Por
Anónimo
En la FACTORIA DE ALCOHOL, una madrileña en la playa
Me presento, mi nombre es Angel, soy un chico alto y atlético, me gusta cuidarme hasta que llega la noche, y eso es lo que pasó cuando salí con un amigo de fiesta para ver cual era el ambiente de nuestra ciudad.
Es verano, hace calor y la ropa se recorta dejando a la luz más piernas de lo normal, viendo escotes, perdiendo miradas entre las curvas, hasta que entre toda la marabunta de gente siento como alguien me da en el brazo y dice un simple “hola!”.
Esa simple saludo, algo tan sencillo que no siempre pasa nos hizo hablar con unas chicas nuevas en la ciudad. Unas palabras arriba, unas palabras abajo, unas copas para seguir calentando y cuando nos dimos cuenta ya íbamos camino de la playa para refrescar unas cabezas cada vez más ardientes.
Yo me perdí por la arena con la morena, una chica delgadita y risueña que lucia un vestidito blanco que seguro fue la tentación de más de uno. Por suerte ese vestido no duró mucho su cuerpo, y los efectos del alcohol hicieron una rápida presencia según llegábamos a la orilla del mar. Para mi sorpresa, en medio de la conversación se empezó a quitar el vestido, lo dejó caer sobre la arena, desabrochó su sujetador y con una pícara sonrisa echó a correr para el agua, invitándome a seguirla.
Ya no sabía donde estaba mi amigo, ni la otra chica, pero ya daba igual. El frio que podría dar el agua se compensaba con la mirada caliente de esta madrileña con ganas de fiesta. Su cuerpo, de 21 años, transmitía toda la voluntad de diversión, buscando unos limites que esta noche no iba a encontrar.
Di un ultimo trago a una copa, y seguí el camino de ese cuerpo que sería mio minutos más tarde. Apenas llegaba el agua por mis tobillos cuando vi la silueta de mi chica, quitándose lo único que le quedaba, un tanguita que sujetaba ahora con sus manos por encima del agua. Una invitación que no podía rechazar.
Corriendo fue hacia ella, mezclando el frio del agua con el calor de su cuerpo y el mio. El gusto de sentir su pecho contra el mio cuando aun ni un beso había habido. Sentir como su mano dudosa se hunde en el agua buscando mi entrepierna, sabiendo que se trata de una noche sexual sin compromiso, sin haber probado aun su boca, sus manos ya estaban sobre mi miembro, y por su cara pude notar que gratamente sorprendida.
El calor ya corria por mis venas a toda velocidad, y aunque nos fundimos en un largo y húmedo beso, me dieron ganas de comerla mucho más, tanto que no aguanté en el agua, y agarrándola por la cintura la llevé de nuevo a la orilla, donde ya nos observamos desnudos, mojados, bajo la luz de la luna. Pero yo quería otra humedad, quería probar el elixir de sus piernas, quería conocer la excitación de esa chica conocida hace apenas 10 minutos y que me iba a ofrecer todo su cuerpo. Y mi lengua empezó a resbalar por cada curva, por cada escondite, entre sus gemidos, me sorprendió como podía mojar, al principio parecía que aun goteaba agua de mar cuando empecé a darme cuenta que ella misma era la fuente en si. Chorreaba a cada lametón, y gemia como una chica en celo cada segundo, hasta que pude meter mis dedos en ella, primer uno, luego otro, girando dentro de ella hasta que sus caderas me avisaron de algo más. Froté, giré, lamí esa zona prohibida que esta noche me regaló y de repente empezó a salpicar, salpicaba como nunca nadie me lo había hecho, el placer de una rara noche terminaba con mi cara manchada de sus fluidos, mientras yo no paraba de lamer, de chuparle y relajarla, porque la noche estaba apenas empezando.
Aun con sus temblores y moviendo las caderas, me incorporé para acercar mi miembro a su boca, la cual abrió con ganas, intentando poder metérselo todo en la boca, aunque ya sabia que eso iba a ser imposible.
Ver como se quedaba de abierta y mojada me había puesto demasiado, y mis instintos empezaban a salir, por lo que no pude resistirme a sujetarle por el pelo y empezar a marcar el ritmo. Ella me miraba entre asustada y excitada, y en apenas unos segundos ya estaba yo follandole la boca desenfrenadamente, intentando meterla hasta el fondo aunque no iba a poder, queriendo que se llenara su boca de mi, de lo que ella había provocado, devolviendo el placer ya tenido.
Mi corazón se aceleraba, mientras ella aun desnuda y mojada intentaba abrir la boca y no ahogarse, apenas fueron unos minutos cuando ya sentí que iba a tener que terminar. Le avisé y pareció no importarle, me miró a la cara y aun muy borracha me dijo un “correte en mi boca”. Escuché eso y casi lo hago, pero aun faltaba noche, aun había cosas por hacer, tiré de su pelo hacia atrás de manera un poco bestia, y gritó del dolor, pero le dije que no se quejara, que aun faltaba mucho por hacer…. Me sonrió, y se tumbó abierta, pero eso ya será otra historia.
2 respuestas
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