Por

Anónimo

julio 4, 2013

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Enamorada de una polla!

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Soy, supongo, una chica normal.

Cuando tenía 13 años fui a ver a mi abuelo a su casa de la playa, vive solo desde que está viudo. Llegué encantada a acompañarlo por tres días pues me gusta el mar, no me entiendo con las chicas de mi edad, me gusta el tango, la poesía y la lectura. En ese lugar encontraba todo eso y mucho amor.

Bien él se puso feliz de verme, aunque al llegar un poco temprano lo encontré todavía en la cama con su pasatiempo favorito, jugar bridge on line y escuchando boleros, yo tenía llave así que simplemente había entrado. Era invierno y aunque tenía prendida la chimenea yo de regalona dejé mis cosas en mi dormitorio y me metí a su lado en la cama.

«Niña no hagas esto, ya estás muy grande para acostarte conmigo y me distraes!»

«Pero Lelo ¿que tiene de malo?, está rica tu cama y tu estás calientito, anda no seas gruñón con tu niña que te ama»

Al pegarme a su cuerpo noté que estaba sin ropa en la parte baja de su cuerpo, y sin embargo igual enrollé mis piernas con las suyas.

Rápido terminó su juego y me dijo

«Date vuelta que me voy a levantar, me ducho y vamos al puerto para hacerte esas comidas que te gustan tanto!»

Hice lo que me decía pero cuando iba hacia el baño no pude evitar mirarlo de reojo y vi su miembro, para mi y mis incursiones en páginas porno, ¡INMENSO!

Pesé como las mujeres de las pelis se dejaban penetrar con tanto gusto por tales aparatos, pero me salí de la cama y se la arreglé, me volvía a vestir con unos pantalones pitillo bien ajustados a mi cola y piernas, un pulóver de cuello alto que dibujaba mis pezones, libres de nada que les sujetara, aunque mi madre decía que se me caerían los pechos muy joven por esa mala costumbre.

Mi lelo ya estaba listo y me dijo que tomaríamos chocolate caliente con churros en el puerto, eso me puso feliz, era lo que más me gustaba, mi madre vivía pendiente de las dietas y no me dejaba comer cosas fritas y menos tomar o comer chocolates. Con mi abuelo era algo común, a ambos nos gustaba y lo bebíamos en la mañana y en la noche.

Hicimos nuestro paseo, almorzamos en otra playa y llegamos de vuelta cuando ya estaba la hora del crepúsculo, la mujer que hacía el aseo había dejado todo listo y prendidas las salamandras y la chimenea, a esa hora nos íbamos a sentar en la galería, mi lelo con su pipa, poníamos música y veíamos como se venía la noche, ese día solo estaban las llamas iluminando el ambiente y la luz de su pipa.

«Niña prende las luces!»

«No lelo, esta hermoso así, quiero pedirte que me enseñes a bailar tango, anda párate y enséñame, no seas malo, quiero aprender así a media luz como dice ese tango que te gusta tanto!» Lo que estábamos escuchando era un CD de tangos en MP3 que yo le había traído de regalo, sonaba uno que me gustaba mucho y que se llamaba Tarde Gris.

Él se paró y me tomó entre sus brazos y empezó a enseñarme los primeros pasos, yo me pegué a su cuerpo, quería que sintiera que ya era una mujer y sí quería sentir su bulto en mi vientre, ya que era muy alto, se dejó llevar. Después de una hora en este juego de acercamiento me dijo:

«¿Qué estas buscando? Te estas comportando como una mujerzuela y puede no ser bueno!»

Me soltó y se dejó caer en su cómodo sillón volviendo a prender su pipa. Yo fui y me senté en sus piernas y empecé a frotar mi culo sobre su aparato que se sentía duro, vi sus ojos brillar en la oscuridad y de pronto me dijo:

«¿Buscas pico niña? ¿Eres virgen? o ya has andado por ahí ensartada con alguno»

Acto seguido subió mi pulóver hasta mi cuello y empezó a acariciar mis tetas, suave y más fuerte. Yo solté mi pantalón y llevé una de sus manos hasta mi sexo que estaba húmedo. Mientras mi mano acariciaba su miembro sobre la tela.

Dejó la pipa olvidada y me llevó en brazos a su cama, allí me desvistió con dulzura y luego se desnudó él. Se tendió a mi lado y empezó a besar mi cuerpo entero, desde mi boca , el cuello, mis tetas con dedicación a cada una, siguió con mi vientre y llegó a mi pubis, ahí me puso de espaldas y empezó a comerme la conchita, su lengua chasqueaba dentro de mi sexo y yo solo quería que me poseyera. O que me dejara hacerle cariño a su pico, nada me tenía loca de deseo.

Gemía y le pedía que me dejara besarle su miembro o que de una vez me lo metiera. Volvió a recorrer mi cuerpo hacia arriba esta vez, yo permanecía con mis piernas bien abiertas y repentinamente las enrolle en su cuerpo y le grité

«Mételo de una vez! Me estás enloqueciendo!»

Me besó metiendo su lengua hasta mi garganta y siguió con sus caricias, esta ves era su mano que acariciaba mi ya mojada raja.

«Te va a doler, ¿quieres que te lo meta igual?»

«Sí, sí ya de una vez hazlo!!»

«No sé si quiero» fue su desconcertante respuesta, y se paró para ir a buscar su pipa dejándome ahí caliente y ansiosa, me paré tras él y estaba sentado en su sillón, se veía en la penumbra su erecto pico, desafiante.

«Si lo quieres, mételo tu misma en tu zorra caliente!»

No lo pensé me senté abiertas de piernas sobre él y con mi mano lo puse en mi entrada y empecé a sentarme, me dolía, pero trataba de no quejarme.

«Así tan despacio te va a doler más, siéntate de golpe» me dijo con la voz irreconocible de un hombre que estaba caliente.

Mi grito al sentarme de una vez rompió la noche y me quedé inmóvil, clavada en ese tronco que estaba entero dentro de mí.

«Quieta, afírmate en mis brazos que tengo en tu espalda, te llevaré así, ensartada como querías a la cama y vas a saber en qué te has metido niña putaza!»

Me llevó hasta la cama y allí él de espalda tuve que aprender a montarlo, me dijo como poner mis piernas y me marcaba el arriba abajo apretando y soltando mis pezones, me dolió un rato hasta que el placer me invadió y empecé a meterlo y sacarlo con gran agilidad, propia de mis años, pero él no me daba su semen, jadeantes los dos de pronto me cogió de la cintura y me hizo quedarme quieta, entonces sentí su ardiente semen entrando en mi y llenándome de tal modo que empezó a derramarse por mis piernas aunque yo sentía que no había espacio para que se escurriera!

Así me enamoré del pico de mi abuelo.

Él lo sabe y a veces cuando vengo no me lo da hasta que no le suplicado casi llorando que me culee, por donde quiera pero que me deje sentirlo en mí.

Me hace de todo, sexo oral, anal y el clásico, me vengo con él todas las vacaciones y todos los fines de semana y festivos largos, lo llamo en la noche cuando estoy en mi casa para contarle que estoy masturbándome porque me hace falta.

Es nuestro secreto, a nadie le gusta la playa donde vive pues es un lugar solitario en el frío sur, y no se explican que hago todo el tiempo acompañando al viejo.

!Ah! por cierto hoy soy su pareja de tango en el puerto y hacemos el amor melódico en tiempo de tango!


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4 respuestas

  1. achilles

    no quieres a albuien amateur??

  2. wess159

    muy bueno el realto

  3. nindery

    Estoу cоmpletamentе desnudо. ¿Quiere vеr una imаgen? – http://analsex4.fun

  4. helenx

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