septiembre 25, 2018

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VERDADERO PLACER Autor: MAPMAKER

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VERDADERO PLACER               Autor: MAPMAKER

 

Empecé a tener sexo de cualquier tipo desde muy joven; primero fue con mi perro Capitán;  nos fuimos al río, allí en la espesura de la vegetación perdí la virginidad.

 

Me coloque desnudo en un pequeño montículo de tierra bajo mis nalgas, llamé a Capitán que se colocó entre mis piernas y con una mano dirigí la punta de su  verga a la entrada de mi culo virgen.

 

Capitán, al sentir el orificio, empezó a embestirme introduciéndome la verga hasta los huevos; empecé a sentir la llenura que  producía la hinchazón  que se le formo en la base del miembro y que impedía que se desacoplara de mi esfínter.

 

Sentí las palpitaciones de su pene dentro de mi recto al expulsar la cálida esperma  que fue llenando mi intestino; sentía cada pulsación de aquella enorme protuberancia; así continuó hasta vaciarse toda y reducirse el tamaño del nudo que retenía su miembro dentro de mí apretado culito.

 

Capitán se quedaba enganchado a mí, la bola monstruosa hacia de anclaje y no permitía que el pene abandonara el orificio hasta que no descargara toda la leche acumulada, cada movimiento presionaba su salida pero el grosor del nudo era mayor que el apretado orificio.

 

La presión que ejercía aquel desmesurado nudo en los bordes de mi culo  hacía que apretara mi esfínter; ahí descubrí como controlarlo; aflojando y apretando  como si lo hiciera con la mano.

 

Al desminuir el tamaño del retén, el miembro abandonaba su encierro dejándome el   culo entreabierto manando una interminable  cantidad de esperma la cual empezaba  a lamer con su larga y cálida  lengua.

 

Pero el verdadero desfloramiento ocurrió un día en casa cuando pensé que estaba solo y mi madre regreso del trabajo a buscar algo que se le había quedado.

 

Ese día con la seguridad que estaba solo, cerré puertas y ventanas me desnudé y llamé a Capitán que corrió ansioso a mi encuentro para comerse su ración de culo; no me había acomodado sobre la alfombra y Capitán estaba cimbreándose tras mis glúteos con media verga fuera de su funda tanteando la entrada de mi fruncido orificio.

 

Ya estaba acostumbrado; me acertó a la primera y  la enterró toda, paladeé el placer de la penetración y el traspaso por el umbral de mi trasero de el nudo que se  estaba formando lo sentí crecer y crecer taponando mi esfínter ; empezaron las palpitaciones y la expulsión de los chorros de semen que me excitaban aún más;  empecé a pajearme.

 

En ese instante escuché la llave en la cerradura y a mi madre llamándome; me llené de pánico pues no quería que nadie y menos mi madre  me viera enganchado a la verga de mi perro.

 

Empujé a Capitán forzando la salida del enorme reten de mi ojete, el descomunal nudo rebaso mi esfínter con un ruido que nunca olvidaré; un dolor intenso me atacó, fue el verdadero desfloramiento; corrí y me metí al baño con Capitán; en ese instante descubrí la verdadera dimensión de su miembro y de la bola que se le formaba.

 

Deje el agua correr lavando los restos de sangre y semen mientras Capitán lamía su verga limpiándola y reduciendo su tamaño. Tuve que abstenerme muchos días hasta que mi culito sanara.

 

Unos años después, viviendo solo, me compre una verga de plástico a la cual llamé “El mulato”, tenía doce pulgadas de largo, gruesa y con todas las venas e irregularidades de una verga real.

 

El mulato tenía una ventosa que permitía que se pegara firmemente en cualquier superficie lisa; la colocaba a la altura exacta de la entrada de mi culo, reptaba hacía atrás, hacia su encuentro para ensartármela toda y hacerme varias pajas; ahí continué dominando las contracciones de mi esfínter.

 

Gustaba de dejar que “mulato” saliera hasta el cuello de la cabeza del pene; apretaba mis nalgas y allí lo retenía; lo apretaba para que no abandonara su encierro

 

Como tenía relaciones con mujeres, utilizaba la verga de hule con cualquier degenerada que se dejara penetrar; en esos casos, me colocaba el miembro en mi pubis con un arnés y me cogía a las mujeres por ambos orificios.

 

Luego llego el indígena a quien  di hospedaje; en una noche de tragos me aproveche ya que sabía que no tenía mujer y que nunca había tenido relaciones sexuales.Aquella noche lo sorprendí sobándose la verga.

 

Me acerqué a el y en broma le dije que midiéramos nuestros miembros; su estado de ebriedad lo despojo de toda vergüenza y al verme desnudo se excitó. Se despojó de sus ropas y empezó a mesarse el miembro.

 

Al cabo de unos instantes nuestros miembros estaban erectos; tenía una verga oscura y gruesa; del grosor de la bola que se formaba en la base de la verga de Capitán; podía tener unas siete pulgadas, se veía poderosa; pero la cabeza. fue lo que mas me llamó la atención ; parecía un hongo, una campana .

 

Ella sola servía de reten, aparte de eso, sus testículos  eran pequeños y estaban pegados a la base de su miembro.

 

Instintivamente dirigí mis manos hacia ella, empecé a sobársela, sentí sus palpitaciones, su tibieza, su dureza, me incliné y empecé a mamársela; un gemido de complacencia escapo de sus labios. Lo empujé suavemente sobre el lecho y apague la luz.

 

Tanteé en un cajón y encontré el tubo de lubricante; nuevamente me incline para continuar mamándole el pene; puse mi trasero al alcance de sus manos, le di el tubo de lubricante y le dije: “si quieres metérmelo, debes ponerme lubricante en el culo”.

 

Sentí sus ásperos dedos poniendo el lubricante en mi ano, di un respingo cuando me introdujo un dedo; estaba excitado, continúo metiéndome el dedo hasta que no podía más. De pronto, enardecido se levantó y tomándome por la cintura me coloco en posición de perrito.

 

Tenía una fuerza descomunal, se colocó tras mis glúteos y aprisionándome por la cintura me dio un envión; relaje mi esfínter  preparándome para la penetración; la descomunal cabeza atravesó mi ano ampliándomelo al máximo; me empezaron a arder los bordes del culo.

 

Sentí una sustancia babosa resbalar por el canal de mis nalgas, me percaté que me estaba ensalivando; recuperé el tubo de lubricante y se lo pasé; comprendió me saco la verga y se la cubrió con lubricante luego me la dejo ir nuevamente sin compasión.

 

La verga entró hasta el tope y el indígena comenzó a penetrarme sin piedad; su miembro completamente lubricado entraba y salía de mi culo a una velocidad increíble; yo me pajeaba sin cesar; de pronto, lanzo un ronquido al tiempo que lanzaba sus chorros de esperma caliente y espesa dentro de mí.

 

Continuó pegado a mi  culo hasta que cesaron las pulsaciones de su miembro pero este no disminuía en lo mas mínimo de tamaño; me lo extrajo  causando un ruido parecido al que escuche cuando Capitán me desfloró.

 

Me acomodé en el borde del lecho elevando mis piernas; el comprendió lo que quería y se coloco enfilando su miembro hacia la entrada de mi ano; esta estaba entreabierta, manando esperma; un solo envión y me la guardo todita sacándome un quejido de placer.

 

Deslicé mis manos tras mis nalgas para abrirlas más; masajeaba sus bolitas cada vez que las pegaba a mi cuerpo; mi culo estaba impregnado de semen y lubricante  logrando que  su miembro entrara y saliera de mi hoyito  con facilidad;  mi ojete estaba amoldado a su descomunal grosor.

 

Continuó culiándome hasta que nuevamente el frenesí se apoderó de su mente y de su cuerpo enculándome como un poseso hasta llenar nuevamente mi intestino con las emisiones de su verga .Pero era tanta la falta de sexo que tenía que la verga no se le bajaba en lo más mínimo.

 

Le indiqué que se tendiera en el lecho y monté sobre él de espaldas; mi ojete estaba tan distendido y lleno de esperma que aceptó la verga con facilidad inclusive el área de los huevos desapareció dentro de mi esfínter; empecé a menearme y a pajearme al mismo tiempo.

 

Sentí la proximidad de su eyaculación, me lo indico su ronca respiración; se aferro a mi cintura enterrándome la verga hasta el fondo, chupeteándome el cuello, acelere mis masajes a mi pene y me corrí como un poseso.

 

La leche broto de mi pene y cada eyaculación contraía mi esfínter alrededor de la verga  del indígena causando que esta  se convirtiera en una bomba de esperma; continué meneándome hasta que súbitamente me la extraje y continué mamándola y pajeándola con ambas manos hasta sacarle el último estertor.

 

Lo dejé completamente desmayado esta vez con el pene flácido; me quedé dormido junto a él hasta que me despertaron sus manos rudas abriéndome las nalgas tratando de metérmela.

 

Increíblemente el orificio de mi culo estaba distendido y manando esperma; cubrí todo su miembro con lubricante abrí mis piernas enlazándolas a su cintura ; el se acomodó sobre mí colocando la punta de su verga justamente en mi orificio anal.

 

Abrí la boca y relajé mi cuerpo para ser penetrado; sentí el impulso de su cuerpo y la campana atravesar mi distendido culo hasta enterrármela toda ; un gemido escapo de mi interior al sentir su verga dentro de mi; empezó a culearme como un animal.

 

Solo me quedaba disfrutar aquella culeada salvaje; me aferré con piernas y brazos a su cuerpo mientras me penetraba salvajemente; de pronto sentí su boca chupeteando mi cuello y buscando mi boca y me dejé llevar como si fuera una hembra.

 

Perdí la noción del tiempo, sentí que se corrió dentro de mí varias veces; al final solo quedo el olor a semen, sudor  y la sensación de mi culo abierto, manando esperma caliente.

 

Posteriormente partió y no lo vi. nunca más; creo que aunque se  satisfizo con mi culo  sintió vergüenza que alguien se enterara de la relación con un bisexual; lo extrañe como extrañe a Capitán cuando murió pero después me consolé con otro “Mulato” que apareció en mi vida.

 

El “Mulato” era un mulato de verdad de carne y hueso. Su verga tenía un glande de dos pulgadas y a diferencia del indígena, esta terminaba en punta no tenia forma de hongo; el resto eran once pulgadas de carne negra un poco más gruesa que la  verga del indígena. Era un indigente al cual le prometí hospedaje si me daba verga.

 

La primera vez que me culeó me hizo vomitar de la rellenada de verga que me dio. Ese si que me llenó de verdad, pero a la larga mi culito se adaptó a su tamaño y grosor.

Posteriormente cambió, ya no es indigente y consiguió trabajo en los muelles.

 

Inclusive traemos mujeres a casa y las rellenamos de verga, creamos tremendas orgías y nos divertimos con o sin ellas.

 

Recuerdo la primera vez que me cogió, después que me lo metió llegando hasta donde me llenaba el indígena yo le insistí que lo quería todo adentro y el se negó pues no quería lastimarme.

 

De salida me lo metió sin problemas ya que mi culo estaba adaptado al grosor del indígena, el problema fue cuando llego hasta donde llegó el indígena; cuando llegó a ese punto yo le dije que no se preocupara que me dejara continuar a mí; que yo estaba seguro que mi culo aguantaba su verga.

 

Me coloque de espalda como una perra para controlar la penetración; respiraba pausadamente tomando aire por la boca; me introdujo siete pulgadas reglamentarias, seis quedaban fuera; quizás  el espectáculo de mis blancas y redondas nalgas, brillantes de sudor lo enardeció.

 

Ya me había introducido diez pulgadas y continuaba acercándome a su tope, quizás  la lujuria lo venció, lo cierto es que al verme empalado con el culo lubricado perdió el control y me lo embutió todo;  lance un gemido y me desmayé Me confesó que había perdido el control al verme en esa pose y no dudo en enterrármelo todo lo que me dejo sin aire y por eso fue el desmayo..

 

Cuando volví en mí me estaba abanicándome preso de susto; yo me palpé y no me dolía nada; así que me coloque de espaldas acunado a él y le dije que me penetrara y así, en posición  prenatal me introduje poco a poco las trece pulgadas de mis sueños.

 

Primero coloqué mis nalgas pegadas a su pubis; baje mi mano y tomando la cabeza de su miembro la acerque a mi palpitante orificio, fui arqueando mi cuerpo buscando la penetración; al acunar la punta de la cabeza en mi hoyito me impulsé hacia atrás haciéndola desaparecer en mi interior.

 

Comencé a jadear sintiendo el avance pulgada a pulgada del ardiente trozo de carne;

percibía como se iba desplazando dentro de mi intestino, llenándolo de aire que salía expulsado generando excitantes sonido de gases.

 

El seguía inmóvil mientras yo empujaba mi culo hacia su pubis engullendo pulgada a pulgada aquella descomunal verga; continué así hasta sentir el tope de su  musculoso abdomen; estábamos sudorosos por la tensión y el esfuerzo.

 

Entonces empezó la real culeadera; yo lo deje hacerlo a su manera; me lo sacaba un palmo para meterlo todo, aprisionaba mi cintura con sus brazos como si yo fuera a escapar; empezamos a gemir incrementando el volumen a medida que se acercaba el clímax.

 

Ya no me masturbaba, el mismo  contacto de su verga dentro de mi me llevaba al delirio, la frotación de su miembro dentro de mi recto y el roce de la punta de la verga en mi próstata me causaba potentes eyaculaciones.

 

Me enardece cuando me aprisiona por las caderas o se aferra a mi cintura y me empieza a bombear, más aún cuando sus poderosos huevos golpean los míos; me enloquece cuando se esta viniendo y muerde mi espalda o mi cuello todo eso hace que me corra y con cada eyaculación mi esfínter se contrae alrededor de la base de su pene haciendo que se derrame dentro de mí.

 

Mi culo se ha adaptado a su tremenda verga y actualmente asumimos todas las poses y me lo trago todito sin eructar Cuando culeamos no soy feliz hasta que no le extraigo toda la leche. Pero tenemos que hacer un esfuerzo para suspender las sesiones de sexo

 

Me dice que ninguna mujer le causa esa sensación que le causa las contracciones de mi esfínter alrededor de la base de su verga es “como si me ordeñaras la leche, no puedo resistir y te la doy toda” yo, sonrío y recuerdo mis inicios con Capitán.

 

 

 

 

 

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2 respuestas

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