Por

Anónimo

febrero 14, 2020

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Aprendiendo a obedecer - Entrega

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De rodillas y desnuda comencé a introducir el mango de la escobilla del wc en mi boca, me daba mucho asco, todavía me cuestionaba si lo que estaba haciendo tenía algún sentido. Del otro lado de la pantalla, impaciente, mi Amo empezó a escribir.

– ¡Vamos, puta! ¿A qué esperas? ¡No tengo toda la noche! Qué bajo has caído… chupa bien, CERDA.

Yo lamía mientras un sentimiento de rabia e impotencia me inundaba todo el cuerpo. También tenía miedo, alguna vez había hablado con mis amigas de cómo habían perdido la virginidad. Yo, desde siempre, tuve claro que sería con el amor de mi vida. Estaba claro que ya no seria así, iba a perder la virginidad usando uno de los objetos más asquerosos de la casa.

 

– Amo. Ya está todo el mango empapado en saliva.

– ¡Muy bien putita, te has dado prisa, al final resultará que te apetece y todo!

Leer esas últimas palabras me enfureció, me dieron ganas de tirar el ordenador y salir de esa pesadilla. Pero algo dentro de mí me retuvo y me impulsó a seguir ¿morbo, deseo? no sabría decirlo.

– Vamos, puta, ahora ponte en cuclillas, separa bien las rodillas. Coloca la escobilla debajo del agujero de tu coño y ve bajando. ¡No pienses, las cosas como tú no piensan! Sigue.

Seguí sus órdenes paso a paso, al principio me gustó pero según iba llenándome, más costaba que el mango entrara. De repente, algo lo frenó. Mi Amo sabe cómo calcular los tiempos, justo en ese momento me dijo.

– Zorra, ¡AHORA! Mételo un poco más y serás mía para siempre. ¡Venga, cerda, dale fuerte!

Sentí un dolor breve pero intenso y vi como unas pequeñas gotas rojas se deslizaban por la escobilla. Estaba hecho, sería suya para siempre.

– Qué guarra eres… ahora ya solo me falta usar el último de tus agujeros. Por lo pronto, tu boca y tu coño son dos huecos donde dejar mi basura. Acostúmbrate, no eres más que un sucio objeto.

Sentí como una lágrima caía por mi mejilla.

– Ahora levántate, hay que lavarte. Métete en la ducha y desengancha la alcachofa, quédate sólo con el tubo. Vas a quedar bien limpia por dentro…

Yo, como era costumbre desde hacía un par de noches, cumplí sus órdenes rápido. Me quedé con la manguera en la mano.

– Fóllate con la ducha, zorra. ¡Mira cómo has dejado el mango de la escobilla! Métete el tubo lo más que puedas por tu sucio coño de puta.

– Sí, Amo. ¡Está frío!

– ¿Alguien te ha preguntado? Calla y sigue, avísame cuando ya no entre más. Date una bofetada y pide perdón por quejarte. ¡Fuerte, que se oiga!

Con el coño intubado con la manguera de la ducha, me pegué la merecida bofetada.

– Sí, Amo, perdón por quejarme. Ya no entra más…

– Muy bien tontita, es hora de lavarte bien. Pon el grifo en el agua fría y enciende la ducha.

– ¿Queeeeeee? Noooo, por favooor. Amo, no, se lo suplico.

– ¡Deja de quejarte o será peor! OBEDECE.

Abrí el grifo y empecé a sentir un frío horrible que atravesaba la manguera de la ducha, empezaron a llegar las primeras gotas.

– ¡Ni se te ocurra cerrar el grifo! Quiero que notes como te hinchas mientras te congelas por dentro.

El agua, cada vez más fría, iba saliendo y al cabo de unos minutos sentí cómo crecía mi tripa y unos escalofríos insoportables por todo el cuerpo.

– Está bien, para. Ahora tendrás que demostrar que has aprendido. Ve sacando la ducha y no quiero que caiga ni una gota de agua. ¡Aprieta fuerte el coño!

Él sabía que era algo imposible sin embargo yo apreté lo más que pude. Lo único que logré fue notar más intensamente la salida de la manguera rugosa, me puso muy cerda.

– ¡Amo! Por favor, déjeme soltar el agua. Creo que no voy a poder evitar correrme.

– Ni se te ocurra, puta. Lo tienes prohibido. Sigue reteniendo el agua. Para distraerte, pellízcate fuerte el pezón derecho.

– Amo…no he podido más y se ha salido todo…perdóneme, se lo ruego. 

– ¡INÚTIL, NO SIRVES PARA NADA! ¿De qué me sirves, eh? No te mereces que te enseñe.

Justo en ese momento entró mi padre en el baño.

– ¿Qué coño estás haciendo, Sara? Creí que había quedado claro que tenías que obedecer al Amo. No te esfuerzas lo suficiente.

Dijo estas palabras en un tono que nunca antes había escuchado. Me miró de arriba a abajo, me pegó una bofetada y me escupió en la cara.

– Es lo que te mereces por ser tan puta y tan vaga. ¡Haz caso a tu Amo!

– ¿Sara? ¿Sigues ahí?

– Sí, Amo. Ha venido mi padre a ver mis progresos. No está nada contento.

– ¡No me extraña con lo inútil que eres! Pregúntale si quiere mear y ofrécele tu boca.

Le pregunté, me miro con su peor cara de asco, se dió media vuelta y se fué.

– Tendrás que conseguir que tu padre te use como wc o no podremos seguir. A partir de ahora te esforzarás porque si no te quedarás sola. ¿Queda claro, puta? Sal de la ducha. Tira una toalla al suelo y duerme. Es tarde. Mañana quiero que te introduzcas tres cosas distintas por el coño. Quiero ese coño bien abierto para mí.

………

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2 respuestas

  1. nindery

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