sí, a esa temprana edad me hizo el culo un empleado del campo de mis padres, mientras me metía su pico en mi hoyito con dos dedos jugaba con mi clítoris, y me hacía sentir cosas ricas.

Él era el encargado de cuidarme, así que me seguía a todas partes, iba a demás con nosotros su sobrina que tenía 7 años, cuando me cansaba de vagar íbamos a un cequión donde me gustaba bañarme, claro que lo hacía con las braguitas puestas, un día me fijé que L estaba desnudo y su sobrina agachada con culo parado también desnuda dejaba que él metiera su «pipi» dentro de su rajita y gemía con alegría, según mi punto de vista de niña.

«¿Que le haces L?» pregunté

«Jugamos a la esposa y el esposo» me respondió con voz rara. Ambos se quejaban hasta que él se quedó quieto dentro de ella.

Me senté en la toalla que siempre llevaba en mi montura y dije:

«¿Te duele Cuca?»

«No, es rico este juego, ¿quieres probar? aunque a lo mejor te da miedo eres muy chica!» me respondió con cierto desprecio.

L me miraba con una sonrisa burlona y dijo:

«No, la señorita no se atreve a tener mi pipi adentro de culito, porque por su rajita no debo hacerlo, por la rajita es solo tuyo Cuca!»

Ese día no pasó nada, tres días después salí sola con L a pasear, Cuca estaba en el colegio.

Echamos carrera de caballos en un camino vecinal y gané, de vuelta él me dijo:

«Te echo una carrera hasta el cequión, si te gano haces lo que yo quiera»

«Yo voy a ganar, yo voy a ganar» le dije riendo.-«¿y que voy a tener de premio?»

«Leche especial» me respondió

Perdí la carrera y había que cumplir, lo primero me exigió que me metiera al agua sin braguitas, me las saqué y él se metió desnudo, me perseguía por el agua, hasta que me alcanzó y empezó a tocarme la rajita con sus dedos, sentí algo raro que me gustó, me sacó del agua jugando con mi concha sin meter los dedos dentro, me puso en la toalla, en posición de perrito y me empezó a lenguetear la raja, me hacía unas raras cosquilas que me sacaban risas entrecortadas, luego paseaba su lengua desde mi rajita a mi culito y ahí metía su lengua, me daba un poco de asco que hiciera eso pero a él parecía gustarle, así jugó conmigo por mucho rato hasta que se puso de piernas abiertas sobre mi cara y me dijo que abriera la boca y que no le fuera a morder porue me agarraba a correazos en el poto pelado que le estaba dando mucho gusto, hice lo que me dijo y me metió su pipi en la boca y largó algo como jalea adentro, caliente y mala, entre lenguetazo y lenguetazo me dijo

«Trágala guagua es tu papa especial» y como no sacaba su pipi de mi boca me la tuve que tragar llorando.

«Te voy a acusar a mi papá que me diste algo malo de tu pipi» dije cuando me dejó de lenguetear el culito y la rajita.

«Bueno, y yo le digo al patrón que eres una niña mala que se baña desnuda y me pide que le meta la lengua en su culo y su raja!»

«No, no le vas a decir eso a mi papito»

«Sí, se lo digo, si no te tomas tu leche especial cuando te la dé, le cuento y no te va a querer más!»

Y la niña que yo era, bordeando los 5 años le creyó.

Al otro día salimos a caballo pero me llevó de inmediato al cequión me desnudó y me puso de espaldas, me enseñó a mamarle el pipi para sacar mi leche especial, luego como teníamos tiempos demás me hizo mamarlo otra vez pero esta vez el lamía mi culo con muchas ganas, cuando me hizo para la mamada, me puso como perra y me empezó a meter el pipi en el culo, grité, lloré, me quejé, pero no dejó de hacerlo hasta que lo metió todo, y se quedó dentro mío mientras yo sentía que me había rajado el hoyo, así me dolía!

De repente afirmándome para que estuviera en posición empezó a sacarlo, meterlo y sacarlo mientras sus dedos apretaban algo en mi rajita que me gustaba y bajaba el dolor de la enculada.

Fuí por dos años la perrita, así me llamaba, de este empleado junto con su sobrina. Ibamos a lugares solitarios y jugaba con las dos a las escondidas, cada tres silbidos teníamos que salir para que él jugara con nuestros hoyos, me hacía sentarme y jugar al caballito blanco entrando y saliendo de su falo incrustado en mi culito que ya se había acostumbrado a su tamaño. Solo dos días de la semana no podía tenerme y era los sábados y domingos, entonces el día lunes cuando estaba sola con él me daba tres veces mamadera y me enculaba tres veces, decía que se lo debía, a veces en las noches iba por mi ventana y me llamaba.

«Perrita, perrita hora de lenguetazos» Yo salía por los barrotes y como bajo la camisa de dormir no tenía ropa me llevaba a la bodega y me hacía lo que quería.

«Cuando seas mujer grande te voy a hacer la concha» me decía jadeando mientras me la chupaba enloquecido.

Un día lo pillaron robando y mis padres lo echaron del campo.

Y bueno yo ya estaba acostumbrada a mamar y tener un falo en el culo, a los 12 años ya estaba culeando con el primero que me lo insinuaba, un primo se quedó con el trofeo de mi virginidad, a él L le había contado que yo era como tonta para el «pico»

Me volví a encontrar con L cuando tenía 17 años, un día venía de cabalgar y me salió al camino, me llevó a un sitio solitario y ahí me dí cuenta que era del tamaño de un niño su aparato, y aunque me poseyó por todos los hoyos no me hizo sentir nada,solo él disfrutó y nunca más volvió a buscarme! Llegué a mi casa, me duché y fue todo, era capítulo cerrado.

¿Con mi primo? Todavía tenemos sexo cuando se puede, él se enoja por lo puta que soy y deja de verme, pero vuelve, siempre vuelve.