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Anónimo

julio 2, 2015

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Esclavas sexuales disney I: Mulán

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CASA DE SUBASTAS. PARÍS. FRANCIA. 25 DE SEPTIEMBRE DE 1999.

La sala de convenciones estaba fria y los escalofríos recorrían la piel desnuda de Mulán. Estaba atada a una gran X hecha de bambúes, con sus muñecas y tobillos atadas a cada punta, y una mordaza también de bambú cubría su boca.

Frente a ella un cartel anunciaba «Mulán: La puja comienza en 155.000$», anunciado tanto en francés cómo en carácteres chinos. Incienso, armas chinas y una piel de panda en la pared decoraban su cabina. Había otras cabinas, cada una con una princesa cautiva dentro y una diferente temática, según la procedencia de cada una, a las que se podía acceder facilmente para tocar la mercancía. Muy pronto la sala empezó a llenarse de posibles compradores que recorrían las cabinas examinando a las esclavas en venta. Hombres y mujeres, jovenes y viejos, visitaban su cabina. Algunos de ellos le chupaban el coño o lamían sus pezones, otros le introducían los dedos profúndamente dentro de su vagina, y unos pocos simplemente la acariciaban y l estrujaban las tetas. Una anciana incluso le lamió el agujero del culo para a continuación meterle una zanahoria que acto seguido empezó a comerse. Mulán sudaba y se roetorcía ante la casi constante estimulación sexual.

Cuando el subastador declaró terminado el momento de probar gratis la mercancía, Mulán relajó su cuerpo, suspirando exhausta. Por desgracia, el subastador se dirigió primero a su cabina.

-He aquí a la exótica belleza china, Mulán… -el subastador comenzó a relatar la historia de cómo se hizo pasar por un hombre y acabó salvando un imperio-… y ahora pueden poseerla. Que comience la puja.

Mulán escuchó cómo la puja ascendía entre varios extraños que competían por el derecho de convertirse en su dueño. La humillación de Mulán ardió mientras el precio por su libertad y su virtud ascendía.

-¡Vendida a la señorita Catherine Andrews por la suma de 690.000 dólares! -Mulán miró con temor a su nueva propietaría, una mujer de pelo corto y rubio de mediana edad que llevaba un atuendo formal de color verde oscuro.

YATE DE CATHERINE ANDREWS, MAR MEDITERRÁNEO. 27 DE SEPTIEMBRE DE 1999.

Mulán estaba atada a la cama, totalmente desnuda y Catherine estaba sentada al borde de la cama, admirando a su nueva mascota mientras recorría su hermoso cuerpo lentamente con los dedos.

-No, por favor -suplicó Mulán, pero fue ignorada. Catnerine metió los dedos en el coño de su joven esclava y comenzó a masturbarla.

-¡No,No por favor, esto es… OOOOHHHH! -Mulán empezó a gemir mientras el sudor perlaba su frente y su coño se humedecía. Catherine la masturbaba cada vez más rapidamente, y se tumbó a su lado, lamiéndole un pezón cómo si fuera una piruleta, y el cuerpo de Mulán se tensó entre espasmos cuando Mulán llegó a un impresionante orgasmo que la hizo gritar. Sus fluídos vaginales bañaron la mano de Catherine, que se la lamió juguetona. Pronto, las drogas que le había suministrado a Mulán surtirían efecto y ella aceptaría su nuevo rol de esclava sexual. Catherine se sentó sobre la encantaadora cara de Mulán y le puso el coño sobre la boca. Mulán trató de gemir y negar con la cabeza, en respuesta Catherine cogió uno de los pezones de Mulán y se lo retorció con fuerza.

-¡MMMMM! -gritó Mulán contra el coño de su ama.

-Usa la lengua, querida, por favor -ordenó Catherine con dureza. La lengua de Mulán comenzó a recorrer lenta y desorientadamente el coño de Catherine.

-¡Oh, sí!¡Más fuerte! -gimió Catherine mientras la inexperta Mulán hacía lo que podía por complacerla. Catherine se corrió mientras estrujaba las pequeñas tetas de Mulán y sus fluídos mojaron la boca de la oriental, que sin saber que hacer a continuación, los bebió. Catherine besó a Mulán en la frente:

-Lo has hecho muy bien, cariño -justo entonces entró el marido de Catherine.

-¿Te importa si me la tiro yo ahora?

-Que va, para eso la compré ¿recuerdas? -dijo Catherine-, pero cuando termines avisa a Katie. Quiero que nuestra hija también disfrute con ella.

Mulán no estaba segura de que era lo que le habían dado peros si sabía que la estaba afectando de algún modo. Estaba completamente cachonda y sentía que debía ser complaciente.

-Bien, Mulán, mi marido quiere su turno así que me voy a sentar aquí mismo junto a tí mientras él te hace el amor ¿Esta bien, preciosa? -le preguntó a su esclava, y sonrió complacida cuando Mulán asintió.

Catherine se sentó a su lado y acarició su sedoso pelo negro mientras Daniel se desvestía rapidamente, revelando una enorme erección. Se metió en la cama y se acercó a la expectante Mulán, que nunca había sido tomada por un hombre y estaba nerviosa. Catherine la tranquilizó acariciándole el pelo.

Daniel admiró el coño virgen de la muchacha, se tumbó sobre ella y empezó a besarla apasionadamente. Mientras sus lenguas se tocaban casi con desesperación Daniel guió su polla hasta el coñito de Mulán y la penetró.

-Mmmm -gimió Mulán dentro de la boca de Daniel, mientras el placer recorría su cuerpo cómo una descarga eléctrica. Daniel quedó complacido y sorprendido a partes iguales cuando encontró resistencia, y con una mano en el hombro y otra en la cadera de Mulán, empujó con todas sus fuerzas, llevándose la virginidad de Mulán con su poderosa embestida. Mulán gritó de dolor y luego de placer cuando empezó a follarsela rapidamente. Mientras se la follaba se levantó un poco sobre ella para que su mujer pudiése ver como las tetas de Mulán rebotaban con el movimiento.

Catherine se llevó las manos a la entrepierna y comenzó a masturbarse ante la visión de su marido haciéndole el amor a su amante. Mulán sudaba, se retorcía y gemía con cada embestida, pronto llegó un nuevo orgasmo y gritó:

-¡¡¡OOOOOHHHH SIIIIII AAAMOOOOO!!!

El propio Daniel gimió cuando se corrió dentro del dulce coño de la chinita mientras su esposa tenía un orgasmo. Los tres oyeron pasos y se giraron para ver a Katie, la hija de dieciocho años del matrimonio, en la puerta.

La chica llevaba unos shorts muy pequeños y la mitad superior de un bikini rosa que cubría escasamente sus operadas tetas y su cabello rizado rubio caía en cascada por su espalda.

-Mamá, papá ¿Puedo jugar yo con Mulán? -preguntó con voz dulce.

-Por supuesto que si, cariño -dijo Catherine con una amplia sonrisa.


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2 respuestas

  1. nindery

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