Por

Anónimo

febrero 10, 2021

3158 Vistas

febrero 10, 2021

3158 Vistas

La visita

0
(0)

      Desde que mi madre me dijo que iría a pasar el verano con mi tío, sentí un regocijo interior que inundaba todo cuanto hacía por esos días. Prácticamente contaba los días que me quedaban por marchar a diario. La última vez que lo había visitado fue cuando yo tenía apenas siete años y ya por aquel entonces sentía una atracción por él fuera de lo normal. Mi tío es un hombre alto, fuerte, moreno y guapo. Su aspecto es varonil, de esos hombres que te dan la impresión de que son capaces de protegerte ante cualquier problema que tengas en la vida. Es viudo, mi tía murió muy joven, apenas tenía ventisiete cuando cogió una enfermedad incurable. Marcelo, que es como se llama mi tío, quedó destrozado, pero poco a poco rehizo su vida y, aunque no volvió a casarse tuvo al parecer, porque es lo que decían mis padres, bastantes mujeres. Pero ninguna en plan serio. Mi tío Marcelo tiene ahora treinta y siete años. Pero contaré mi estancia porque necesito escribirla y que los demás sepan lo que llevo dentro sin contar a nadie en real. 

   Nada más llegar a la estación de autobuses comencé a mirar por la ventana para ver si veía a mi tío. Unos chicos pesados que estaban justo detrás de mi asiento no me dejaban de preguntar cosas, ellos iban de vacaciones y al parecer les había gustado mi pantaloncito corto y mis short de tirantas, se les iban los ojos a mis pechos. Pero no les hice ni caso. Bajé del bus y cogí mi bolso. Antes de buscar con la mirada de nuevo a mi tío uno de los chicos se dirigió a mí con los otros chicos detrás de él sonriendo. 

– Al menos podrias decirnos dónde te vas a hospedar. Podríamos quedar para ir a la playa algún día. -Me dijo acercandose a mí.

– Pues el problema es que a lo mejor ni me quedo aquí sabes, en un principio estaré con mi novio y luego nos iremos. -Contesté mientras me daba la vuelta y caminaba en sentido contrario. 

– Vaya, o sea que tienes quien te espera…una pena verdad colegas.

– Una pena si, pero ella viene conmigo. -contestó una voz grave a un lado de mí, que recordé al instante.

– Tío Marcelo! -me abalancé sobre él dejando el bolso en el suelo. 

– Esta bien, pues si algún día te apetece salir de fiesta…quizás nos veamos en la playa. -insistió el chico contrariado.

– Si, si…está bien.

   Pero no le hice más caso. Mi tío estaba increible. Al sentir su pecho sobre mí sentí como mis pezones se endurecieron, por momentos creí que se daría cuenta pero a la vez me daba igual. Cogió mi bolso y me agarró con su mano. Noté su fuerza al instante, sentí que estaba indefensa ante aquel hombre tan varonil, tan excitante. Mientras fuimos en su coche no paré de hablar, me puse de lado en el coche y el sonreía viéndome tan contenta. Le contaba cosas de su hermano, es decir mi padre, y de mi madre. De la universidad que iba a comenzar y de mis amigas y yo que sé de cuantas cosas más le hablaba, porque la verdad es que creo que le contaba tantas cosas por los nervios que tenía. No pude evitar en más de una ocasión mirar su entrepierna, tras aquellos pantalones pude notar su abultado paquete. Y entonces volví a recordar lo que desde niña llevaba grabado en mi mente.

La primera vez que vi la polla de un hombre fue la de mi tío, fue en la ducha, él jamás cerraba la puerta al ducharse y creo que hasta mi madre le vio en más de una ocasión en pelotas. Yo, la primera vez que lo vi me quedó sorprendida por el tamaño de aquella polla. No pensaba que un hombre pudiera tener eso tan grande. Luego, más adelante vi también la de mi padre en la ducha, la de amigos pasajeros, un par de novios que tuve y por supuesto por peliculas o internet. Pero como la de mi tío en real nunca. Y la tenía como fantasías sexuales en solitario en más de una ocasión.

 Al llegar al ático mi tío me dijo dónde tenía mi cuarto, lo había preparado todo para mí. Hasta un portatil y música para escuchar. El ático lo había comprado no hacía mucho tiempo. Al parecer le iba muy bien la vida, porque tenía varias propiedades compradas ya por la costa del sol. La terraza era increible, grande y se veía todo el mar enfrente, con la playa en todo su explendor. Pregunté si podía tomar el sol y aprovechar aquel maravilloso día a tope.

– Claro, jajaja, pero mujer, si vas a tener tiempo de sobra de tomar el sol. Otra cosa no pero sol, vas a tener de sobra. Yo bajaré a comprar algunas cosas que necesito. Cristina estás en tú casa, si quieres tomar algo ahí tienes un minibar. Hay de todo y no seré yo quien te diga lo que debes beber o no…ya eres mayor de edad verdad preciosa? -dijo clavando su mirada sin reparo alguno sobre mis pechos. 

– Si, claro tío. No te preocupes…yo tomaré algo si. -contesté un tanto cortada por su descaro. 

 Al irse fui al cuarto, me desnudé y me puse el bikini que había traído. Mi madre me reprochó que era demasiado atrevido. Apenas te tapa hija, solía decirme. Pero a mí me encantaba. Después fui al balcón y allí me embadurné de protección solar y me tumbé después de haberme preparado un martini. Comencé a pensar lo tonta que había sido poniendome así de nerviosa cuando mi tío miró mi escote. Pero si es lo que siempre has deseado, dije para mí misma en voz alta. Tomé un trago y decidí que no iba a volver a sentirme así, no debe de notar que soy una tonta chiquilla aún. 

 Un cuarto de hora después más o menos llegó mi tío. 

 – Hola, ya estoy aquí. 

 – Estoy aquí tío…en el balcón.

 – Ok, enseguida te acompaño Cristina, dame un segundo.

  Bebí un buen trago de la copa, me coloqué mis gafas de sol y eché mi cuerpo hacia atrás esperando ver la cara de mi tío al verme. Salió con una toalla blanca puesta en su cintura. Me quedé sorprendida -joder que bueno está, pensé al instante. 

 – Me he vuelto a duchar, aquí te puedes estar duchando todo el día, que enseguida tienes calor otra vez y eso que hoy no es de los días más calurosos. -dijo mientras se ponía una copa y sin haberme visto aún. Pero mientras seguía hablando a la vez que se echaba hielo se giró y se quedó allí parado unos segundos, algo le había llamado la atención.

 – Vaya sobrina, estás preciosa

 – Gracias ¿Te gusta mi bikini?

 – ¿Que si me gusta? Estás increible. La última vez que te vi eras solo una niña y ahora…dios mío como pasa el tiempo.

 – Pues por ti no pasa mucho la verdad. Yo creo que incluso estás más joven tío.

 – Eso es un halago por tu parte, pero los años pasan por todos. -contestó sonriendo mientras se ponía a mi lado en otra amaca con su copa de wiskie con hielo. 

 – ¿Quieres que te eche protección solar? -dije sorprendiéndome yo misma de mi reacción. 

 – Será un placer. 

 Mi tío se dio la vuelta y me levanté cogiendo el bote de pretección. Mientras me contaba como había comprado el ático y porqué le gustó tanto esparcí la crema por su espalda. Su cuerpo estaba bronceado, fuerte. Me puse de rodillas con una toalla para no hacerme daño y empecé a frotar su ancha espalda. He de reconocer que para ese momento ya estaba mojada, estaba tan excitada que hacía las cosas por inercia. Mi tío no paraba de hablar, pero yo seguía absorta en su piel, me entraron ganas de quitarle la toalla, pero no tenía el valor suficiente o, ¿si lo tenía? Froté sus duras piernas sus hombros, el cuello…

 – Date la vuelta anda. -dije con voz algo entrecortada por la excitación.

 – Sobrina tienes unas manos deliciosas. Si sigues así me dormiré aquí mismo -contestó sonriendo a la vez que se daba la vuelta y daba un trago a su copa. 

 – ¿Dormirte? ¿Te dormirias? Vaya decepción tío. -dije sorprendiéndome una vez más yo misma con esa respuesta. 

 – Bueno…me refiero a que son muy suaves y en fin…no me mal interpretes. 

  No podía aguantar más, su pecho sus abdominales me tenían loca por completo, entonces miré a mi tío descaradamente, clavé mis ojos sobre los suyos y con mi mano derecha le quité suavemente su toalla. He de confesar que lo hice sin miedo, sabía que mi tío no se iba a sorprender, lo tenía claro y lo hice confiada en mí misma. Marcelo no dijo nada, solo me miraba. Me giré entonces y vi su enorme polla en estado de erección. Era enorme, aún así sin estar erecta era una verga deliciosa. Volví a mirar a mi tío por ver su reacción, pero este tan solo dio un sorbo a su copa y la dejó sobre una pequeña mesa al lado a la vez que echaba sus brazos sobre su cuello en forma de almohada. Agarré su polla con delicadeza, la toqué con la yema de mis dedos y luego pasé una de mis uñas largas por sus huevos. Mi tío se encogió, aquello pareció gustarle. Su enorme verga ya tenía un considerable tamaño, pero seguía creciendo, seguía endureciendose cada vez más con mis caricias lentas, con mis juegos de manos. Finalmente cuando vi que ya estaba grande del todo, la agarré con mi mano, joder podía hacerlo con las dos a la vez y aún me quedaba el capullo hinchado para mi boca si queria. Empecé a moverla suavemente, la crema solar hizo su trabajo para facilitar mi entrega. Poco a poco fui aumentando el ritmo, miraba a mi tío de vez en cuando, estaba disfrutando, le gustaba, lo hacía bien y eso me excitaba aún más. Ya era una paja en toda regla, me aguantaba de no llevarmela a la boca y hacerle una mamada, que por otra parte lo estaba deseando, pero quería volverle loco, quería demostrarle que sabía como satisfacer a un hombre de verdad. Tal fue mi empeño que mi tío explotó como un salvaje, soltando una gran cantidad de leche caliente que se derramó por todas partes, incluso parte de ella llegó a mis labios y mirándole me relamí para que viera que estaba dispuesta a todo. Mi tío pareció al correrse tener convulsiones, gimió y agarró mi otro brazo cuando lo hizo.

 Pero ahí no iba a acabar la cosa, cuando volvió en si, cuando se rehizo de aquel regalito que le había hecho, se puso en pie. Me cogió como si fuese una muñeca entre sus brazos y me llevó dentro. Así cogida de él me sentía indefensa, no sabía dónde me llevaba pero quería dejar que me hiciese lo que le diera la gana, me daba igual. Estaba excitada al máximo. Llegamos hasta su habitación, allí me tiró literalmente sobre la cama, su polla estaba otra vez dura como el acero, totalmente tiesa…con sus brazos me levantó las piernas y su boca fue a mi coñito mojado tapado aún por el tanga del bikini. Con su boca, arrancándome con sus dientes me fue desnudando, era una bestia…no lo hacía con prisas, lo hacía con fuerza, con decisión. Primero me arrancó la parte de abajo y antes de devorarme entera hizo lo mismo con mi parte de arriba, quedé desnuda indefensa. Comenzó lamiéndome, mordiéndome, besándome mis tetas…me gustaba, me gustaba mucho, creí que me iba a correr ya, pero lo que estaba expirementando era el deseo acumulado durante mucho tiempo. Me volvía loca, me deshacia…

 -Siiii ohhh tío…me derrites, me quemas -dije gritando sin control alguno mientras su lengua se abría paso por mi coño inundado de deseo.

 – Joder que buena estás, voy a follarte…voy a follarte. -dijo mientras me miraba y ponía su enorme polla sobre mi boca.

 No pude conterme, no pude hacerlo despacio, la engullí hasta que sentí arcadas, deseaba que me ahogase con su polla, sentía la necesidad de morirme en ese placer inmenso. Me puse como pude a cuatro patas y mi tío se puso de pie fuera de la cama y así comencé ha mamarsela sin parar, su polla me pareció deliciosa, me gustaba su sabor, me gustaba su olor, su dureza, su calor. Con una mano se la meneaba mientras que mi boca intentaba tragar más y más, pero era imposible tragarla entera, con la otra mano comencé a tocarle sus enorme huevos. Otra vez mi tío quedaba rendido ante mi impetú. Recuerdo que lo que quería es que sintiera la mejor mamada que le habían hehco jamás. Quería ser la mejor, que ninguna otra puta le hiciese lo que yo estaba dispuesta a hacerle y he de reconocer que sabiendo quer era mi tío me ponía aún más cachonda. Le hice, una mamada de verdad, hasta que noté cómo los muslos de sus piernas empezaban a endurecerse hasta que se corrió…su semen inundó mi boca al instante, me separe y se la meneé hasta llenar mi cara de su leche deliciosa y caliente. Era una declaración de que estaba dispuesta a todo una vez más. Era su segunda vez que se corría y pareció como si fuese aún más la cantidad de su licor la que me dio como premio. 

Pero como poseido por un demonio, mi tío no quiso parar y empezó a decir cosas obscenas y a perder el control por completo conmigo, que no hizo otra cosa más que ponerme aún más loca de lo que ya estaba. 

 – Ven aquí puta…ahora me toca a mí. Te voy a reventar de placer pequeña. Joder, ven aquí te he dicho puta zorra! -dijo gritando a la vez que me daba la vuelta y me azotaba mis nalgas con fuerza. Allí de pie tras de mí. 

 La verdad es que no sentí miedo, me gustó que me azotase así de fuerte, mientras daba tiempo a su polla a ponerse otra vez dura y gorda. Seguía diciendome cosas guarras y a mi me ponía cada vez más loca.

– Vamos perra, te voy a follar duro, seguro que ningún niñato te ha follado como un hombre jamás, ahora vas a ver la diferencia de follar con un niño a la de follar con un hombre. 

 Y su polla comenzó a follarme. No sé cómo explicar lo que sentí, su polla me hacía daño, a pesar de estar mojada entera, pero era grande, gorda, dura y parecía querer desgarrarme. Me folló sin contemplaciones, la metió dentro y sus embestidas hicieron que gritara como una perra en celo. No paraba, cada vez lo hacía con más fuerza a la vez que me azotaba sin reparo alguno. Me corrí como jamás lo había hecho, gritando tanto que mi tío me puso su mano sobre mi boca para atenuar el ruido. Pero el muy cabrón no paró, siguió follándome más despacio, hasta que vio que mis convulsiones habían menguado, pero no así mis gemidos por las nuevas embestidas. En ese momento sacó su polla y empezó a meterla por mi culo, joder sólo lo había hecho una vez por ahí, pero fue con mi novio que tenía una polla de unos trece centímentros, nada que ver con la enorme verga de ventiseis de mi tío y además gorda…grité si, grité descosolada, lloré, me dolía, me dolía mucho…me dolía, me gustaba, me dolía…me gustaba….Mi tío no quiso parar cuándo me vio llorar, me folló sin compasión y sabía como hacerlo tan bien, que acabé volviéndome loca de gusto. Pensaba que ya lo había hecho por atrás, pero hasta ese día no sabía lo que era que te follasen por el culo de verdad. A decir verdad desde esa primera vez, me volví adicta al sexo anal. Mi tío soltó por tercera vez su esperma, esta vez en mi culo. Noté su delicioso calor, fue como un bálsamo, una delicia que acabó por rendirnos a los dos. No sé las veces que tuve orgasmo, no lo sé de verdad. Yo creo que al menos en cuatro ocasiones me corrí aquella primera vez, porque incluso cuándo le hice la paja en el balcón, creo que llegué a tener uno. 

 A partir de aquel primer día, no paramos de follar. Cuándo hablaba con mi madre por teléfono le decía que al tío apenas lo veía. Que yo iba a la playa con las amigas y esas cosas. Pero que estaba muy a gusto. Mi tío reafirmaba mis palabras cuándo le pasaba el teléfono. Pero la realidad era que nos habíamos viciado el uno con el otro. No podíamos parar de follar e hicimos de todo. Ese verano, probé por primera vez un trio con otra mujer, a la vez que probé por primera vez follar con una mujer, descubrí los placeres compartidos hombre-mujer de lo que hoy en día soy fiel seguidora. También probé un trio con dos hombres a la vez…y más cosas que si me decido y me lanzo seguiré contando aquí. Un verano que espero poder repetir el año que viene, ya que este no ha sido posible por la pandemia. 

Cristina. 

 

¿Que te ha parecido este relato?

¡Haz clic en una estrella para puntuarlo!

Promedio de puntuación 0 / 5. Recuento de votos: 0

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este relato.

2 respuestas

  1. nindery

    Еstоy cоmplеtamente dеsnudо. ¿Quiеrе ver una imаgеn? – http://analsex4.fun

  2. helenx

    Stop jerk off. I know a site where thousands of single girls are waiting to be fucked. Look at them: http://xnice.fun/rt

Deja un comentario

También te puede interesar

solo una vez 2

anonimo

13/11/2017

solo una vez 2

filial trios

anonimo

09/10/2011

filial trios

Volviendo loca a mi suegra

cerdo dom

24/06/2016

Volviendo loca a mi suegra
Scroll al inicio