julio 18, 2013

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Los juegos de mi madre

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El matrimonio de mis padres fue como tantos, un fracaso. Una de esas parejas sumergidas en la rutina y la indiferencia, la apatía, la conformidad, la decepción y el desencanto. Caracteres incompatibles que convivían juntos por inercia, aplazando por pereza solicitar una separación o divorcio por aquello del �qué dirán�…

Desde pequeño recuerdo que mis padres dormían no en camas separadas sino ya en habitaciones separadas; mi padre trabajaba y mi madre cuidaba del hogar, ese era el pacto. Yo fui hijo único por lo cual fui un niño muy querido por los dos, quizás él no lo exteriorizaba tanto, pero me quería a su manera. La que me quería mucho era mi madre�

Ahora de mayor comprendo las cosas que por entonces no entendía, mi madre era una hembra sexualmente insatisfecha, y una hembra insatisfecha es un problema�

De niño dormía en una habitación muy cálida y acogedora, con mi madre. Mi madre no es alta ni baja, 1 metro 67 cm, aproximadamente, cabello castaño oscuro casi negro, labios carnosos, pechos redondos tirando agrandes, piel ligeramente morena, complexión más bien fuerte, culo macizo y duro y unos muslos que me fascinaban de pequeño, fuertes y amplios y rematados en unas contundentes rodillas redondas. Tenía por aquel entonces unos 37 o 38 años, y yo, poquitos aún�

Fui un niño muy mimado y muy querido por ella, me ponía en su regazo, me besaba, me bañaba y siempre estaba conmigo aparentemente de broma, aunque ocultara su perenne mal humor con mi padre�

Pero a lo que voy es a mis recuerdos de aquel tiempo. En las largas noches de invierno, de frío, lluvia y mal tiempo, al amanecer yo me despertaba temprano y me iba a su cama, o me llamaba ella, y en otras ocasiones, a la noche, y sobre todo aquellas de mal invierno, me acostaba en la suya directamente y dormía con ella. Lo estoy recordando ahora y ya está martilleándome el corazón en el pecho, pues de aquella empecé a probar sus juegos, sus juegos maravillosos�

Mi madre nunca usó camisón o pijama, tenía bastantes edredones en la cama, siempre cálida, y dormía siempre en bragas y sujetador, generalmente blancos o color beige, en los que se mostraba ante mí sin ningún tipo de pudor, pudiendo yo ver con claridad la rotundez de sus tetas, redondas, duras, marcando pezón contra el sujetador y disfrutando la vista con sus muslos siempre bien depilados, que subían hasta sus bragas , a veces de un modelo blanco, que tenían como unos poros, pequeños o mínimos agujeritos que dejaban entrever algo o transparentar la oscuridad del coño, el cual no solía depilar. A pesar de sus piernas siempre perfectamente depiladas, yo veía asomar en las ingles algunos pelos negros, observaba yo con mucha curiosidad…

No es que siempre estuviera de buen humor conmigo, a veces estaba cansada o no tenía ganas de broma, pero la mayor parte de los días, al anochecer o al amanecer jugábamos a las luchas, a hacernos cosquillas, a ver quién era más fuerte y sujetaba al otro, etc. A mí me parecían juegos inocentes, y me lo pasaba muy bien. Ella era más alta que yo, y más fuerte, y siempre me podía, claro; me abrazaba como una boa y me inmovilizaba, se ponía encima de mí y simulaba asfixiarme; clavaba sus tetazas encima de mi pechito, sentía todo el peso de su cuerpo, me sujetaba fuerte los brazos en cruz contra la cama, y yo disfrutaba de aquello. Jugábamos a hacernos cosquillas, adivina qué número te dibujo en la espalda, cosquillas en los sobacos, el cuello, en mi pechito, en mi barriguita� Yo la tocaba por dónde podía, o por dónde me atrevía, la timidez de un niño�

Me llenaba de besos, de vez en cuando me daba un pico, o me decía � �Bésame en la boca, cariño�. Recuerdo los besos en la boca de una sensación más agradable que los otros, de un cosquilleo intenso y enorme, me gustaban�

En las luchas y en los forcejeos, en las sesiones de cosquillas, que podían durar un buen rato, yo sentía sensaciones extrañas y agradables a un tiempo. Yo dormía en calzoncillos, o pijama, según, y a veces ella bajaba la mano y la deslizaba por mi paquete, por encima de la tela del calzoncillo o del pijama. Aquello me encantaba. Ella se reía, me cosquilleaba ahí, se reía� A veces incluso metía la mano por debajo del calzoncillo para agarrarme mejor la picha� y se reía�

Recuerdo en aquellos lances, mi corazoncito martillear fuerte en el pecho, temblar yo un poco del gusto, reírme, acariciar yo a la vez sus muslos� Recuerdo siempre mi reacción instantánea de cosquilleo y gusto enorme de niño. Ella se reía, y me besaba la boca a la par que tiraba hacia atrás de la piel de mi picha, me tensaba el frenillo, me hacía cosquillas en la picha que me encantaban; a veces se bajaba un poco más la mano ��Uuy, mi nene��- y me cogía los testículos, me los apretaba suavemente, me los cosquilleaba, me los volvía a apretar un poco, más masaje, me daba un apretoncito o un tironcito � se reía � que me daba un poco de dolor y a la vez de gusto, luego volvía a subir a la picha, la trabajaba otro poco, luego sacaba la mano y lo dejaba. Nos dormíamos, yo feliz, y abrazado a ella, acariciaba sus muslazos duros, ella me abrazaba, sentía su perfume, sentía sus pezones duros apuntar el sujetador. A veces, estando dormida, se daba la vuelta inconscientemente y se acaballaba sobre mí quedando totalmente encima, pero yo soportaba toda la noche su peso, feliz, dulce castigo, respiraba como podía, hasta que ella daba otra vuelta.

Insisto, fueron tiempos muy felices. Por el día nunca se hablaba del tema, pero yo recuerdo todas las noches el martilleo de mi corazón, las sesiones, los juegos, las luchas, las cosquillas�

-�Cómo quiero a mi nene �-, �Mamá te quiere, te baña, te enjabona, te hace mimitos�-. Siempre seguía un orden o protocolo; las luchas y sujecciones, primero; apretaba su mano sobre mi cuello, suavemente, y simulaba asfixiarme. Se acaballaba encima de mí, sus tetazas, su peso, su cuerpo. Sentía meter su muslo contra mi entrepierna � �Arre, caballito�-, dándome ligeros pero intencionados golpes en los huevos. Recuerdo mi picha descapullar, cosquilleo, picor, apretarse fuerte contra la tela del calzoncillo. Dolor en los testículos, me embestía con su muslo ��arre, potrillo�-, pero mucho gusto y placer. Besos �eléctricos�- los llamaba ella � en la boca, cosquilleo. Luego al final se bajaba la mano a mi polla, jugaba con ella y con mis cojones, yo la notaba dura � �Mamá te quiere mucho mucho�� Yo era muy niño, no sabía lo que era masturbarse, ni nada de esas cosas. Recuerdo una mezcla de perplejidad, inocencia, cosquilleo, gusto, vergüenza, ilusión, mucha excitación� Intuía que algo de lo que hacíamos estaba prohibido, pero estaba bien, me gustaba…

Fui creciendo, haciéndome mayor, llegó un momento en que se acabaron nuestros juegos, pasé a otra habitación a dormir ya solito. El carácter de mi madre también empeoró, se separó de mi padre, yo crecí, me convertí en un adolescente rebelde, en fin�

Pero aún a día de hoy llevo grabados a fuego en mi mente aquellos juegos que me hizo, me vuelve a martillear el corazón, me estalla en el pecho, se me pone la polla durísima, y me hago intensas pajas acordándome de mamá y sus juegos�


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3 respuestas

  1. zenit

    ¿Eso fue todo? Menuda merde… ni un climax.

  2. nindery

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  3. helenx

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