
Por
Anónimo
Cita a ciegas con sorpresa
Me gusta masturbarme, y por tanto me gusta el cibersexo. Tengo una buena webcam y cuando consigo conocer a un hombre que me gusta, chateamos juntos para masturbarnos a la vez. Nunca había pasado de ahí, hasta que conocí a Orlando. Él era especial, conseguía excitarme enormemente y era ver que se conectaba al messenger y me mojaba inmediatamente. Juntos habíamos fantaseado muchas cosas, e incluso habíamos añadido el teléfono para oir nuestras excitadas voces. El siguiente paso natural fue vernos en persona, así que lo organizamos todo para una cita. Orlando viajó a mi ciudad y se alojó en un hotel muy cutre y viejo. Me pidió que llegara yo antes que él a la habitación, recogiera la llave y le esperara allí. Me desnudé, me puse perfume y un camisón de raso que dejaba adivinar mi cuerpo debajo. Le esperé excitada, llegaba tarde.
Mi elegante camisón desentonaba en aquel cuchitril, pero eso me calentaba todavía más. Por fín oí pasos en el pasillo y tocaron a la puerta.
La abrí y me llevé un gran susto, porque me encontré con una pareja de policías y no supe cómo reaccionar. Entraron, cerrando la puerta tras de sí mientras yo retrocedía, y al fin me dí cuenta de que uno de los dos era Orlando. Sin mediar palabra, Orlando se puso detrás de mí y con sus esposas engrilletó mis manos a la espalda.
Pero ¿qué haces, de qué va esto? le pregunté
Acompañó una gran carcajada con un bofetón que me tiró sobre la cama.
Vamos a follarte, puta, ¿nos has venido a eso? y no paraba de reirse
Su compañero, al que se refirió como Fran, se acercó a mí y me rompió el camisón de seda, dejandome desnuda sobre la cama.
Orlando me cogió del brazo y me levantó, y con una suavidad que me sorprendió, comenzó a lamerme el cuello, bajando por las tetas hasta los pezones, donde se entretuvo jugando con la lengua. Debo reconocer que me gustó, me excitó como me lamía, y me excitó ver a Fran quitándose los pantalones pero dejandose la camisa del uniforme puesta. Se quitó también la ropa interior y dejó asomar una enorme verga erecta. Orlando, mientras tanto, había bajado hasta mi vientre mientras me agarraba del culo, y entonces me empujó boca arriba sobre la cama. Como estaba esposada, no podía moverme, así que me movió hasta que mi cabeza quedó al borde de la cama, y me empujó aún más para que mi cabeza cayera hacia atrás. Con mi vista al revés, vi venir la polla de Fran hacia mi boca. Me dió golpes con ella en la cara, y pasó el capullo por los labios. Me ordenó que abriera la boca, que sacara la lengua y la moviera, y él puso su capullo para que le lamiera.
Mientras tanto, Orlando se había quitado también los pantalones y la ropa interior, se subía a la cama y separaba mis piernas. Noté como metía sus dedos en mi coñito, mientras yo seguía lamiendo la polla de Fran. De repente, Fran me la metió en la boca, en esa postura su verga llegaba hasta mi garganta. Movía su culo para follarme la boca, y estaba tan agobiada por no ahogarme que no me di cuenta de que Orlando me estaba metiendo algo frío en el chocho.
Me estaba ahogando, esposada, sin poder zafarme y esa enorme polla en la boca, no podía respirar. Mis lágrimas corrían por mis mejillas, y de repente sentí la liberación de que me la sacara de la boca. Respiré agitadamente mientras seguía llorando. Fran estaba encantado de verme así.
Entonces Orlando tiró de mí, dejando mi cabeza por fin en posición horizontal, y ví cómo lo que me estaba metiendo era la pistola. La sacó llena de mis flujos y me hizo chuparla, y reconozco que me excitó muchísimo.
Entonces me dió la vuelta, y me dijo que me pusiera a cuatro patas. No podía por estar esposada, así que me liberó y yo pude poner las manos sobre la cama para ponerme como una perrita. Orlando se puso delante de mí, y con dos cordones me hizo dos coletas en el pelo. Fran le felicitó por la idea, mientras me magreaba las nalgas por detrás. Entonces, sin mediar palabra, me la metió de golpe con un gran gemido, y empezó a follarme con gran placer. Orlando me agarró del pelo, una mano en cada coleta, y me acercó la boca para que se la chupara.
Nunca me había visto en esa postura, y disfruté siendo follada mientras me comía una polla mientras me tiraban del pelo. Los dos gemían mucho, excitadísimos. Se oían mis succiones con la boca, y el chof chof de la polla de Fran entrando y saliendo de mi.
De repente Fran me folló más deprisa, y dijo «Ando, dejamela que me voy a correr» así que Orlando la sacó de mi boca y me dió la vuelta, en el momento justo que Fran se corría y dejaba caer toda su leche sobre mis tetas. Orlando fue al baño y volvió con una jarra llena de agua, que me lanzó encima para limpiarme. La cama quedó toda mojada, así que agarró una de mis coletas y me acercó a un escritorio sucio donde me dijo que me sentara al borde.
Para mi sorpresa, se arrodilló y metió su lengua en mi raja, lamiendome el clítoris con pasión. Mientras pude ver como Fran se vestía y se marchaba sin decir nada.
Orlando paró un momento y me dijo «no se te ocurra correrte, puta», y siguió chupandome con maestría. Me costó mucho contenerme, notaba su lengua jugando con mi clitoris y me estaba volviendo loca de placer, hasta que por fin se levantó y me la metió para follarme salvajemente. Me decía, esto es lo que querías, verdad puta? y yo decía, sí, sí, sí, y alcancé el orgasmo entre profundos gemidos de placer. Orlando se corrió dentro de mí mientras las contracciones de mi orgasmo estaban aún bien fuertes.
Antes de sacarmela, me acarició, me besó y me dijo que si quería otra sesión de sexo duro ya sabía donde encontrarle.
Me quedé en la mesa, con las piernas abiertas, los muslos chorreando de semen y mi vello púbico lleno de viscosa sustancia blanca, mirando como se ponía su uniforme de policía y se marchaba tirandome un beso desde la puerta.
2 respuestas
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