Por

Anónimo

marzo 19, 2014

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La putita de las comisarías

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Este relato es ficticio, es una de mis fantasías, pero nunca pasó realmente.

Sucedió un viernes de noche, como a la una de la mañana, cuando volvía de la casa de un amigo donde nos habíamos reunido todo el grupo de la facu por su cumpleaños y habíamos disfrutado una tarde-noche en su piscina. Como hacía calor y mi casa no estaba muy lejos, no tenía inconveniente en volver caminando. Y como había estado todo el tiempo viendo los cuerpazos de mis compañeros, me habían dado ganas de tener algún encuentro sexual, por lo que guardé mi ropa en la mochila y me quedé de remera, en short de baño (que es como los que se usan en competencia) y alpargatas. Caminé algunas cuadras sin cruzarme con nadie y ya me había decepcionado cuando vi la silueta de dos muchachos que caminaban hacia mí, la iluminación de la calle no era mucha. Cuando pasaron a mi lado me miraron de reojo y yo hice lo mismo. Aminoré la velocidad y miré tímidamente hacia atrás. Ellos me chistaron y vinieron hasta mí y me preguntaron qué hacía por ahí, si tenía ganas de hacer algo…Entonces se pusieron a cada lado (eran altos y yo soy bajito: 1,58) y me empezaron a acariciar y me dijeron que me quitara la mochila para estar más cómodo y en cuanto lo hice uno me dio una cachetada, el otro tomó la mochila y corrieron los dos. Yo me quedé allí parado sin salir del asombro y con mucha rabia, por el golpe y por ser tan confiado a pesar de tener 18 años. Decidí entonces ir a la comisaría a unas cuatro cuadras de allí a hacer la denuncia del robo.

Estaba muy alterado y entré a la comisaría corriendo diciendo que me habían robado. Los dos policías que estaban en la oficina me miraron de arriba a abajo, se miraron entre ellos y me dijeron que me calmara. Tomaron mis datos personales y me preguntaron cómo habían sido los hechos. Yo no podía explicar la verdad, me puse colorado e inventé que me habían preguntado la hora… Ellos se miraron entre sí nuevamente con una sonrisita cómplice. Entonces me hicieron pasar a un cuartito con una mesa, dos sillas y me dijeron que esperara. Allí esperé una media hora y ya estaba intranquilo. Dé pronto entraron otros dos policías que me volvieron a preguntar por los hechos yo relaté nuevamente mi mentira pero ellos me dijeron en tono acusador si era cierto aquello o si no sería que yo era un putito que buscaba ser cogido por dos machos… vestido así, mostrando mi cuerpo que parecía de mujercita… Yo me quedé mudo, paralizado y atiné a preguntar qué tenía que ver eso y que si fuera cierto, qué. Entonces uno de los policías me gritó:¡SILENCIO!

y el otro dijo sarcástico: no lo niega eh…

Dijeron: vamos a cerciorarnos y tomándome de los pelos me levantó de la silla y me ordenó desnudarme. Yo no podía creer porqué me trataban a mí como un delincuente pero sus gritos, sus ordenes y empujones me asustaron y empecé a llorar. Ellos soltaron las risas y comentaron: cómo llora la nenita y me arrancaron la ropa dejándome completamente desnudo ante ellos. Me obligaron a recostar mi torso sobre la mesa, me esposaron por detrás y dijeron: ahora vamos a saber la verdad, me separaron mis nalgas y comenzaron a meterme sus dedos ensalivados mientras se reían y decía uno: por este culito ya anduvo gente jajaja, pero igual es apretadito y sin pelitos como me gustan a mí decía el otro. Yo lloraba y les pedía por favor que me dejaran, que yo no había hecho nada. Comenzaron a darme palmadas muy fuertes en mis glúteos produciéndome un dolor que me hacía gritar: ¡Gritá, gritá que aquí nadie te va a escuchar, gritá que eso me calienta más! Y me metieron una verga en la boca: ¡vamos chupá, chupá que a vos te gusta, putita!Mientras tanto el otro me clavó su verga en mi culo y me empezó a bombear muy violentamente y me insultaba y volvía a darme nalgadas. Se cambiaron de lugar un par de veces. O sea el que me cogía el culo pasaba a coger mi boca y el otro a cogerme el culo. Estuvieron dándome verga como una hora hasta que con unos quejidos groseros e insultos me acabaron uno en la cara y el otro sobre mis manos y la parte baja de mi espalda. Se acomodaron la ropa y avisaron a los policías que me habían recibido que era su turno. Así que entre risas y felicitaciones entraron los otros y volvieron a someterme violentamente con golpes e insultos. Cómo los segundos eran más jóvenes estuvieron como dos horas cambiándome de posición y jugando conmigo como un juguete sexual hasta que se acabaron sobre mí y salieron dejando la puerta abierta.

Tirado en el piso escuché que se preguntaban entre ellos qué les había parecido la putita y se reían y comentaban y que había que avisarles a otros dos. Yo me puse a llorar pensando que faltaban dos más por cogerme pensando que no iba a aguantar ser vejado nuevamente. Al rato escucho que los otros dos no podían dejar su puesto: «¡qué les lleven a la perra!» gritaron. Así que entraron dos de los que me habían violado, me levantaron con brutalidad y me llevaron cada uno de un brazo, casi que yo ni tocaba el suelo, aún esposado y cubierto de leche hasta el patio donde se encontraban los últimos dos policías… eso pensaba yo.

Cuando bajamos una escalerita que llevaba al patio escucho un estallido de voces de hombres que gritaban, aullaban, insultaban y aplaudían. Los que me llevaban me tiran al suelo y me obligan a ponerme de rodillas al medio de mis siguientes violadores. Siento que me tironean del pelo y me levantan la cabeza y no puedo creer lo que veo. Los gritos de hombres que escuchaba, provenían de una de las celdas de la comisaría y eran como diez tipos presos que estaban presenciando cómo abusaban de mí restregándome sus vergas por mi cara y me obligaban a chupárselas alternadamente hasta que se pusieron duras como para poder cogerme. Los presos estaban enardecidos y pedían mi culo para también abusar de mí, muchos ya estaban pajeándose y me gritaban: mirá mamita que buenas pijas te vamos a meter, también vas a ser nuestra putita… yo miraba aterrado y ya ni siquiera podía articular palabra. La humillación no podía ser mayor.

Efectivamente después que los últimos policías terminaron de usarme sexualmente, sin quitarme las esposas me obligaron a entrar en la celda para ser abusado por los presos, lo que hicieron durante horas, mientras los policías se turnaban para venir a ver y se reían de cómo era violado y ultrajado por los presos y tomaban fotos.

Cuando ya todos me habían violado (algunos más de una vez) y sus gritos cesaron, vinieron a sacarme de la celda, me hicieron bañar, me devolvieron mi ropa y mi mochila. Yo miré con cara de sorpresa y me dijeron: esto es de parte del policía con el que salías hace unos meses y te atreviste a dejarlo…

También me mostraron las fotos que habían tomado con sus celulares y me dijeron que ya las habían enviado a las demás comisarías y que cada vez que me llamaran, tendría que presentarme para que me violaran cuantos quisieran.


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2 respuestas

  1. nindery

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  2. helenx

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