Era 24 de diciembre de 2023, como cada nochebuena mi familia se reunía en casa de la abuela para cenar. Yo llegué pronto, así que estuve ayudando con los que ya estaban a preparar la mesa, mientras estamos por terminar viene ella, mi prima Andrea, una chica de 21 años de edad con un muy buen cuerpo. Como es de esperar la saludo y mientras termino de poner los últimos preparativos en la mesa ella se quita la cazadora para estar más cómoda.

Tras eso, decido ir al salón, lugar donde ella estaba sentada viendo la televisión. Decidí ponerme a su lado, pero tampoco muy cerca para que no se sintiera presionada, pues eso delataría mis intenciones con ella, mismas que llevo teniendo desde hace mucho tiempo. Aprovecho que ella está atenta al programa y me acerco un poco más, sin embargo, ella se gira y me pregunta, ¿te pasa algo Diego? A lo que la respondo diciendo que solo quería darla un beso y un abrazo ya que antes no pude, esto era lo primero que dije. Ella se queda pensante, mientras yo estaba nervioso, pero recapacita, me da la razón y me deja. Ahí aproveché y me puse encima suyo para abrazarla y la di un beso en la frente, para así poder ver sus tetas.

Tras esto nos quedamos mirando, ambos nos ponemos rojos por no saber que hacer, ahí dije “es ahora o nunca” y la besé en los labios, recuerdo que aún estaban fríos por haber estado ella hace relativamente poco en la calle, no obstante el beso hizo que en breve se calentaran. Ella no sabía que hacer o que decir, pero como yo tampoco simplemente optó por irse del lugar. Yo temí de que se lo contase a alguien, pero tampoco podía evitarlo. Así pues me quedé pensando en si en verdad era el momento o el lugar indicado.

El tiempo fue pasando y se anunció que fuéramos yendo a asearnos para luego ir a la sala donde íbamos a comer. Entré al baño, fuí a hacer mis necesidades, pero de pronto veo que el pomo se abre, ahí me di cuenta de que se me olvidó echar el tranco, y entra ella, Andrea, la prima con la que me besé anteriormente. Justo en ese momento me levanté del retrete y se me veía la polla. Sus ojos se quedaron blancos, yo ya si que pensé que definitivamente ese no era mi día. De pronto ella cierra la puerta con tranco, se acerca a mí, yo en ese momento sentía un hormigueo por todo el cuerpo, estaba helado, inmóvil, nunca olvidaré esa sensación. Traté de decir algo, no obstante, ella me puso un dedo en la boca, se acercó, me besó y me agarró fuerte la polla. Si ya estaba dura ahora se me había parado, quería decirla que no lo hiciera tan fuerte, pero sus labios me lo prohibían. Era una dulce tortura en toda regla. Luego paró de besarme y comenzó a pajearme con sus frías, suaves y delicadas manos, aún no sabía que hacer, pero el placer de aquel gesto me hacía gemir, por lo que Andrea me tapó la boca con una mano y siguió haciéndolo con la otra.

Cuando estuve a punto de venirme paró, vió como me quejé en mi cara y de repente, son previo aviso rápidamente la agarró y la movió de adelante hacia atrás rápidamente y aunque me dolía un poco me hizo venirme en su mano. Me caí de culo a la taza, mientras vi que se lamió la mano, no dejó nada de semen en esta. De pronto se puso de rodillas, yo ya sabía que iba a hacer y sí, comenzó a chupármela, con sus manos y su boca, esa boca que era tan suave y la lengua también, me hizo venirme en segundos. Yo era virgen, al igual que ella, entonces no duraba mucho. Yo ya no sabía ni que hacer, ni que decir, solo ver como ella me usaba de marioneta sexual, se tragó toda la leche y me dijo, me gusta, pasó a besar mi polla, luego a mirarme y me dijo, “me gustas”. 

Tras eso se fue de allí a la sala para no llamar la atención, me dejó con una erección increíble y con las ganas de hacer algo más. Pero la noche aún no había acabado, no aún, quería hacer algo más con ella y lo iba a lograr costase lo que costase. Por lo que fuí a cenar como si nada, aunque cada vez que nos veíamos no podíamos evitar una sonrisa cómplice, acompañada de un sonrojeo. Al acabar la cena fui al salón, donde al rato ella vino también, para ese punto el resto de la familia fue a la terraza de la cocina a fumar, por lo que estábamos ahí solos.

Ella me mira y me dice “voy a hacerte un hombre” y me desnudó como si nada, yo la iba a cuestionar si aquello estaba bien, pero luego pensé “demasiado lejos hemos llegado ya como para parar ahora”. Tras que me sacara la polla comenzó a agitarla, pero hizo una pinza en la punta de la misma, me dijo que quería verme suplicar por acabar y así era, yo quería venirme, pero no podía. Luego vino su boca, con la cual usó su lengua para que no pueda venirme, pero cada vez sentía más semen acumulándose, por fin entendí la idea tras su tortura. Luego ella se desnudó, yo me toqué mientras, nunca olvidaré su cuerpo, parecía el de una diosa de la lujuria y el amor. Nos besamos mientras me la agarraba fuerte, aprovechó ese momento de debilidad mío para empujarme al sofá y sin saber como pasó ella se había sentado encima de mi polla, me besaba mientras subía y bajaban, yo la tocaba y besaba los pechos cuando me dejaba. Me dijo si esta era mi primera vez y avergonzado la respondí con un sí, no iba a mentirla. Me dijo que perfecto, así se aseguraría tanto de hacerme un hombre, como de hacer que me venga de la mejor forma que me harán venirme en toda mi vida.

Comenzó a girar su cuerpo a la par que subía y bajaba y…de un momento a otro se quedó quieta presionando bien mi polla, giró abajo y al subir, bajó de nuevo rápidamente. Toda la carga que tenía se la metí bien adentro, estaba llena de mi leche por todo su coño. Se lamió lo que pudo con su mano, me miró, tenía cara de agotado, miró mi polla con semen en la cabeza de la misma y la chupó, la chupaba tan bien y fuerte con esa suave boca que me hizo acabar de nuevo. Ahí me dijo que iba a dejarme seco y que quería mi leche en cada parte de ella. Así pues se puso a cuatro, levantó su gran culo, se golpeó en este y dijo, monta a esta perra de prima Diego a lo que fuí, me subí a su culo y me lo follé mientras la tocaba las tetas, aprentadolas y dándola nalgadas y la decía Andrea que buena perra eres, a lo que ella me dijo que el perro era yo, ella el caballo. Acabé en su culo y me tiró al duelo. Ahí me dijo, ya queda poco para que me vaya y aún no te he dejado seco, por lo que me toca ir más rápido.

Coje mi polla con sus manos y me la escurre bien haciendo que acabe en ellas por lo menos dos o tres veces seguidas, yo no podía verlo porque le hizo comerla y chuparla las tetas, no podía moverme, era su perro, su sumiso, ella me domaba como quería. Luego se puso del revés, me dijo que quería comprobar si mi boca servía para algo más que solo besar y lamer tetas, por lo que me dió su coño a probar mientras me hacía unas ricas cubanas con sus tetas, y es que, hasta que no hice que se viniera no me dejó de hacerlas. Yo notaba que ya no podía sacar más leche, pero ella me dijo que eso no se iba a quedar así, por lo que rapidísimamente me la meneó, la lamió bien entera, huevos incluidos; y fue a por el final. Me besó fuerte para que no viera nada y es que cogió y me pajeó la polla con sus ricos y delicados pies juró que me venía en segundos. Me dijo que me iba a dejar seco con estos, pues sabía que me excitaban muchísimo. Puso su culo encima de mi boca y ahí siguió hasta que la hice venir, con la última que me sacó terminó llevando la leche a su boca, se lo tragó y me besó.

Aquella noche fue increíble, no solo había dejado de ser virgen, sino que había perdido mi virginidad con mi prima Andrea, la más guapa de todas sin ninguna duda, y para colmo me había dejado seco, pues se aseguró de que no sacase más leche por un buen rato. Tiempo después tuvimos que despedirnos, pues ella se tenía que marchar lejos. 

Y hasta aquí este relato escrito por Diego Phoenix (pseudónimo) y como lo hice con la prima Andrea y todo lo que me hizo, si gustan más relatos pídanlo y muestren su apoyo.