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"Dany se hospeda en mi piso. Y eso provoca más acercamiento entre nosotros. "
-Muy bien, esto no tiene porque ser un problema. - Pensé al girar la llave de acceso a mi apartamento. Solo serían unos cuantos días y después, todo regresaría a lo habitual.
-Que lindo lugar Doctor.- Dijo ella al entrar.- Está todo muy bien ordenado y limpio.
-Gracias Danna, todo es gracias a Lupita, mi ama de llaves.-Le aclaré en lo que ponía un par de maletas suyas en la estancia.- Siéntete en confianza, esta será tu casa por unos días.
-¿Solo unos días?
Sonreí ante su broma y decidí seguirle el juego:
-Por mí, tu puedes quedarte permanentemente.
-Ja ja ja, por favor, no me diga eso. Después no habrá como sacarme de aquí.
Estuve por decirle que no querría hacerlo, pero me limité a sonreír.
-Ven, te mostraré dónde está tu habitación- Dije al tiempo que la conducía a través de la sala hacia las recamaras. Mi piso contaba con dos, más una que funcionaba como estudio, pero las principales estaban separadas por un pasillo y las puertas de éstas se encontraban la una frente a la otra. La suya contaba con una cama individual, un closet vacío y un espejo de cuerpo entero al lado de la ventana. Algo sencillo, pero funcional.
-Mmm, a este lugar le hace falta un toque femenino.
-Tu arréglalo como gustes. Mientras, te dejo un rato. Para que desempaques y te relajes un poco.
Daniela aceptó con la cabeza. Yo le cerré la puerta por caballerosidad y me fui a la cocina por un vino tinto. Lo destape en lo que me deshacía la corbata y dejaba el saco encima de una silla.
No es que fuera un principiante, pero todo esto me tenía confundido. ¿Se me insinuaba acaso? Pero... ¿Y si todo lo que me dijo fuera cierto, y yo lo quisiera interpretar de otro modo?
Ya me imaginaba la cara del decano mostrándome la salida de la universidad, así como al gremio de abogados riéndose por mi desliz.
Saque del refrigerador unos ravioles que el ama de llaves me había preparado para ese día y los puse a calentar en el microondas. Serví otra copa de vino para Daniela y la llamé a cenar.
-No creo que pueda salir, Doctor.
-Vamos Danny, acabo de servir la cena. ¿Te ocurre algo?
Un silencio se hizo palpable detrás de la puerta de su cuarto.
-Es que... Creo que mi ropa no es apropiada.
En ese momento solté una carcajada: ya nada podía ser inapropiado entre nosotros.
-Ven, no puede ser tan malo. Te espero en el comedor.
-Ok.- Escuché su voz que daba un suspiro. Fui a sentarme a la mesa y, cuando acababa de servirme la segunda copa, oí su puerta abrirse. Vino hacia mí y entendí de pronto a que se refería: traía puesta una pijama de dos piezas. La parte de arriba era de encaje con escote de color azul. Un lindo pantalón muy corto de satén del mismo tono completaba su ajuar de esa noche.
-Así duermo Doctor. Y no tengo otra cosa que ponerme. - Se disculpó mientras se sentaba a mi lado.
Seguro vio mi turbación pero, como pude, me controlé.
-Esta bien, no te preocupes. Siéntete libre de estar como en tu casa.
Daniela se levantó y me abrazó. Entendí que mi gesto la había conmovido, pero no me dio tiempo de pararme y así, sentado, quedó mi cara pegada a sus turgentes pechos.
-Es usted el mejor. De verdad gracias.
Sentí que mi miembro intentaba salir de su guarida cuando el flujo de sangre se acumuló en él. Ahí entendí que debía hacer algo para comprobar si había interés de ella en mi o si acaso era mi imaginación exacerbada. Me levanté y la abracé a mi vez. Lo hice fuerte, para que ella sintiera mi erección y, por un momento, me pareció que estaba complacida.
-Doctor-La escuché decir y la apreté un poco más. De nuevo su perfume me hizo perder los sentidos.
De pronto ella, como si se hubiera percatado de que hacía algo indebido, se separó. Estaba agitada y su cara estaba de un rojo encendido, pero consiguió sentarse de nuevo. Me preguntó entonces, como si esto último nunca hubiera ocurrido, que pasaría el día siguiente. Yo aún alcance a ver el triángulo que se dibujaba en mi pantalón, pero la súbita confusión me hizo retroceder.
Le respondí un tanto frustrado, mientras tomaba aire:
- Después de clases veré que te acompañe uno de mis socios a levantar la denuncia.
-¿No me va a acompañar usted?
-Mañana tengo la agenda llena, pero no te preocupes: mi socio es experto en materia penal.
Ella se quedó callada viendo el plato que tenía frente a sí. Pareció contrariada cuando respondió:
-Esta bien. Será como usted diga.
-Perfecto. Le diré que vas a la oficina del fiscal alrededor de las 3:00. ¿Te parece bien?
-Si. -Dijo poco convencida. -Entonces así será.
Todavía estaba excitado viéndola comer.
-Danny.
-Dígame doctor.
-Primero que nada, no quiero que me sigas hablando de usted. Estamos cenando, en mi casa, como conocidos de toda la vida. ¿No te parece excesiva tanta formalidad?
Ella volvió a esbozar una breve sonrisa.
-Creí que nunca me lo ibas a pedir.
-No te tenía tanta confianza...pero bueno, ya que la estamos teniendo, quiero decirte algo más.
-Dime.- Pidió ella, y en su rostro pude leer la expectativa.
-Me gustas. En serio me gustas mucho.
Tardó en contestar, y eso me hizo sentir incómodo.
-Ahora mismo, con lo de mi ex novio y eso, Joel, no sé. Tu también me agradas mucho, pero vamos a ver ¿vale?
-Sin problema Danny. Y tienes razón. Ahora lo más importante es que estés bien.
-¡Que lindo, muchas gracias! -respondió ella al tiempo que se levantaba de la mesa. -Ya me voy a dormir. Dale las gracias a la Sra Lupita por su guiso.
Le sonreí por cortesía y la vi alejarse hacia la recámara. Al escuchar el picaporte de su puerta cerrarse me sentí miserable.
Al fin era obvio que su coquetería obedecía a otra cosa. Quizá Danny solo era extremadamente femenina. O tal vez algún mecanismo de defensa, yo que sé. Cualquier motivo excepto que ella quisiera algo conmigo. "Tu también me agradas" había dicho, y no me sonó bien. Agradar se puede ocupar para describir lo que se siente con un día de sol, o ante un perrito tierno que se quiere adoptar. Es una declaración de nada.
Me fui a acostar, cansado pero al menos seguro de que había estado equivocado. A mis años, lo que más se agradece son las certezas.
Me quité los pantalones y me puse una playera de algodón obscura. Después, intenté conciliar el sueño, en penumbras, mientras envidiaba y maldecia al que la hubiera tenido entre sus brazos.
Había pasado un poco más de la hora, cuando escuché sonidos en la habitación contigua. No pude evitar levantarme, caminar hasta su cuarto y oír con más intensidad. Algo pasaba adentro, y por más que lo intente, no acerté a entender que ocurria.
Estaba la mirilla de la llave. Parecía arriesgado, pero era más la curiosidad. Me sentí como un niño ante su primera travesura cuando me puse en cuclillas frente a la puerta para ver a través de esta. Al observar me quedé paralizado.
Daniela bailaba frente a un dispositivo, utilizando solo unas bragas amarillas y un top. Movía sus caderas al ritmo de una música imaginaria -supongo que no quería despertarme- mientras su cara mostraba la cachonderia y gracia que su poseedora tenía. Me quedé un rato viendo su perfecta silueta, la curva de sus nalgas que se cerraba violentamente en su espalda, las caderas poderosas, el vientre insoportablemente plano que subía hasta volcarse en unos senos majestuosos...
De pronto fue y apagó el dispositivo. Se quitó el top que llevaba puesto y, tras acostarse, empezó a acariciarse el busto con firmeza. La vi dándose masaje en esa zona, haciendo círculos con sus manos abiertas en lo que sus dedos jugaban con sus pezones paraditos. La aprecié llevándose una de sus ubres a su boca, saborearla como se hace con una fruta madura, mientras hacía a un lado su breve calzón y empezaba a jugar con ella.
Aquel espectáculo me prendió muchísimo. Hubiera querido tirar la puerta, lanzarme sobre ella y poseerla, al tiempo que le susurraba su nombre en el oído. Pero Daniela ya me lo había dejado en claro, yo no le interesaba y por consiguiente, esa función no era para mí.
Como pude me levanté, aún tenía la ereccion de una roca. Caminé despacio hacia mi habitación mientras al lado sonaban unos largos e intensos gemidos de placer.
Un nombre me pareció escuchar cuando estaba terminando. Creo que dijo Joel.
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