Por

Anónimo

agosto 11, 2021

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Actividades extraescoles

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— ¡Está bien!, Voy a contar del uno al cinco. Cuando escuchen la cuenta del número cinco, todos saldrán completamente de la hipnosis. Se sentirán descansados, renovados y dormirán tranquilos y bien esta noche si eso es lo que quieren. Recordarán la experiencia de ser hipnotizados de forma clara y completa, y podrán relatar esta experiencia con los demás. Ahora, Uno, listos para salir de la hipnosis. Dos, cada vez más conscientes. Tres, cada vez más despiertos. Cuatro, listos para abrir los ojos. Y Cinco: ojos abiertos, bien todos despiertos

 

El Sr. Evans un hombre moreno de mediana edad y pelo negro aplaudió varias veces, y los veintisiete estudiantes de su clase  en aquella preparatoria abrieron los ojos, estiraron los brazos y se enderezaron en sus asientos. Hubo algunas risitas y al menos un bostezo. De pie frente a la clase, el Sr. Evans sonrió a sus sujetos recién despertados.

 

— Entonces, ¿qué pensaban todos sobre estar hipnotizados?— dijo con una amplia sonrisa mientras se sentaba en su escritorio

 

—¡Fue grandioso!—dijo un chico en la segunda fila. —Era como estar dormido y despierto al mismo tiempo. Como un gran sueño. La mejor parte fue—

 

—Mantén ese pensamiento, Michael— lo interrumpió el profesor— porque su tarea, que deben entregar el lunes, es un ensayo de quinientas palabras sobre su experiencia al ser hipnotizado hoy. — continuó el catedrático mientras veía su reloj.

 

Un coro de gemidos surgió de la clase reunida.

 

—¡Esperen, se pone mejor!— dijo el maestro al ver la cara de sus alumnos— Su ensayo debe estar escrito a mano—

 

Otro coro de gemidos.

 

 —¡La caligrafía es importante, gente!— continuó el Sr. Evans. —¡No tienen idea de lo útil que será esta habilidad en su vida!—

 

Desde fuera de la clase llegó el sonido de un timbre.

 

 “¡El momento perfecto!”, pensó el Sr. Evans mientras veía como su clase empezaba a desocupar sus lugares.

 

—¡No posponga esto hasta el domingo por la noche! .— dijo aquel hombre mientras acomodaba sus papeles en su maletín—Cuanto antes terminen su ensayo, antes podrán disfrutar de su fin de semana. Espero verlos a todos el lunes

 

Veintisiete estudiantes se levantaron de sus escritorios y salieron por la puerta en la parte trasera del aula. Una de ellas, Lorena, estuvo sentada en su escritorio por un breve momento, como si intentara recordar algo importante.

 

Finalmente, se levantó y también se dirigió hacia la puerta.

 

Mientras caminaba por el pasillo hacia su taquilla, Lorena no pudo evitar sentirse un poco decepcionada. Se había sumergido tan profundamente en la hipnosis como cualquiera de los otros, pero el Sr. Evans no le había elegido para hacer nada; se había pasado toda la sesión sentada allí con los ojos cerrados, escuchando a los varones de la clase  demás olvidar sus nombres o graznar como patos, o hablar de su comida favorita cuando tenían cinco años.

 

Pero nada en absoluto ellas y las demás chicas de la clase no habían sido llamadas por el Señor. Evans mientras duraba la clase.

 

 Como la mayoría de las chicas de la clase, Lorena siempre esperaba un poco de atención por parte del Sr. Evans, después de todo, él era uno de los hombres más interesantes de la facultad, con su cabello negro y ojos grises que parecían brillar detrás de sus gafas con montura de alambre, a pesar de su edad se mantenía en buena forma, habiendo rumores de que tenía un abdomen marcado, gustaba  de vestir de manera elegante con unas chaquetas de pana y corbatas de lana que le gustaba llevar. Además era inteligente y no tan estricto como muchos de los otros profesores. ¿A quien no le iba a gustar?

 

Se detuvo frente a su taquilla, marcó la combinación y abrió la puerta. Había un espejo que ocupaba la mayor parte del área dentro de la puerta de la taquilla, y después de colocar sus libros dentro, revisó su aspecto a fondo, observando hasta el último detalle. Se enderezó la chaqueta, una prenda de cuadros en espiga en blanco y negro que se abrochaba hasta el cuello, el cuál realzaba su bien formado busto. Luego se acomodo  el cabello, negro y rizado hasta los hombros, con un peinado sencillo. Finalmente se retocó el maquillaje buscando resaltar sus jugosos labios mientras lanzaba un beso al espejo.

 

Mientras ella se arreglaba frente al espejo sintió que  tres personas bien conocidas por ella se acercaron: Soraya, Pamela y Jessica, todas le sonreían cuando se volvió para mirarlas.

 

¡Cielos Lorena!— exclamó Soraya, una morena de rostro redondo y gafas igualmente redondas. — ¡Tienes que venir con nosotras a la casa de Jessica! ¡Sus padres se fueron el fin de semana y ella encontró dónde escondieron la llave del mueble del alcohol!

 

-Encontré una receta de té helado Long Island en Internet-, intervino Jessica, una rubia de cabello claro que era algo más baja que las demás.-¡Es muy fácil y tenemos todos los ingredientes!-

 

-¡Vamos a pedir pizza, y voy a seducir al repartidor para que nos la dé gratis!—chilló Pamela, una rubia cuyos grandes pechos se agitaban notablemente debajo de la camiseta roja que llevaba.

 

—¡Pamela, por favor!, dime que estás bromeando -suplicó Lorena un tanto impresionada

 

-¡Bueno, Duh!—respondió Pamela.— ¿Acaso crees que soy una zorra?

 

—¡No respondas eso, Lorena!—dijo Pamela mientras colocaba sus dedos en los labios de la chica—Entonces, ¿vienes?

 

Lorena parpadeó lentamente un par de veces antes de responder.

 

-Puedo ir, pero ahora mismo tengo … tengo algo que hacer. dijo Lorena sintiendo que finalmente había recordado lo que tenía que hacer.

 

 —Bueno, está bien— dijo Jessica— Pero no tardes demasiado. ¡Va a ser inolvidable esta noche!

 

—¡Sí, nos vemos más tarde!-dijo Pamela.

 

— ¡Nos vemos más tarde!— dijo Soraya mientras se retiraba con las demás y con eso todas se fueron.

 

Lorena cerró la puerta de su taquilla y se dirigió en la dirección opuesta. Después de todo, tenía algo más que hacer esa tarde.

 

Ahora, si tan solo pudiera recordar qué era…

 

* * *

 

Unos minutos más tarde Lorena entraba en el aula del Sr. Evans, claro estaba desierta, ya que todos habían dejado la escuela por ese día. Se quedó allí, mirando a su alrededor, tratando de averiguar por qué había ido. ¿Era esto lo que tenía que hacer? Quizás olvidó un bolígrafo o algo. . .

 

— ¡Hola, Lorena!— dijo una voz a sus espaldas.

 

Lorena saltó levemente y soltó un gritito de sorpresa. Allí, tras ella, estaba el Sr. Evans, como si hubiera estado allí todo el tiempo, ¿Acaso él la había estado esperando?

 

-¿Sabes por qué estás aquí?- dijo aquel hombre al rodear a la chica y dirigirse al escritorio al fondo del aula

 

Fue entonces cuándo Lorena lo recordó, una voz que le susurraba al oído.

 

“Vendrás a mi aula privada cuando de que termines tus clases».“No recordarás que dije esto hasta que te pregunte por qué está aquí».

 

-¡Su voz!— dijo Lorena sintiendo un escalofrío—Me diste una sugestión post-hipnótica.

 

-Es bueno ver que has prestado atención a las clases -,dijo el hombre mientras se sentaba en el escritorio.

 

-¿Qué… ? qué quiere ustedde mí?— sollozó la chica mientras inexplicablemente se acercaba al eminente catedrático.

 

-¿Qué crees que quiero, Lorena?- le respondió con seriedad

 

«Hay algo diferente en la voz del señor Evans», pensaba Lorena mientras se acercaba más. No era el típico tono calmado y correcto, que utilizaba en clase, era más suave y más serio, y eso lo hacía parecer más fuerte y más convincente. Podía sentir su voz trabajando en su mente y se dio cuenta de lo que estaba a punto de suceder.

 

—¿Quieres tener sexo conmigo?— jadeó Lorena sintiendo un delicioso calor subir por su cuerpo.

 

«Mmm…… hmm ».— asintió el Sr Evans usando su cabeza.

 

— ¡Quieres follarme mientras estoy hipnotizada!— dijo Lorena con notas de excitación en su voz.

 

— ¡Bueno, sí!—dijo el Sr. Evans con una sádica sonrisa. Pero creo que tú también lo quieres. De lo contrario, ¿por qué estás aquí?-

 

Lorena consideró la pregunta. Recordó que no se podía obligar a una persona hipnotizada a hacer algo que normalmente no haría.

 

 Por un lado, normalmente no tendría sexo con un profesor, eso era toda una locura. Por otro lado, tendría la oportunidad de follar con el hombre más seductor de la escuela, y podría haberlo hecho de todos modos si se lo hubiera pedido. ¿Qué importaba que la hubiera hipnotizado para hacerlo? Eso solo  podría hacerlo aún más pervertido, estar completamente a sus órdenes de esa manera.

 

Lorena se sentó justo delante del escritorio del Sr. Evans. Colocó sus manos con la palma hacia abajo sobre el escritorio de la silla y lo miró directamente, esperando pacientemente su siguiente instrucción.

 

-Ahora ya estás en un trance ligero-, dijo el hombre con calma- pero mientras te sientes frente a mí, mientras respiras profundamente, mientras te relajas por completo- dijo con calma el Sr. Evans modulando más su voz,-sentirás que te estás hundiendo más y más, más y más e, más y más profundamente.

 

Lorena permitió que la voz del Dr. Evans entrara en su mente, sintió que caía en ese estado extraordinariamente agradable entre el sueño y la vigilia, y aunque él no le dijo que cerrara los ojos, ella lo hizo de todos modos. Se sentía como si flotara dentro de una nube, todo era hermoso y nada podía estar mal, siempre y cuando pudiera escucharlo hablar.

 

—¡Lorena, escúchame!— dijo tranquilo el catedrático. El hecho de que me hayas permitido hipnotizarte, significa que confías en mí por completo y sin ninguna duda. ¿Lo entiendes?»

 

-Si— respondió la mujer, cuya  voz estaba apenas por encima de un susurro.

 

-Y como confías en mí completamente, sabes que nunca diría ni haría nada para hacerte daño, ¿correcto?- dijo tranquilo el Sr. Evans aún sobre su escritorio.

 

– Si,- fue la respuesta de Lorena.

 

-Y como sabes que nunca te haría daño, estás dispuesto a hacer lo que te ordene y aceptar cualquier sugerencia que te dé, ¿correcto?— dijo el hombre al levantarse y acercarse a la chica.

 

-Sí.- respondió la mujer con la misma actitud.

 

-Y creerás cualquier cosa porque sabes que todo lo que te digo es verdad, ¿correcto?-  al decir eso el Sr Evans colocó sus manos en los hombros de la universitaria.

 

– Si.- volvió a responder Lorena.

 

– Repite la última parte para mí— le dijo el Dr. Evans a Lorena en un susurro cerca de  su oído.

 

-¡Todo lo que me dices es verdad!- contesta Lorena sintiendo un delicioso calor al momento de decir eso.

 

– Bien muy bien-, dijo Evans mientras se sentaba nuevamente en su escritorio. Ahora te voy a hacer algunas preguntas,-dijo él mientras sacaba una libreta de su maletín-, y como confías en mí completamente, las responderás de manera sincera y completa, te sentirá muy bien al responder a mis preguntas y disfrutarás respondiéndolas. ¿Estás lista?»

 

– Si-, responde Lorena con una sonrisa en sus jugosos labios.

 

-¿Alguna vez has tenido sexo salvaje, Lorena?- dijo el Dr. Evans.

 

-Si.- responde Lorena sintiéndose excitada al hacerlo.

 

.¿Cuántas veces?- pregunta el catedrático mientras anotaba las reacciones de la chica.

 

-Cinco veces-, respondió con naturalidad la chica

 

—Háblame de ellos, por favor- dijo el Dr. Evans mientras activaba una grabadora en su bolígrafo.

 

—Las primeras tres veces fueron con Greg Cunningham, mi novio en ese momento- dijo Lorena aún con los ojos cerrados-. Fui a su casa después de que salimos a jugar a los bolos y lo hicimos en la cama de sus padres.

 

-Eso estuvo bien-, dijo ella como si quisiera reírse-. La segunda vez fue cuando fuimos a la playa en una cabina de salvavidas realmente excitante,- Lorena no pudo evitar reír en esa parte-; y la tercera fue realmente genial. Me llevó a una cabaña que tiene su familia en las montañas. Luego rompió conmigo, dijo que ya no estaba interesado en mí-.

 

— El se lo perdió.- responde el catedrático —¡Continúa por favor!-

 

– Luego fue con Danny Gibson, mi cita para el baile del festival de Navidad. – continúo Lorena tras una pausa.

 

– Nos colamos en la sala de profesores y lo hicimos en su sofá. Eso fue divertido.-dijo Lorena con una gran naturalidad-. La siguiente vez que lo hicimos fue en el bosque, en la parte trasera de su auto.— tras decir eso su expresión cambió a una molesta— Rompí con él porque solo me estaba usando para acercarse a mi amiga Pamela-.

 

-Totalmente razonable- dijo el hombre mientras anotaba los nombres de esos alumnos.

 

-Gracias-, responde Lorena sintiéndose bien tras haber dicho eso.

 

-¿Entonces parece que disfrutas mucho del sexo?- dijo tranquilo el Sr. Evans mientras continuaba tomando notas.

 

– Supongo. – dijo Lorena un poco dudosa de la afirmación del catedrático.

 

-Disfrutas mucho del sexo, en realidad, más que de cualquier otra cosa.-dijo el hombre al notar la duda de la mujer. Y Sabes que esto es cierto porque todo lo que te digo es cierto-.

 

– Si -, respondió ella sonriendo nuevamente.

 

-¿Cuáles son tus planes para después de la graduación?— dijo el Dr. Evans.

 

-Mis padres y yo estamos buscando alguna oportunidad para alguna universidad en el área de California.— responde Lorena con calma.

 

-¿Cuál es tu especialidad?- pregunta el catedrático.

 

– Psicología general- responde Lorena.

 

-¿Es eso lo que quieres?- pregunta el hombre mientras volvía a sentarse en su escritorio.

 

-Es más lo que quieren mis padres, pero me parece bien- respondió Lorena.

 

-Ya veo-, dijo el Sr. Evans.

 

El hombre se levantó nuevamente de su escritorio y se acercó a la chica.

 

—Ahora, Lorena, te voy a pedir que hagas algunas cosas para mí.- mientras decía eso empezó a acariciar el rostro de la chica. Recuerda esto: mientras estés hipnotizada, podrás moverte y actuar como si estuvieras despierta. — mientras decía eso miro fijamente a los ojos a la chica-. Pero no estarás despierta, todavía estarás en un trance profundo. Sabes que puedes hacer esto porque yo te lo digo. ¿Y qué pasa con todo lo que te digo?

 

—¡Todo lo que me dices es verdad!— respondió Lorena.

 

-¡Excelente!-. dijo el hombre mientras volvía a sentarse- Ahora, si pudieras  quitarte los tacones, por favor.

 

Lorena se agachó, tomó la parte de atrás de su zapato izquierdo con una mano y se lo quitó fácilmente. Luego hizo lo mismo con el zapato derecho. Colocándolos a un lado, se enderezó en su silla y volvió a sentarse en silencio.

 

-¡Ponte de pie por favor!-.

 

Lorena se levantó de la silla y se puso de pie, con las manos a los lados y los ojos serenamente cerrados. Todavía se sentía como si estuviera flotando, y estaba contenta consigo misma de seguir hipnotizada, tal como el Sr. Evans le dijo que podía hacerlo.

 

-Quítate la ropa, por favor- ordenó el Sr. Evans excitado por lo que estaba a punto de suceder.

 

Lorena bajó la cremallera de la chaqueta y se la quitó de los hombros, luego se quitó una manga y luego la otra. Dejó la chaqueta en el respaldo de su silla, luego comenzó a desabrocharse la blusa.

 

-Lorena .Un poco más despacio, por favor, estoy intentando disfrutar- pidió el Sr Evans buscando disfrutar un poco más del espectáculo que estaba ofreciendo su alumna favorita.

 

-Si. Disculpe– respondió Lorena mientras se  desabobrocha la parte superior de su blusa, luego lentamente bajó al siguiente botón, luego al siguiente, después al siguiente. Cuando se desabrocharon todos los botones, se quitó la camisa para mostrar un sujetador negro de encaje, que apenas podía sostener sus firmes pechos. Colocó la blusa sobre su chaqueta y luego se desabrochó la parte superior de sus pantalones, para dejarlos caer al suelo alrededor de sus tobillos. Con cuidado, sacó una pierna del pantalón arrugado, luego sacó la otra. Metió su mano detrás de la espalda y después de un momento de trabajo desabrochó su sostén. Lo dejó caer sobre el pantalón y luego se quitó las braguitas a juego. Las enganchó en un pie, después las levantó para cogerlas con la mano, y las dejó caer junto al sostén. Quedando de pie completamente desnuda ante el Dr. Evans, hipnotizada y esperando.

 

El Dr. Evans sonrió mientras admiraba su cuerpo desnudo. Sus pechos eran bastante excepcionales: grandes y redondos, con una suave pendiente ascendente. Cada uno estaba coronado con un pezón deliciosamente hinchado, lo único en ella, que  estaba despierto y consciente.

 

—Dime, Lorena, ¿alguna vez has seducido a un hombre?- dijo el profesor con interés en la respuesta.

 

Lorena frunció un poco el ceño ante esa pregunta.

 

-¿Seducir? No. Solo las putas hacen cosas así – respondió Lorena con un tono molesto en su voz.

 

—¿Como tu amiga Pamela?- preguntó irónico el catedrático.

 

-Ella no es una zorra, solo le gusta jugar a que lo es- respondió Lorena.

 

Esa respuesta hizo sonreir al Sr. Evans mientras se acercaba a la puerta del aula.

 

—-Bueno, déjame decirte esto:todo tipo de mujeres disfrutan dándoles sexo a los hombres. Y te voy a demostrar qué es cierto- tras decir eso abrió la puerta dejando entrar a otra mujer.

 

Lorena abrió los ojos con sorpresa al ver quién era y no podía creerlo. De pie en el umbral de la puerta,había una mujer latina de mediana edad con una blusa gris y una falda recta negra. La blusa no disimulaba nada el amplio busto de la mujer; la falda se pegaba a su trasero igualmente como una segunda piel. Pamela podía sentir los ojos de la mujer a través de las gafas que utilizaba, y su cabello estaba recogido y envuelto en un moño absolutamente serio. Ella era la subdirectora, la última persona que cualquier estudiante quería ver. Se rumoreaba que castigó a un estudiante tres semanas de expulsión por mirar su trasero demasiado tiempo,  ¿qué estaba haciendo aquí?

 

La mente de Lorena se aceleró.“Por Dios, ¡mis padres me matarán si se enteran de esto! ¿Qué debo hacer? ¿Qué debo hacer?» Pensó con miedo la chica mientras veía como se acercaba a ellos.

 

La subdirectora actuó como si Lorena no estuviera presente, yendo hacia el Doctor. Evans directamente.

 

-Veo que decidiste venir acompañado, cariño – dijo la mujer mientras se acercaba al Sr Evans con un tono más que amistoso.

 

— Nunca me perdería de nuestro encuentro semanal zorrita mía- respondió el Dr. Evans mientras la besaba apasionadamente.

 

Lorena estaba impactada mientras veía como frente a ella una pareja de docentes se estaba entregando a la pasión. Tras unos minutos ambos se separaron.

 

-Bueno, era obvio que disfrutas mucho mi manera de chuparte tu gran polla- dijo la mujer sin el menor tabú.

 

Lorena se sorprendió aún más. ¿Mamar? ¿Su gran polla? ¿Maldita sea? Esta era una mujer conocida por regañar a los estudiantes en medio de los pasillos por usar malas palabras indecentes.

 

«¡No lo entiendo! ¿Qué está pasando aquí?» Pensó para sí misma Lorena mientras continúa siendo testigo de aquella bizarra escena.

 

. Quiero que me muestres de todo lo que eres capaz Pamela- al decir eso el Sr. Evans suelta el cabello de su compañera.

 

-Pensé que nunca me lo pedirías mi amo-dijo Pamela, con una suavidad en su voz que Lorena nunca pensó que fuera posible. Paralizada por el miedo y el asombro, vio como la Pamela se desabrochaba la blusa y se la quitaba lentamente para revelar que no llevaba absolutamente nada debajo. Cada uno de sus pechos era casi tan grande como un melón y estaban coronados por un gran pezón oscuro con una aureola de casi cinco centímetros de diámetro. Después,  abrió la cremallera lateral de su falda, dejándola caer por sus bien formadas piernas para revelar que solo estaba usando un liguero que sostenían un par de medias negras. Luego Pamela se arrodilló ante él con tacones de charol de diez centímetros.

 

La mujer bronceada bajó la cremallera del pantalón de aquel hombre afortunado y extrajo su ya erecto miembro.

 

– Veo que estás ansioso porque una verdadera mujer te chupe la polla- dijo la mujer mientras tomaba el pene del Dr. Evans con sus manos.

 

Pamela abrió su boca y tomó el glande de la polla de su amante y y empezó con su placentera labor. Con cada embestida de su cabeza sobre la polla, la Pamela devoraba una nueva pulgada, luego otra y otra. Después de diez de esas embestidas, ella había llegado a su pelvis y luego echó la cabeza hacia atrás, manteniendo sus labios firmemente sellados alrededor de la carne gruesa y dura. Y luego empujó hacia adelante nuevamente, tomando toda la longitud del pene de una vez, luego retrocedió nuevamente. Ella continuó así, de atrás hacia adelante, una y otra vez, mientras que la respiración del Dr. Evans se acelera y sus gemidos se volvían más fuertes.

 

Ahora Lorena aún en trance veía como  la Pamela, de rodillas junto a ella, mientras movía su boca alrededor de esa enorme polla, completamente concentrada en el ritmo y la intensidad de su mamada, ella comenzó a respirar más profundamente y a seguir con detalle la técnica de mamada de Pamela. Pronto volvió a estar flotando dentro de una nube, sintiéndose cálida y maravillosa, sintiendo que nada podía estar mal.

 

Tras unos minutos la Pamela sacó la polla del Dr. Evans de su boca y le dijo.

 

— ¡Ahora dámelo todo amor!— dijo ella mientras continuaba masturbando al hombre frente a ella.

 

“¿Qué está a punto de pasar?» Pensó Lorena mientras veía como su profesor se corría abundantemente en la boca de aquella mujer con un gran gemido de placer.

 

La mujer de morena recibe con gran placer el semen de aquel hombre afortunado saboreando con gusto en su boca antes de tragarlo.

 

—¿Quieres continuar Pamela?- preguntó el Dr. Evans mientras acariciaba la cabeza de la mujer que continuaba de rodillas frente a él.

 

-Por supuesto cariño- responde la Pamela con una amplia sonrisa en su cara mientras con mucho cuidado estimulaba la polla para ponerlo nuevamente en forma.

 

Cuando la polla de aquel hombre nuevamente estuvo listo para la acción, ella misma se levantó y con calma subió al escritorio del profesor. él simplemente se preparó y colocó entre las piernas de está y lentamente empezó a penetrarla.

 

Lorena estaba impactada mientras veía como una de las mujeres más intimidantes de la universidad en ese momento actuaba como una consumada prostituta satisfaciendo los deseos de su cliente.

 

—¡Vamos amor con más fuerza!- gritaba aquella mujer mientras rodeaba con sus piernas las caderas del doctor Evans.

 

El profesor respondió a los deseos de su pareja aumentando la fuerza de la penetración mientras estrujaba sus grandes pechos con las manos.

 

Lorena observaba todo impávido e incrédula, sintiendo como su cuerpo empezaba a reaccionar con naturalidad ante la escena sintiendo como su sexo se empezó a humedecerse y sus pezones se ponían duros y sensibles.

 

Los amantes continuaron en el acto por lo que la única testigo del evento fue una eternidad mirando el rostro de la Pamela expresaba un placer indescriptible.

 

—¿¡Estás preparada zorraa!?— dijo el doctor Evans sin bajar el ritmo de su embestida.

 

La mujer asintió con la cabeza mientras apretaba los labios para evitar gemir con mucha fuerza.

 

Con un gemido seco el profesor Evans eyaculó en el interior de la Pamela, la cual dejó escapar un gemido de placer.

 

ElDr.. Evans salió lentamente del cuerpo de su amante dejando a la mujer desnuda sobre su escritorio respirando agitadamente.

 

El profesor se acomodo el miembro viril dentro de sus pantalones y luego la ayudó a levantarse.

 

Lorena vio como la Pamela, habiéndose levantado del escritorio simplemente volvió a ponerse la falda y la blusa y dejó esta última desabrochada, dejando que el Dr. Evans pudiera acariciara directamente su pecho derecho con la mano izquierda. , acariciándole el pezón con el pulgar. Ella sonrió mientras él le hablaba.

 

—¡Gracias por lo de hoy!— dijo el Dr. Evans mientras le besaba el cuello.

 

—Mmmmmm, si no tuviera alumnos pendientes cariño con gusto me quedaría un poco más-, dijo con la misma calidez que Lorena había escuchado antes.

 

— ¿Puedo verte este domingo?— le preguntó el Dr Evans mientras su otra mano acariciaba el trasero de la mujer encima de su falda.

 

—Puedes verme cuando quieras. Siempre tendré tiempo para ti-respondió la excitada mujer.

 

-Excelente. Lo espero con ansias— dijo el Dr. Evans, mientras quitaba sus manos del atractivo cuerpo.

 

—Yo también— respondió y terminó de abrocharse la blusa. Aún sonriendo, se acercó al Dr. Evans, y volvió a besarlo con pasión.

 

– Ahora pórtate bien, ¿de acuerdo?- le dijo antes de irse tranquilamente.

 

Lorena vio a Pamela mientras se alejaba lentamente, dándole al Dr. Evans un gran espectáculo mientras sus nalgas se movían deliciosamente debajo de la tela de su falda. Cuando la puerta se cerró detrás de ella al salir. Lorena volvió a hablar…

 

—¿También la hipnotizaste?- preguntó Lorena incrédula a lo que acababa de presenciar

 

«Mmmm-hmm», asintió el Dr. Evans con la cabeza.

 

—Ella solía ser bastante estricta, una rompe huevos total. ¿Sabías que una vez le dio a un estudiante tres semanas de expulsión porque él la estaba mirando fijamente durante demasiado tiempo? — dijo el profesor con la misma actitud tranquila de costumbre

 

—Si. Yo había oído eso- respondió Lorena.

 

– Pero todo eso cambió una vez que la puse bajo hipnosis. Ahora es una de las personas más agradables que jamás querrías conocer, a menos que seas un estudiante que se porta mal. – mientras decía eso el profesor revisó su móvil. Y el verano pasado pasó seis semanas en Dubai, donde los hombres más ricos del mundo pagaron más de seis mil dólares la hora por sus atenciones sexuales. — mientras le explicaba eso mostró varias imágenes de Pamela luciendo un minúsculo bikini blanco con un paradisiaco fondo tras de ella— su  ex marido no tiene idea de lo que se está perdiendo.

 

Lorena se sintió un poco nerviosa cuando escucho esa última parte

 

—¿Es ahí a dónde iré yo después de que me hayas reprogramado? ¿A Dubai?— dijo Lorena sintiendo un poco de incomodidad.

 

El profesor se acercó a la chica para poder tranquilizarla y no perdiera el trance.

 

—No lo veas como una reprogramación. Considéralo como una nueva forma de pensar-, mientras decía eso empezó a acariciar su rostro— Usted sabe que no se puede obligar a una persona hipnotizada a hacer algo que normalmente no haría o no quisiera hacer.¿Quieres hacer esto, Lorena?-

 

—¡Si!— responde Lorena. Después de todo, fue lo que le dijo el Dr. Evans, y todo lo que le decía a ella era cierto.

 

—Pero para responder tu pregunta, no, no irás a Dubai. – eso calmó la ansiedad de Lorena—El hecho de que vayas a California funciona bien para los dos- continúo el catedrático — Hay una agencia de acompañantes que siempre está buscando nuevos talentos- mientras decía eso miro fijamente a la chica-. Ganarás mucho dinero al conocer a un buen número de caballeros generosos y atentos que estarán tremendamente agradecidos por los servicios que brindaras.

 

El Dr. Evans se volvió hacia Lorena, poniendo sus manos sobre sus hombros mientras le hablaba. La mirada de ella se encontró con la de él y sintió que sus ojos se volvían pesados â��â��de nuevo.

 

— No quiero arrancarte de tu antigua vida- nuevamente el profesor volvió a modular su voz-. No quiero destruirte a ti ni a tu identidad-. Lorena volvió a sentirse nuevamente en aquella agradable y cálida nube. Pero puedo prometerte que tu vida está a punto de volverse mucho más interesante. ¿No es eso lo que quieres?

 

 —¡Si!— respondió Lorena mientras cerró los ojos con una amplia sonrisa.

 

—De acuerdo entonces— dijo el hombre mientras se desabrochaba el pantalón .¿Podrías arrodillarte? Puedes abrir los ojos si lo deseas-

 

Lorena se arrodilló lentamente y abrió los ojos. Fue entonces cuando vio que el Dr. Meadows se había quitado los pantalones y su boxer dejando su polla libre frente a ella.

 

Lorena no podía apartar los ojos de la polla del profesor, parecía la más grande que había visto en su vida. ¿De todos modos, cuántas pollas había visto realmente en su vida? más allá de las veces que vio pornografía con sus amigas pero  la del señor Evans era sin duda el mejor.

 

– ¿Recuerdas como lo hizo la Pamela, Lorena?- mientras decía eso empezó a mover su polla  frente al rostro de la chica.

 

Lorena asintió con la cabeza sin dejar de mirarle su polla.

 

—¡Qué estás esperando muéstrame tus habilidades!— dijo el profesor sin más.

 

Lorena se acercó y comenzó a lamer la cabeza de su polla con suavidad, luego pasó la lengua arriba y abajo a lo largo del miembro. Podía imaginarse a sí misma tragándose aquella agradable barra de carne, pero pensó que podía tomarse su tiempo. Siguió lamiendo por un par de minutos más y mientras lo hacía, sus ojos se cerraron de nuevo. Podía escuchar al Dr. Evans, que gimió suavemente, y ella jadeó en respuesta al sentir que se excitaba. Fue increíble, ni siquiera su primera vez con Greg estaba tan excitada. Por lo que se rindió por completo al placer. Siguiendo el ejemplo de Pamela, abrió amplía la boca  y engulló la polla del profesor gradualmente, sintiendo cómo llenaba toda su boca, sintiendo la cabeza contra la parte posterior de su garganta, sintiendo el sabor en su lengua y disfrutando cada segundo. Y mientras movía la cabeza de un lado a otro en perfecta emulación de Pamela, se dio cuenta de que lo que había hecho con Greg, o con Danny, no era nada comparado con esto. “Esto es sexo verdadero», se dijo a sí misma.

 

Lorena mantuvo su ritmo hasta que sintió como el miembro del profesor temblaba suavemente y vaciaba su semen en su boca, esto la tomó por sorpresa pero hizo un esfuerzo por retenerlo en su boca.

 

– Si quieres puedes escupirlo- dijo el profesor mientras acariciaba la cabeza de la chica.

 

Lorena saboreó  un momento el semen en su boca antes de tragarlo.

 

-Bien. Muy bien. – dijo el profesor al ver la acción de su alumna.

 

Lorena sonrió por las palabras del catedrático sintiéndose feliz por esas palabras.

 

El profesor ayudó a su alumna a ponerse de pie

 

– Ahora inclínate y abre las piernas- pidió el Dr. Evans

 

Lorena sintió la fría y suave superficie del escritorio del Dr. Evans contra sus grandes pechos mientras hacía lo que le dijeron, tras eso los hábiles dedos del profesor gradualmente se fueron haciendo paso en su coño mojado.

 

— Estás más apretada de lo que espere-  dijo el Dr. Evans al sentir como las paredes vaginales apretaban sus dedos.

 

—-Se siente muy bien – responde Lorena gimiendo por el placer recibido.

 

-Veo que esos chicos niñatos no supieron tratarte como te mereces—-, el profesor Evans lamió los dedos cubiertos con los fluidos- no te preocupes de ahora en adelante solo sabrás lo que es estar con verdaderos hombres muy poderosos.

 

Esa idea hizo sonreír a la chica por alguna extraña razón, la idea de que partir de ese momento esa sería su vida le parecía muy agradable, e incluso divertido.

 

El Dr. Evans se colocó tras la chica y colocó su pene en erección en la entrada de su empapado coño.

 

— Muy bien señorita Lorena, créame que disfrutará mucho esto- dijo el doctor Evans cuando penetró suavemente a la chica.

 

Mientras la penetraba desde atrás, la respiración de Lorena se aceleró y sus gemidos se hicieron más fuertes. Sintió que su excitación aumentaba.

 

—¡Oh! Si más fuerte profesor— decía Lorena con fuerza.

 

— Te gusta esto ¿no?— respondió el profesor mientras continuaba acelerando el paso.

 

—Claro que sí¡Jamás me había sentido así!- respondió Lorena con una mueca de placer en su rostro.

 

El profesor Evans sintió como las paredes vaginales de Lorena empezaban a contraerse alrededor de su virilidad señal de el inminente orgasmo.

 

—Creo que estás lista para  correrte, verdad preciosa- dijo el académico sintiendo como el joven cuerpo a su merced temblaba ligeramente.

 

Ella solo asintió como respuesta, jamás se había sentido así, en ninguno de sus encuentros previos había sentido tanto placer.

 

Lorena llegó a un orgasmo, luego a otro, luego a otro, en su vida jamás había alcanzado más de un orgasmo ni tenido algún compañero con el aguante del profesor.

 

— Señorita Lorena, ¿habría algún inconveniente si me corriera dentro de usted?— mientras decía eso golpee suavemente el trasero de la chica— a pasado algo de tiempo desde que pude correrme dentro de un coño tan joven-.

 

-¡Hágalo dentro!, Por favor-,pidió la chica cerrando los ojos de placer- déjame sentir su semen en mi interior-.

 

El profesor Evans eyaculo dentro de la chica mientras exhalaba pesadamente sintiendo como su simiente llenaba el útero.

 

— Después de correrme tantas veces en maduras es refrescante llenar un coño joven para variar—el profesor Evans decía eso con una sonrisa al ver el rostro sonriente de su alumna.

 

Más tarde Lorena tocaba el timbre de la casa de su amiga Jessica.

 

— ¡Amiga pudiste venir!— dijo Pamela al ver a su compañera.

 

— Terminé lo que tenía pendiente y vine como prometí— dijo sonriente Lorena..

 

— Pues pasa linda las cosas se pondrán buenas cuando terminemos los tragos— dijo la morena mientras la dejaba pasar.

 

Se reunió en la cocina con sus otras amigas

 

—¿ A dónde tenías que ir que era tan importante?— preguntó Soraya.

 

— Me reuní con el doctor Evans, tenía algunas cosas que discutir para unos créditos extra— respondió Lorena mientras se sentaba.

 

—¿Hablas del profesor que dice que practica hipnosis?— dijo Pamela mientras movía sus dedos de manera errática.

 

— Si así es- respondió Lorena con calma.

 

— Oye, ¿Has podido aprender a hacer eso?— dijo intrigada Pamela.

 

—¿Hacer qué?— respondió Lorena con dudas sobre la pregunta.

 

— Ya sabes, hipnosis— le respondió la rubia.

 

— Bueno una cosa o dos— respondió Lorena- ¿Quieren probar?-

 

Mientras tanto…

 

El profesor Evans estaba en la fila de una pizzería para recoger su pedido, si todo había seguido según su plan se divertiría bastante esa noche.

 

El sonido de un mensaje llegó a su celular

 

Al abrirlo aparecen varios emojis, una espiral, cuatro que representan a las chicas y una rebanada de pizza.

 

Él solo sonrió, si, se iba a divertir mucho.

 

¿FIN?

 

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Una respuesta

  1. helenx

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