Nuestra gran despedida M19 H30 Publicado por anónimo el 10/09/2022 en Poesía erótica

"Te miré desde lejos, te veías igual de hermoso que cuando te conocí. Qué lastima jamás haberte dicho lo mucho que me gustabas, ese día mi cuerpo lo haría pero sería la última vez."

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Te miré desde lejos, te veías igual de hermoso que cuando te conocí. Qué lastima jamás haberte dicho lo mucho que me gustabas, ese día mi cuerpo lo haría pero sería la última vez. Hoy solo me tocaba mostrarme sumisa y ser tuya por primera vez...

Entraste a mi departamento donde tantas veces habíamos estado juntos pero donde jamás habíamos concretado nada. Intente no mostrar ninguna señal a tu presencia, a tu delicioso perfume, a tu lejanía, a tu belleza y elegancia que tanto me hacen soñar.

Me tomaste por la cintura y olfateaste mi cuello, comenzaste a hacerme chupetes y no pude evitar soltar suspiros de vez en vez. Subiste tu mano a uno de mis pechos y le diste un gran apretón, eso me hizo soltar un gran gemido. Al parecer eso desato tu lado salvaje, ese que tanto me gusta pero siempre te reprimí.

Me volteaste hacia ti y me plantaste un besote de esos que tanto anhelabas darme. Me colocaste de espaldas, contra la pared, tantas veces me lo habías escrito y ahora lo cumplirías. Subiste mi minifalda negra. Te sorprendiste al ver mi hilo negro, me diste unas cuantas nalgadas y te levantaste repentinamente a poner música, típico de ti el dejarme en ascuas, pusiste nuestras canciones favoritas.

De vuelta a mis nalgas comenzaste a frotarme muy rico, estabas consciente que eso me mataba, gemí y gemí, al fin y al cabo ya no tenia de qué avergonzarme. Colocaste tu cabeza entre mis muslos y, aún con mi ropa interior puesta, me empezaste a lamer. Estabas dispuesto a llevarte de mí un squirt o de plano una lluvia dorada. Esa noche lo dejamos todo en la cama. Yo solo podía apretar mi diminuta vagina y sujetarme a la pared, cerrar mis ojos y pensar en lo mucho que me gustabas y las cosas que perdería aquel día.

La música, la lluvia, mis gemidos sonoros pero apagados, tu lengua traviesa y ansiosa, todo tan melancólico pero tan delicioso y cálido. Preferí concentrarme en el placer que en el dolor, esta era nuestra primera y última vez, era mejor aprovecharlo.

A los pocos minutos me corrí, una mezcla de fluidos inundo tu carita, hice realidad tu mayor fetiche y me sentí feliz al ver tu cara llena de lujuria. Te levantaste rápido y volviste a besarme, mi sabor combinado con tu saliva era indescriptible, la mezcla perfecta. Me sujetaste de la cintura y me llevaste al sofá.

Me colocaste boca abajo, empinada gracias al descansabrazos, bajaste mi hilito empapado y oloroso. Era mi primera vez y temí, pero eras tú y yo confió en ti. Con cuidado metiste un dedo dentro de mí, no dolió porque estaba bastante lubricada y excitada, rascaste muy rico en mis paredes. Me estabas volviendo loca. Mientras tus dedos me hacían tuya tu otra mano se encargaba muy bien de mi clítoris, lo tenia afuera y muy sensible. Solo podía gemirte, gemir tu nombre.

"Aquí viene, Vay" fueron tus palabras antes de metérmela lento, me estremecí al sentir como ibas atravesando mis pliegues. Mis uñas se clavaron en el sofá, retiraste mi blusa y con tus dientes mis sostén. No había duda que eras un experto a la hora de coger.

Acomodaste mi cuerpo tomándome de la cintura, masajeaste mis grandes pechos que tanto te provocaban, todo esto aun dentro de mí, me pusiste de pie y besaste mi cuello. Metiste tu dedo en mi vagina y masajeaste mi clítoris, de nuevo. Besabas, lamias, chupabas y mordías mi espalda, hombros y cuello. Comenzaste a mover tus caderas, lo hacías suave pero era intenso.

Tus embestidas son deliciosas al igual que tu verga, jamás me había tocado ver una tan hermosa y deseable como la tuya. Gruesa, larga, venosa y con un glande que sigo saboreando en mi mente por las noches.

Después de unos 10 minutos terminaste dentro. Descansaste poniendo tu cara en mi espalda y dándome algunos besos en los lunares que tengo ahí, pero seguías dándome dedo así que a los segundo termine yo también regalándote otro squirt. Acabe agotada y me senté en el sofá, te acercaste y me diste un beso, tomaste mi cintura, te sentaste a un lado de ti y me dijiste que te la mamara antes de que te fueras. Obedecí porque después de haberla visto y sentido era Imposible no querer probarla.

Me puse frente a ti en cuclillas, la tome con delicadeza y la masturbe un poco. Tu cara mientras sientes placer es de lo mejor que hay en este mundo. También era la primera vez que realizaba sexo oral así que me concentre para hacerlo rico.

Pase mi lengua de extremo a extremo, luego de la base al glande. Te masturbe un poco más, entonces me tomaste del cabello y lo jalaste. "Hazlo así, abre mucho la boca" lo hice, empujaste mi cabeza metiéndola casi toda, tuve que hacer un gran esfuerzo porque creí que podría lastimarte, seguiste empujando y jalando mi cabeza.

Entendí el ritmo que te gustaba y empecé a hacerlo yo sola, el sabor de tu piel sabia muy bien y su olor me impregnaba, no soltaste mi cabellera y eso me hizo sentir sumisa ante ti, ante todos tus deseos. Mame muy rico hasta que te corriste, llenaste mi boquita de deliciosa leche como espuma, saque tu verga de mi boca automáticamente y pusiste tu mano en mi boca tapándola "Bebe" fue tu respuesta ante mi reacción. Bebí tu esperma y verdaderamente me encantó.

Me hiciste levantar y sentar en tus piernas, besaste mis pechos y succionaste mis pezones que tanto te gustaban. Volviste a afirmar que me querías y que era como nadie. Minutos mas tarde te levantaste, acomodaste tu ropa y te fuiste. No volví a hablar contigo mucho menos a verte, pero sé que si algún día lo hago volveré a repetir...

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Autor anónimo
Categoría Poesía erótica
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