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"Para mi querida dama etérea"
Al despertar, mis pensamientos han vagado hacia ti, y no puedo evitar imaginar la suave y cálida luz del sol acariciando tu piel, que con el paso de los años se ha vuelto aún más exquisita y sabrosa, como el más fino vino añejado. Imagino cómo la luz refleja en tus ojos, dos profundos pozos de pasión y misterio, que invitan a la aventura y al éxtasis.
Tu madurez es un tesoro para los sentidos, esculpido en tu cuerpo como las líneas poéticas de una sinfonía eterna. Y yo, mi dulce dama, me entrego sin reparos a la tentación de tus curvas, que como las dunas de un desierto, esconden un oasis de sensualidad y deseo.
El erotismo que emanas es la sublime esencia de una mujer que ha aprendido a conocer y amar su cuerpo, un templo de placer y sabiduría que ansío explorar con la ternura y devoción que mereces. Me imagino envuelto en tus brazos, navegando por las olas de pasión que se desatan en tu corazón, mientras nos perdemos en un abrazo, tan eterno como el tiempo.
Que este día sea tan mágico y sensual como tú, mi elegante musa de caricias y susurros, dejando que cada instante sea una pincelada más en el lienzo de nuestra historia, un lienzo que ya está lleno de colores ardientes y pasión desenfrenada.
Con todo mi amor y deseo, te deseo buenos días y que la luz del sol sea solo un pálido reflejo de la brillantez y calidez de tu ser.
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