena.
Y esto lo asumo, por la forma en que vi iluminarse la mirada de aquel hombre y el modo en que le sonreía en respuesta a su sensual interlocutora, mientras ella continuaba inclinada frente a él y le acariciaba un brazo, permitiéndole ver sutilmente el interior de su blusa. Mi sentido común me sugería, que aquel ritual que llevó a cabo ajustando su lencería minutos atrás, así como la reciente insinuación en la apertura de su falda, cuando se asomaron sus medias sujetas por un liguero, estaba implícita una promesa no pronunciada, de lo mucho que irían a divertirse dentro de un par de noches, cuando se efectuaría dicha cena.
Solo que, para tal ocasión, estas serían de color negro y vendrían complementadas, con un diminuto set de encajes a juego, para que la señora Winter, pueda agasajar debidamente a su misterioso benefactor financiero.
Evité hacer cualquier clase de ruido mientras esperaba, que ellos dos abandonaran la oficina, posteriormente volví a acomodar las cajas en la repisa y llevé a destruir el archivo muerto, tal como se me había encomendado.
Ahora me explicaba tantas cosas, y me fue inevitable ligar la reciente compra de aquel auto nuevo de la señora Winter el mes pasado, misma que coincidía con los trabajos realizados en el campus, los cuales fueron concluidos, precisamente la semana pasada.
Parte de mi periodo en detención, me obligaba a reportar mis actividades al final de la jornada directamente con la señora Winter. Para que esta supervisara de mala gana y con su distintivo aire de arrogancia, toda la serie de trabajos forzados a los que me vi comprometido a realizar. Todo esto fue acordado a cambio, de no ser expulsado luego de la negociación realizada por mis padres con la directora del liceo. Tras haber sido acusado y encontrado culpable, de haber detonado una bomba apestosa en los vestidores, justo cuando las chicas de mi clase, se encontraban en las duchas. Tal como se acostumbraba luego de la clase de deportes.
Fue solo una travesura inocente, que le resultaría divertida a todo el plantel escolar. El efecto se potenció, en cuanto agregué un poco de humo a esa parte del edificio, con la ayuda de una granada anti disturbios, que previamente sustraje del arsenal del padre de mi vecino. Enseguida soné la alarma de incendios, tras haber sustraído las toallas de los vestidores, esto ocasionó todo un espectáculo nudista que, dicho sea de paso; Le llevó un grato deleite visual a todos mis compañeros de escuela.
El protocolo de incendios dictaba que todo aquel que se encontrara en las instalaciones escolares, debía ponerse a salvo en los campos deportivos, justo en donde se apreciaba como un nutrido grupo de chicas completamente desnudas, gritaban escandalizadas y hacían de todo para cubrirse con los brazos, conforme los demás estudiantes iban llegando a ese punto para disfrutar de aquel despliegue de exuberancia juvenil de las alumnas que se graduaban ese mismo año.
Sobra decir que tuve la precaución de asegurarme, que todas mis victimas fueran mayores de edad, eso me había salvado de enfrentar cierta clase de problemas legales, al momento en que mis compañeros iban poniendo a funcionar las cámaras de sus teléfonos móviles, con la intención de inmortalizar aquel acontecimiento.
Hubo quienes quisieron levantarme cargos criminales, en cuanto las imágenes captadas por algunos condiscípulos, empezaron a filtrarse en la red ese mismo día, convirtiéndose en una clase de trending topic, que ocasionó mucho revuelo en algunos medios informativos. Incluso en algunos de cobertura nacional.
No era mi culpa que muchas de las chicas, tuvieran cuerpos de tan sublime perfección anatómica. Considero que varias de mis compañeras, deberían estar agradecidas conmigo, a causa de la exposición que les acarreó sustanciales ofertas para el modelaje, a más de una de ellas. Y en el caso de Jenny Konowsky; ella ahora goza la afectuosa caricia de los reflectores, mientras comienza una carrera en la industria del entretenimiento para adultos.
Tal ha sido su éxito en el último mes, que incluso ha dejado los estudios para dedicarse por completo a su nueva actividad. Y la última vez que la vi, ella iba a bordo de un fabuloso auto convertible, que pagó con el anticipo de su jugoso contrato con una afamada compañía productora. Ya no se diga, toda la clase de artículos de lujo que presume diariamente en su cuenta de Instagram, en donde publica fotos con la mínima cantidad de tela sobre su cuerpo, tal como lo permiten los lineamientos de esa red social.
Y en otros casos como el de las chicas de mi salón de clase, que ahora se jactan de ser “Influencers.” y todas sus publicaciones, las hacen posando muy ligeras de prendas. Muchas de ellas, ahora tienen patrocinio de firmas como Maclaclan’s, un famoso fabricante de lencería, que ha lanzado una línea de prendas enfocada a resaltar, la sensualidad de las chicas universitarias. Cabe decir que sus ventas han despuntado de forma asombrosa en las últimas semanas.
¿Y que he recibido a cambio de ser el factor que las ayudó a volverse famosas? ¡Un periodo de dos meses de castigo! ¿A caso yo las he obligado a posar todos los días en bragas para sus cuentas de Instagram?
Ni las gracias he recibido por parte de ninguna de ellas, a cambio de ayudarlas a capitalizar sus cuentas bancarias mediante la cotidiana validación de su reciente exhibicionismo. Pero de alguna manera, la vida me ha traído otra clase de recompensa, la cual aproveché justo este día.
La señora Winter apareció por el corredor, mientras me encontraba de pie aguardando junto a la puerta de su oficina. Debo confesar, que su actitud colmada con desdén y ese aire de suficiencia que ella demuestra en todo momento, le dan cierto encanto que me producen una insólita clase de placer culposo cuando la veo.
Desde luego que esta altiva mujer, a ssus gloriosos45 años de edad. Sabe perfectamente, cuál es el mejor modo de sacarle el mayor provecho en lo que respecta a lucir sus atributos físicos. No me avergüenza en lo absoluto el reconocer aquí, lo hipnótico que me resulta el modo cadencioso en el que ella camina. Nunca pude dejar de imaginar, qué clase de prendas lleva puestas bajo la sobriedad de esa falda negra y la formalidad de las elegantes blusas que siempre utiliza para trabajar.
Mismas que pude apreciar con singular regocijo, este día. Quisiera elogiarla por todo lo que ella eligió vestir para esa reunión, con aquel sujeto que pude presenciar en secreto.
Le sonrío con cierta displicencia, en cuanto percibo la altivez de su mirada al encontrarse conmigo en la puerta de su oficina. Ella con su altiva actitud, me indica que pase y le dé razón detallada, de toda mi labor ese día.
Contrario al protocolo habitual de nuestras obligadas reuniones. En esa ocasión me dispuse a tomar asiento, su reacción inmediata, fue justo la que me esperaba con su típica voz de mando preñada de autoridad:
“¿Quién te ha dicho que puedes sentarte? ¡Esto no es ninguna visita social! “–Dijo ella enardecida.
La cínica sonrisa iluminando mi rostro, fue algo que detonó un iracundo relámpago en toda su deliciosa expresión corporal. No entiendo el origen del placer que me llega a producir, el hecho de ver a esa mujer cuando está exaltada. Fue en ese momento cuando mi sonrisa se potenció al extender mi brazo y mostrarle el video en mi teléfono.
En donde se puede ver con toda claridad digital, a la intachable y digna directora del plantel, recibiendo un sobre lleno de billetes y comprometiéndose a otorgar ciertos contratos, saltándose la autoridad de la junta escolar.
“Creo que fue usted, quien deseaba levantar cargos criminales en mi contra. Me pregunto qué harían con usted la junta escolar y el comité de padres de familia, si este video llega a salir a la luz pública.” –Le dije en un tono irónico.
Bárbara Winter explotó como reacción inmediata, y juro que nunca me había parecido tan atractiva hasta ese momento. El modo en que se agitaban sus senos mientras su rostro se enrojecía y esa voz colmada de autoridad que no dudó en usar, mientras me exigía entregarle mi teléfono.
“Puedes tomarlo y si así lo deseas… ¡Úsalo para llamar a la policía! Tal vez se cumpla tu deseo de enfrentarme a la justicia. Bárbara, al parecer ¡Te excita comportarte como una perra! Es tu oportunidad, no la desperdicies.”
“Que osadía la tuya, faltarme al respeto de esa manera. ¡Desde luego que no saldrás bien librado de esta! Pienso llamar primero a tus padres, conservaré este teléfono como medida de precaución. ¡Tu vida está arruinada imbécil y arrogante criatura! –Dijo ella encolerizada.
“¿Sabes? ya tengo cumplida la mayoría de edad. A mis padres, les encantará verte recibiendo un soborno en efectivo. Si la memoria no me falla, ellos pertenecen a la mesa directiva del entrometido comité de padres, ante la evidencia. Ellos fascinados, pedirán que se realice una auditoría de todas tus finanzas personales, mismas que han mejorado desde que comenzaron las constantes remodelaciones en el plantel escolar.” –Le respondí en forma burlona.
“¡Eres un estúpido y un malcriado! Tengo en mi poder la evidencia, solo mira como borro el archivo. ¡No tienes absolutamente ninguna evidencia en mi contra! En cambio, voy a disfrutar cuando lleguen tus padres a suplicarme, que te permita concluir el curso.” –Dijo ella con ese aire de exaltada arrogancia.
¿Qué diablos me sucede? Estoy siendo amenazado por esta mujer, y solo pienso en cuan atractiva luce, mientras vocifera sus planes para arruinarme la vida, por el hecho de haber tenido la osadía de pretender chantajearla.
“¿Y sabes qué? Después de hacerme del rogar. Yo misma, haré que tu madre en persona, sea quien te azote en mi presencia. ¡Y tú estarás con el culo desnudo suplicando clemencia!” –Agregó.
Su voz estaba llena de seguridad al momento de exclamar aquello, mientras sacaba un fuete de caballería del cajón de su escritorio, con la intención de demostrar cuan en serio estaba hablando.
“No solo eso, ¡Harás trabajos forzados para mí el resto del año! Y creo que los harás en calzoncillos, o mejor aún… ¡Lo harás en cueros! Después de lo que le hiciste a las chicas de tu clase… ¡Es lo menos que te mereces, sucia y pervertida criatura!” –Dijo ella mirándome con fuego brotando de sus ojos.
Percibí ciertas inclinaciones en la señora Winter por la dominación y el goce producido por la humillación de otro, como un medio para demostrar su poderío. No puedo negar, cuanto me excitaba escucharla hacer esa clase de insinuaciones.
“Y como ya eres mayor de edad, significa que todo será entre adultos. Y van a ser tus propios padres, quienes me otorguen ese derecho. Lo harán sin replicar, con tal de que no te eche a la calle y perjudique tu expediente… ¡Desde hoy serás mi perra!” –Añadió ella enérgicamente.
Se le veía extasiada mientras acariciaba con cierta perversidad, aquel fuete de caballería entre sus delicadas manos, imaginé su afición al cuero ciñéndose a su bien formada figura de mujer madura.
¡Qué bien ha sabido ocultar sus aficiones fetichistas! Por un instante, quise alimentar su perversidad solo para saber, hasta dónde es capaz de llegar.
“No por favor señora Winter. ¡Haré lo que sea para evitarles a mis padres la mortificación! Es evidente que estoy a su merced, usted dispondrá cual es la pena que amerita mi falta.” –Dije en tono de resignación.
La señora Winter se sonrió al ver que empezaba a doblegarme, caminó a mí alrededor y sentí el poder de su mirada inquisidora, me sentía envuelto en el aroma de su perfume. El ritmo de su respiración podía palparse en aquellos silenciosos instantes, en donde el sonido de las pisadas de sus tacones, eran lo único que podía escuchar.
“Creo que no debí mostrarle el video señora Winter, haré los trabajos forzados hasta el final del año.” –Le dije al momento de entregarle mis pantalones en actitud de sometimiento.
Su rostro se iluminaba al ver la prueba de mi rendición, se llenaba de seguridad al ver como su autoridad se imponía de inmediato, ante la insolencia de un estudiante, que además de problemático, quiso pasarse de listo con ella al intentar de forma fallida extorsionarla.
“Veo que tienes intención de enmendar tu falta ante mí. ¿Sabes? me parece muy bien que seas tú, quien tenga la iniciativa de mostrarte sumiso, al entregarme algo tan importante, como lo son tus pantalones. ¡Ahora inclínate con las manos sobre el escritorio!” –Exclamó ella en un tono preñado de autoridad.
“Desde luego señora Winter, usted manda.” –Dije al momento de inclinarme.
Solo sentí sus manos deslizando hacia abajo mi ropa interior, mientras mis nalgas iban quedando expuestas. Era palpable el modo en que ella disfrutaba lo que estaba haciendo al verme sometido a su caprichosa voluntad, enseguida su fuete se deslizaba sobre mi piel, como si estuviera explorando el terreno que se encontraba por doblegar bajo su dominio.
“Parece que no soy la única que está gozando de esta situación, veo esa firme intención gestándose erguida entre tus piernas. ¡Adoro el momento en que un hombre se vuelve escultura bajo mi potestad!” –Dijo al pasear el fuete en mi incipiente erección.
Enseguida me indicó que debía desnudarme por completo, si deseaba que ella considerara empezar a calmar su enojo conmigo. El fuete seguía recorriendo mi piel con cierta suavidad, su mirada penetrante, parecía estar complacida acariciando mi carne mientras ella continuaba hablando. La obedecí dócilmente, con la única intención de seguirle el juego, me divertí observando su reacción en cuanto vio refrendado su poder sobre mí. Sus ojos eran incapaces de ocultar el regocijo producido por un cuerpo joven e inexperto, que se encontraba ante ella, sumiso a su entera y perversa disposición.
“Tomaré estas prendas como una ofrenda de tu parte. Debes saber que, desde hoy, ¡Me perteneces! Ahora pienso enseñarte el valor de la disciplina. Y si logras cumplir con mis expectativas, quizás pueda tener cierta clemencia contigo, al dejarte jugar para mí, con esa palpitante ansiedad juvenil que refleja esa polla de la cual te muestras tan orgulloso.” –Dijo ella con cierta perversidad en su voz.
“Es una verdadera pena, que el original de ese video esté alojado en la nube, usted me tiene a su merced. ¿Pero ha pensado en lo que va a ocurrirle después de que ese video empiece a circular por la red? Principalmente, cuando llegue a manos de algún reportero insidioso, de esos que gozan hacerse de un nombre, tras dar a conocer un escándalo de corrupción.” –Le dije en forma burlona.
Sentí el primer azote sobre mi culo desnudo, tras haber dicho eso. El dolor no se parecía a nada de lo que haya conocido hasta ese momento, el ardiente enrojecimiento invadía a mi carne en la forma de una línea que atravesaba mis mejillas. No le iba a dar el placer de oírme gritar, por lo que contuve mi reacción, pese a lo mucho que me dolió ese primer azote.
“¡Como te atreves a estar fanfarroneando con eso! Yo misma he destruido tu archivo.” –Dijo ella en tono burlón. Enseguida hizo que me arrodillara frente a ella.
“Es obvio que la tecnología te ha rebasado. No iba a cometer la estupidez de soltar mi teléfono móvil, sin antes haber hecho un respaldo de mi información, tras haberla protegido con una contraseña. ¿En qué mundo vives? ¡Estúpida y sádica enferma!” –Exclamé.
“Eso lo dices porque te sabes perdido. ¡Ahora vas a lamentar tu insolencia!” –Exclamó antes de darme el segundo azote.
“Podemos seguir así todo el día, nuestra conversación está siendo grabada por mi teléfono y el archivo se aloja también en la nube. Mismo que será transmitido a todos mis contactos junto con el video, dentro de dos horas. ¡A menos que lleguemos aquí a un buen acuerdo que garantice mi discreción!” –Le dije lleno de seguridad en mis aseveraciones.”
“Sigues alardeando, ¡Ni creas que caeré en tu estúpido juego!” –Respondió indignada.
“¡No es ningún alarde! Solo es mi póliza de seguro para demostrarte, que el poder arruina a quienes creen poseerlo. Ya puse una vez de cabeza esta escuela. ¡Puedo hacerle algo peor a tu carrera si no te detienes ahora!” –Exclamé al momento de hacerme a un lado para esquivar el azote y ponerme de pie.
Pude escuchar como el fuete de caballería cayó al suelo y rebotó, enseguida miré sobre mi hombro a la Señora Winter. Esta empezaba a palidecer al ponerse a pensar en mis palabras.
Ante su incredulidad, tomé mi teléfono y descargué una copia del video para demostrarle la veracidad de mis aseveraciones. Ella se quedó pasmada al comprobar, cuan en serio fue todo lo dicho por mí. De pronto, su actitud amenazante se desvanecía.
“Creo que la hegemonía en esta oficina, acaba de cambiar de persona… admito que tienes estilo al momento de imponerte, y creo que iremos por esa línea.” –Le dije al momento de ponerme frente a ella y mostrarle que no le temía en lo absoluto.
“¿No entiendo de que estás hablando?” –Respondió extrañada.
“No nos hagamos tontos Bárbara. Ya somos adultos. ¡Te fascina tener a tus víctimas en cueros! Bien, ya viste lo mío y parece gustarte cuan duro me has puesto. Me alegra que notes la necesidad que tenemos de llegar a un arreglo. “–Le dije mientras alardeaba de mi erección frente a ella.
“¡Fíjate muy bien en la forma de cómo te diriges a mí! En efecto, tu video existe, pero eso no te da ningún derecho de propasarte conmigo. ¡Soy la directora de esta escuela!” ¡Sucio y arrogante chantajista! No esperes que empiece a masturbarte.” –Exclamó intentando ocultar su nerviosismo ante lo que yo podría exigir a cambio de mi silencio.
Detecté cierta inseguridad en ella, era lógico. Acabo de quitarle todo el control que pensó tener sobre mí, era evidente que mi erección la descontrolaba, y tuvo el desatino de hacérmelo notar.
“Bárbara, ya no estás en posición de exigir nada.” –Le dije mientras me acomodaba en su mullida silla ejecutiva.”
“Está bien, ya que has demostrado tu punto. Lo correcto es que ambos discutamos los términos de un acuerdo.” –Dijo ella con cierta amargura en su paulatina resignación.
“¡Ya era hora de que llegaras a ese punto! Creo que, para empezar, estás demasiado vestida para negociar conmigo los términos de tu rendición. ¡Entrégame tu falda!” –Le indiqué con la misma autoridad, con la que ella hablaba.
“¿Mi falda? ¡No puedes estar hablando en serio! De ninguna manera sucederá eso.” –Exclamó con voz temblorosa.
“Claro que lo digo muy en serio. ¿Recuerdas cuando dijiste que tengo una mente criminal? Creo que acertaste en tu comentario. Jamás debiste darme esa mala idea, mientras vociferabas respectoa lass humillantes formas punitivas, que ansiabas aplicar sobre mí, con la aprobación de mis padres. Ahora es mi turno de verte en pelotas. Seré tu verdugo, como pretendías serlo conmigo. Pero claro, que siempre podrás negarte a mis peticiones, si consideras que me estoy excediendo contigo. ¡No necesitas hacer nada! El video será publicado antes de dos horas. ¡Tú eliges!” –Le dije señalando el reloj.
Ella se quedó petrificada sin poder dar crédito a mis palabras, mientras me agachaba para tomar el fuete.
“¡Ahora tú me perteneces! Solo recuerdo lo que le sucedió al asistente de la alcaldesa, aquel que fue filmado recibiendo billetes a cambio de ciertos contratos. Creo que lo enjuiciaron y condenaron… ¿Si te enteraste de eso?”-Le dije en tono burlón mientras me estaba vistiendo.
“Si, si lo recuerdo. Pero no es necesario que lleguemos a eso. ¡Podemos resolver esto de forma civilizada! Si me entregas el original, prometo olvidarme de todo. ¡Incluso te graduarás con honores! Yo puedo arreglarlo, ¿Sabes? Podemos ayudarnos mutuamente, ¡Como amigos!” –Exclamó al ver la plena seriedad en mi actitud.
“¿Amigos?”-Le respondí extrañado.
“Claro, ahora tenemos algo muy importante en común. Y me gusta ser buena cuando mis amigos hacen algo lindo por mí.” –Dijo en tono juguetón y con cierta picardía reluciendo en su mirada mientras se acercaba, pude sentir una de sus manos que comenzaba acariciarme.
De inmediato percibí cierta intención manipuladora de su parte para sacarme el archivo original, y de ese modo salvar su pellejo.
“Suena tentadora tu propuesta, por el momento detendré la publicación a todos mis contactos, para demostrarte mi buena voluntad. Pero primero debes hacer lo que te pedí. ¡Vamos, desvístete!” – Exclamé impaciente.
“¿No crees que estás exagerando las cosas? ¡Soy una mujer decente y recatada! Además, ¡Soy la directora de esta escuela! No es correcto, que me quite la ropa frente a mis estudiantes. ¡En especial aquí en mi oficina!” –Dijo ella en el tono en que hablaría una chica regañada que se sabe en problemas.
“No te pareció exagerado todo lo que dijiste, ni te lo pareció al ponerme con el culo desnudo para que me azotaras justo en esta oficina. ¡Tú misma has puesto la pauta de lo que te va a suceder! Y no tendrás ningún problema en desnudarte para tus amigos. ¿O sí?” –Le dije al mostrarle la parte del video en que ella estaba susurrando algo al oído del misterioso sujeto de su reunión.
Ella deseaba negociar, se negaba a creer que su poder había salido por la ventana, y a mí la situación de tener el control, me estaba excitando. Creo que ella me había contagiado de su afición a ejercer el poder subyugando a otros. Y en este caso se trataba de una figura de autoridad, que además me parecía todo un portento femenino, pese a la notoria diferencia de edad.
“Te diré que ese pobre infeliz estaría explotando de gratitud acatando mis órdenes, si tan solo alguien le hubiera ofrecido lo mismo que ahora te ofrezco. En cambio, ese sujeto ahora mismo, viste un traje naranja y debe cuidarse el culo diariamente en las duchas del centro recreativo, a donde un juez lo envió de vacaciones, por un prolongado periodo de tiempo.”
La señora Winter se sabía acorralada, sabía que su única salvación era acatar mis indicaciones. Su renuencia era completamente inútil. Era mayor su temor a perderlo todo, si ese video era dado a conocer, ella no tuvo más remedio que entregarme su falda.
Mi sensual percepción de ella, creció en cuanto la vi de cerca en esas bragas blancas y las ligas que sostenían sus medias quedaban al descubierto, enseguida le señalé que las bragas también debían estar fuera de su alcance y no me disponía hacerle concesión alguna. Eventualmente, ella debía quedar desnuda, pero eso no me impedía disfrutar de su nerviosismo durante el proceso. Después de todo… ella fue quien propuso varios meses de trabajos forzados sin ropa de por medio para el penitente.
Totalmente en contra de su sentido común y de su voluntad, ella se agachó en cuanto sus bragas llegaron al piso, pude ver la humedad que resplandecía en aquel carnoso coño completamente afeitado, asomándose entre sus redondas nalgas.
Quizás no sea muy común que alguien reconozca abiertamente, el hecho de sentir atracción por una mujer mayor, que resulta ser la directora de tu escuela. Habrá quienes encuentren moralmente incorrecto mi proceder, tan cuestionable ante esta situación. Lo correcto sería dar parte a las autoridades respecto a lo que he visto y puedo demostrar.
Ahora que ha dejado de importarme cuan inmoral me he convertido, por el hecho de chantajear a una mujer de su posición, tras haber atestiguado su participación en semejante acto de corrupción. ¿Pero quién puede culparme? Tengo 18 años de edad y ¡La tía está buenísima!
Hoy decidí tirar la culpabilidad por la ventana, tras haber pasado años imaginándola en paños menores cada vez que se pavoneaba, al hacer su aburrido discurso de inicio de clases durante los últimos otoños. Desde que ingresé al liceo, tengo debilidad por imaginarla desnuda cuando está reprendiendo a alguien en los pasillos, por cuestiones de conducta.
Después de todo, solo quiero darle una sopa de su propia medicina y abusar un poco del privilegio que me otorga, el haberla despojado de su sitio de poder en esta ecuación. Ahora solo quiero que ella misma sea quien se despoje de su ropa, solo para mi placer visual.
Ella estaba frente a mí, mostrando su impotencia y nerviosismo, mientras ahuecaba las manos sobre su coño, tras haber entregado la falda y también sus bragas. La miré a los ojos mientras el aroma de su piel, se propagaba por todo el ambiente de esa oficina.
“¿Qué sucede contigo? Si temías que notara esa concha calva que se está humedeciendo, ¡Es demasiado tarde! Además, si has puesto cierto esmero en acicalarla de esa manera. ¡Es porque tienes intenciones de mostrarla! Prometo guardar el secreto, como un favor especial para ti.” –Dije al momento de retirarle las manos ayudándome con su fuete.
“¡Esto es un abuso y un total atropello a mi persona! Qué manera tan ruin has encontrado de socavar mi autoridad. Y es peor la forma en que has querido sacar ventaja de todo esto, al denigrarme en mi propia oficina, solo para tu placer personal.” –Dijo ella indignada.
“¡¿Te parece indignante?! Claro, lo dices porque estás del lado que debe someterse, ahora que has reconocido cuan en desventaja te encuentras. Dime, ¿Qué se siente? Hazlo mientras vas poniendo en el escritorio el resto de tus prendas. Siento un poco de curiosidad por ver si esas tetas, lucen tan alegres sin la ayuda de tu sujetador.” –Le dije en tono burlón.
No olvidaré el ardor en su mirada y la mueca en sus labios, cuando ella dolorosamente resignada, empezó a seguir mis indicaciones y de forma ordenada, dobló cada prenda que se quitó y la depositó sobre el escritorio.
Me impresionó la armoniosa forma en que la madre naturaleza había premiado a esa mujer y ahora me premiaba con la contemplación de su belleza, era obvio que no era ninguna jovencita. Pero ella era tal como me la había imaginado, una vez que la pude contemplar desprovista de todas sus prendas.
“¡Ya tienes lo que deseabas! Ahora que me has visto expuesta. ¡Podrás hacerte la paja de tu vida! Y supongo que tu orgullo herido, ya habrá obtenido una satisfacción, tras mi reciente agravio hacia ti. Tu castigo ha terminado, si me lo permites, deseo volver a vestirme… ¡Haremos de cuenta que no ha sucedido nada!” –Dijo ella con intención de acabar con la tensa situación.
“Nada de eso Bárbara, verás. Las cosas no son tan sencillas como quieres hacerme creer. ¡Tú falta es bastante grave! Creo que habías dicho algo respecto a hacer trabajos forzados hasta el final del curso. Ah… y también dijiste algo sobre lo mucho que te complacería, si la penitencia se realizaba al desnudo.”
“¡No puedes estar hablando en serio!” –Exclamó ella escandalizada.
“Fue idea tuya, también dijiste que podría graduarme con honores. Y creo que no me vendría nada mal, una buena recomendación de tu parte con cierta universidad que mi madre tiene en mente. Ella tiene mucha ilusión de que yo asista a su alma mater, y no quisiera defraudar sus deseos.” –Le dije.
“Está bien, te daré lo que pides. ¿Puedo volver a vestirme ahora? ¡Por favor!” –Dijo ella resignada.
“¡Nada de eso! Todas nuestras acciones tienen consecuencias. No querrás una auditoría analizando tus estados financieros, ni tampoco creo conveniente que debas explicarles a ciertas personas, de donde salió el dinero para ese lindo auto nuevo que se encuentra estacionado en el lugar del director. Mucho menos creo adecuado para ti, el tener que explicar acerca de aquel sobre amarillo que contiene poco más de 10 mil coronas, el mismo que guardaste en ese fino bolso de cuero italiano, que veo sobre el escritorio. ¿Te imaginas tener que invertir tanto esfuerzo en dar todas esas explicaciones?” –Agregué.
“Si es por el dinero. ¡Es todo tuyo! Por favor, deseo terminar con esto cuanto antes.” –Me respondió exasperada.
“No hago esto por el dinero. Esa suma, no paga ni una fracción de tu felonía y bien lo sabes. Pero podríamos hacer un buen uso del mismo y del próximo sobre, que estás por recibir.” –Respondí.
“¿Qué tienes en mente?” –Dijo ella de mala gana.
“Hay tantas causas humanitarias esperando recibir ayuda, y tantas mejoras que necesita el edificio escolar. Creo que te falta recibir varios sobres llenos de efectivo, que podremos ir destinando a cosas como; el cáncer infantil, el cáncer de próstata, las mujeres maltratadas. Comprende que, de ese modo, iremos limpiando tu consciencia. Ahora ¡Debes obedecerme!” –Le dije.
“¡Te has vuelto loco! ¿Pretendes regalar mi dinero? ¡Vaya que has resultado muy espléndido con lo que no es tuyo! Eso no va a suceder, claro que no.” –Exclamó enfurecida.
“Te recuerdo que has perdido cualquier facultad de elección aquí. ¡Eres mi perra! O ¿Prefieres enfrentarte a las autoridades competentes?” –Le dije de forma calmada.
Fue encantadora la mueca de resignación, que esbozó en sus labios de tan mala gana ante mis palabras. Se sabía vencida y humillada, su única salida era complacer todas y cada una de mis órdenes.
Tomé asiento en el mullido sofá de su despacho, luego le indiqué recorrer su oficina caminando del mismo modo altivo, que la distingue cuando recorre los pasillos del liceo. Deseaba ver cuán dispuesta se encontraba de seguir mis indicaciones, por absurdas que estas fueran.
Noté el modo en que sus delicados pezones, parecían encenderse al ritmo en que esas redondas tetas se agitaban rebotando conforme caminaba. Al finalizar su pasarela nudista, la invité a poner su vientre sobre mi regazo con la excusa de tenerla cerca. Al instante, ella intuyó mis intenciones de azotar esas redondas nalgas. Y no iba a resistirme a cambiarle el color a ese pálido culo que ansiaba enrojecerse con unas buenas nalgadas. La estuve azotando hasta que me dolió la mano.
Posteriormente debió inclinarse con las manos sobre su escritorio con las piernas abiertas, constaté pese a su reticencia, la forma en que sus jugos escurrían por aquellos bien formados muslos. ¡A la mujer le calentaba en secreto haber adoptado el papel de sumisa ante su estudiante!
Deslicé gentilmente el fuete entre sus piernas, comenzando desde abajo y jugueteaba en los lugares mayormente humedecidos, pude escuchar un gritito y una serie de gemidos conforme el fuete acariciaba ciertas áreas.
“Al parecer estás disfrutando de esto tanto como yo. ¡No seas tímida al respecto! Es tu cuerpo expresándose sin tu permiso ante su amigo el dominio.” –Le dije.
La vi temblar mientras continuaba jadeando, le avergonzaba tanto el hecho de que me percatara de su excitación, una vez que la había sometido por completo. Esta vergüenza se acrecentó, en cuanto me vio hurgar en los cajones de su escritorio y me encontré con un diminuto vibrador de baterías, estaba completamente nuevo y aun se encontraba en su caja.
“¡No es lo que piensas! Eso no es mío, se lo confisqué a una de tus compañeras esta mañana.” –Exclamó nerviosa y llena de vergüenza.
“Vamos a jugar a algo que nos va a gustar mucho, por cada mentira que digas, te daré un azote en ese hermoso y apretado culo tuyo.” –dije antes de azotarla.
Su cuerpo se estremeció, su respiración se agitaba, era obvio que le dolió y de alguna manera, parecía disfrutar del dolor en esas caricias. Mismas que ella se había fascinado prodigándole a otros durante años.
“¿Sabes una cosa? Eres una mujer perversamente fascinante. Y pareces disfrutar de esta situación. Creo que llegaremos a ser buenos amigos. ¡Eres una calentona, y eso me gusta de ti!” –Le dije al momento de acariciarla.
“¡Eso no es cierto! Lo que sucede en realidad, es que me siento tan mortificada por esto. ¡Jamás me habían vulnerado de esta forma!” –Exclamó nerviosa.
Le di otro azote, no muy fuerte porque en cierto modo, estaba diciendo algo verídico. Pero su negación a admitir que lo disfrutaba, le acarreó el pequeño castigo.
“¡Ya no me pegues! ¿No te ha bastado nalguearme hasta que te dolió la mano?” –Dijo entre sollozos.
“¿Y qué piensas hacer a cambio de que no te azote con tu propio fuete?”
“No lo sé, pero con tal de que dejes de azotarme. Lo admito; Disfruto ser una perra sádica y controladora, me gusta ser una hembra dominante que goza humillando a sus víctimas.” Dijo ella.
“Bárbara, dime algo que no sepa.” –Le respondí mientras levantaba el fuete, con la intención de darle otro azote.”
“¡No me pegues! Siempre supe que de algún modo te atraigo, Y no entiendo por qué, pero me gustaba que fuera así. Pensé que podría disciplinarte, desde que te desvestiste y tu polla se endureció tan pronto…solo pensaba en lo mucho que me divertiría hasta el final del curso poseyéndote a mi antojo. Y ahora que has demostrado tu verdadera naturaleza dominante. ¡Me has puesto muy cachonda! Como ya lo habrás notado.” –Dijo sintiéndose un tanto avergonzada.
Me sorprendió el cambio en su actitud, por lo cual decidí acariciar con delicadeza una de esas redondas nalgas y besé su cuello, su cuerpo reaccionó de inmediato sublimándose por el suave contacto en su piel.
“Me gusta ver cómo nos vamos entendiendo. Te veo muy ansiosa. ¿Quieres masturbarte para mí?” –Le dije mientras le entregaba el dildo.
Ella lo tomó de mala gana y se mostraba insegura de entregarse a su propia lujuria, pero su cuerpo necesitaba con cierta urgencia de un alivio, para ese momento se habían esfumado todo su recato y aires de suficiencia. Era como si aquella voluntad indomable, en el fondo necesitara conocer el sometimiento en su propia carne.
En poco tiempo, su cuerpo se entregaba al placer del orgasmo obtenido por sus propios medios, el dildo se deslizaba frenéticamente en el interior de su coño, guiado por la destreza de sus delicadas manos. La fascinación me embargaba, al observar a tan digna dama soltarse sin inhibición alguna, al impetuoso llamado de su propia concupiscencia.
Disfruté de cada instante que mis ojos contemplaron, admito que fue en extremo difícil contenerme. ¡Deseaba tanto estar dentro de ella! Pero de alguna manera, consideré que lo mejor era esperar al momento en que ella me suplicara para que eso ocurriera. Bárbara estaba tan caliente como una perra en celo. Una mujer como ella podría masturbarse varias veces en un día, y aun así querría ser penetrada hasta quedar exhausta.
Su lenguaje corporal indicaba su necesidad por el contacto de otro cuerpo, sus ojos parecían solicitarlo, simplemente permanecí observándola alcanzar una serie de orgasmos consecutivos hasta que se detuvo, deseosa de regenerar sus fuerzas.
“Ahora que nos estamos sincerando mutuamente, dime una cosa. ¿Tu esperabas que sucedería todo esto cuando me mostraste el video?” –Dijo ella entre jadeos.
“La verdad es que no esperaba nada de esto. Yo solamente quería darte un buen susto y librarme del castigo, luego hiciste que me bajara los pantalones y sacaste a relucir tus fijaciones fetichistas. Eso me dio la pauta de lo que estamos haciendo, pero creo que nos hemos dado una buena idea, de cómo serán las cosas hasta el día de la graduación.”
“¿Qué dices? Definitivamente no. ¡Esto se termina aquí este día!”
“Bárbara ¡No te hagas la tonta conmigo! tú y yo hemos disfrutado tanto de estos gratos momentos juntos, fue idea tuya el castigo corporal hasta el fin del curso escolar. Y odio recordarte, que no estás en posición de exigirme nada. Mira que apenas estamos comenzando a divertirnos.”
“¿Sabes que hay leyes que castigan lo que me estás haciendo? Se trata de chantaje, extorsión, maltrato físico, voyerismo. ¡Hiciste que me masturbara frente a ti! Me extraña que no me hayas cogido. ¡Jamás me había sentido tan humillada! –Dijo ella indignada.
“Si te cojo, también me estarías acusando de violación. ¡Ese no es mi estilo! No te quejes, ni quieras esconderte de tus actos,durante años, has aplicado esta clase de castigo corporal en menores de edad. Que, por temor a tu investidura magisterial, jamás te han denunciado.” –Respondí.
“¡Eso es una vil calumnia! Ahora si no te molesta, desearía tener mi ropa de vuelta para poder vestirme.” –Dijo ella en un tono inusualmente amable.
“Dulce Y sádica Bárbara. ¿Crees que no estoy al tanto de que hiciste con la pobre y sumisa Vicky? No olvido la forma en que padecía para sentarse luego de visitar tu oficina. De pronto eres una indefensa y enjuta mujercita, una vez que has sido despojada de la autoridad que te ha servido para cometer toda clase de abusos. No hablemos de lo que tiene previsto la ley, para algo llamado malversación de fondos y evasión fiscal.” –Le dije en tono irónico.
No pude evitar la tentación de propinarle otro azote con ese rígido artilugio, diseñado para domar yeguas rejegas. Su reacción sería encantadora, el dolor la hizo retorcerse ante la presencia del ardor que se propagaba por toda la abundancia de sus carnes. Enseguida su mala actitud comenzaba a tornarse plena de docilidad, como una niña regañada que, tras la reprimenda, intentaba compensar su travesura siendo tierna y complaciente.
“¡Está bien, tú ganas! Dime tu precio. ¡Te daré lo que quieras, solo si prometes que nada de lo que hemos hablado saldrá a la luz! –Exclamó ella con cierta desesperación.
“Tú misma has fijado el precio. No olvides que alguien iba a ser la perra sumisa del otro, creo que ya tenemos claro cómo se han asignado los roles de esta situación. Oficialmente y ante la opinión pública, yo seguiré guardando las apariencias de estar cumpliendo con mi castigo. Eso sí. ¡Se acabaron los trabajos forzados! ¿Entiendes?”
“Tú seguirás siendo la digna directora de esta escuela, pero en la práctica; Pasaremos juntos todas las tardes, tú harás exactamente todo lo que te diga. Sobra decir, que la norma de atuendos ha sido idea tuya y nada en el mundo me hará cambiar de parecer.” –Le dije.
“¿No podrías ser algo flexible respecto a eso último? Soy un poco friolenta.” –Dijo ella.
“Ya que me perteneces desde hoy, debes resignarte a complacer mis caprichos. ¡Serás mi perra desnuda! A menos que tengas deseos de aparecer en el noticiero de las 10 de la noche recibiendo sobornos. ¡La elección es tuya!” –Le respondí.
“Si así van a ser las cosas. Está bien, ¡Seré tu perra desnuda! ” –Dijo ella con resignación.
Acaricié con ternura sus enrojecidas nalgas y la besé dulcemente, después de todo. Siempre me sentí atraído por ella.
“Ahora debes pararte frente a ese muro, y vamos a usar este juguete que hallé en tu escritorio. Tengo hambre e iré a buscar un refrigerio. No quiero que escapes en mi ausencia.” –Le dije.
Ella obedeció dócilmente, mientras esposaba sus manos a la espalda, le susurraba al oído cuan interesantes me resultaban los juguetes que ella guardaba en sus cajones, luego le di una ligera palmada en cada nalga. Enseguida tomé toda su ropa y su bolso de mano, entonces me dirigí a buscar una hamburguesa.
«No hace falta que te vayas y me dejes aquí sola, ansiosa y… ¡sin mi ropa! Ahora que hemos resuelto las cosas entre nosotros. Puedo ver en tus ojos lo mucho que te gustaría conocer mi lado amable, ¡Me encantaría cocinar para ti! Y cuando termines, si te apetece. Puedo ser muy creativa para mostrarte mi gratitud por ser un chico tan discreto. ¡Piénsalo!» –Dijo ella en un tono seductoramente convincente al señalar de forma pícara con su mirada, mi palpitante entrepierna.
No pude evitar sonreír al ver cuán dócil se había tornado su forma de dirigirse a mí. Me produjo cierta ternura su mirada suplicante, y la forma en que su rostro me expresó que estaba hablando en serio. Me acerqué a ella y le quité las esposas, sentí su mano acariciando mi brazo.
“Después de haber establecido que soy tu perra, es justo si ahora deseas penetrarme. ¡Tú también necesitas de un alivio!” –Dijo ella.
Me quedé en silencio por un instante, el momento que había estado esperando finalmente llegó. Quería seguir jugando al difícil, pero por otro lado me sentía temeroso de mostrarme sensible con ella. Después de todo, fue su propia lujuria lo que me había puesto al mando de todo.
“No soy ninguna tonta a la que puedes engañar. ¡Es obvio que me deseas! Además, tengo experiencia para saciar tus caprichos. Pero por favor, se gentil conmigo. Una cosa es que me des nalgadas como una forma de preludio. Pero te advierto que soy una chica con gustos a la antigua. Me gustan mucho los besos y las caricias cuando un hombre me hace suya. ¡Hazme sentir especial! Y te convertiré en un dios de la cama.” –Dijo ella en forma seductora.
Finalmente me descubrió, no le iba a permitir manipularme a estas alturas. Por lo que recurrí a una sutil evasiva para ganar tiempo, era lógico que deseaba poseerla, pero bajo mis propios términos.
“Es cierto, me siento un poco ansioso. Por ahora postergaremos la gratificación, en verdad quisiera comer algo antes que otra cosa.”–Le respondí.
“Puedo cocinar algo para ti, mientras piensas en algo que te gustaría hacerme.” –Dijo ella.
De buen agrado, acepté su propuesta. Tomé todas sus cosas y me dirigí a la puerta esperando a que me siguiera. En cambio, ella se quedó ahí de pie observándome de una forma un tanto extraña. Ya no se mostraba esa feroz leona capaz de frenar una tormenta, en cambio se mostraba como una dócil gatita.
“¿Qué sucede ahora? Pensé que deseabas ir a casa.” –Le dije.
“¿Podrías por favor devolverme mi ropa? Sabes, quisiera tener algo que ponerme antes de irme a casa.” –Me dijo con cierta angustia en su voz.
“Eso no va a suceder, te espero en el auto. No sabes cuánto deseo conducir ese convertible con el toldo abajo y contigo a bordo, tal como estás.” –Le dije ilusionado.
“No puedes estar hablando en serio. ¡Alguien puede verme! Piensa en mí reputación. ¡Soy la directora de esta escuela! ”
“En primer lugar ¡Eres mi perra! Pero, está bien, por esta ocasión no bajaré la capota.” Le respondí.
«Te ruego que si puedes ser generoso, al menos me prestes mi blusa, ¡No quiero que me vean salir de aquí sin nada de ropa! Debes saber que esto no es fácil para una mujer de mi posición. ¡Moriría de vergüenza si alguien del personal llegara a pillarme tal como estoy! Por favor, se bueno conmigo por esta ocasión.»
«Olvídate por hoy de pedirme de vuelta algo, que ya me pertenece, ¡No me hagas recordarte quién manda aquí! Tú eliges si quieres venir conmigo en el coche. ¡O bien te puedes ir andando hasta tu casa! Espero que te sientas cómoda recorriendo las calles en este caluroso día, Tal vez impongas una nueva moda para esta temporada primavera verano. ¿Te imaginas?” –Le dije entre risas.
“Pero… ¡Me da tanta vergüenza! No es justo que me obligues a salir aquí, de esta manera. ¿Qué va a decir la gente? Me has dejado hasta sin calzones. ¡Es tan humillante!” –Dijo ella afligida.
“¡No hay pero que valga! Siempre has gozado de la humillación ajena, ahora es tu turno de vivirla. Tienes 5 minutos para alcanzarme en el estacionamiento. En ambos casos, lo harás al natural, sin dejar nada a la imaginación. Eso no está sujeto a negociación». –Dije tajantemente.
Ella hizo una mueca mientras toda su piel se enrojecía. Quiso ponerse a debatir conmigo, pero la dejé hablando sola y con un ademán, le recordé que solo iba a esperar por ella durante 5 minutos.
¡Pobre Bárbara! Supongo que estará reuniendo el valor necesario para salir de su oficina completamente desnuda, y luego caminar por los pasillos de su escuela para alcanzarme, corriendo el riesgo de ser pillada por el personal de intendencia. A quienes les hará el día, sorprender a la digna directora Winter paseándose por los corredores del instituto, sin su formal vestimenta habitual.
Se preguntarán por qué motivo tan distinguida funcionaria, anda por ahí temerosa y tan desprovista, hasta de su dignidad.
Para este momento, ella estará desesperada y queriendo salir de ahí cuanto antes. ¡Le vendrá bien el ejercicio!
Ya tengo 4 minutos esperándola, y creo que dadas las circunstancias. Le resultaría inconcebible a Bárbara Winter; Tener que volver caminando a casa esta tarde, a plena luz del día y haciendo alardes de lo bien que luce ataviada por su propia piel.
Fin.
Una respuesta
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